Sergio del Molino desdibuja fronteras en su nuevo ensayo: 'Lugares fuera de sitio'

El escritor viaja hasta Melilla para presentar el libro, galardonado con el Premio Espasa de 2018.Incluye dos enclaves en Aragón: el valenciano Rincón de Ademuz y el navarro Petilla de Aragón.

Sergio del Molino, en uno de los puntos calientes de Melilla, la valla fronteriza que separa la ciudad autónoma de Marruecos.
Sergio del Molino, en uno de los puntos calientes de Melilla, la valla fronteriza que separa la ciudad autónoma de Marruecos.
Asís G. Ayerbe

Dice el escritor Sergio del Molino (Madrid, 1979) que ha elegido Melilla para presentar su nuevo ensayo, ‘Lugares fuera de sitio’ (Espasa, 2018), porque representa la escenificación de los conflictos de frontera. Hasta allí se trasladó el pasado lunes, acompañado de una decena de periodistas de distintos medios de comunicación, para pasar dos días en el límite más incómodo de España, el de la alta valla a la que se encaraman inmigrantes que quieren vivir el sueño europeo. "Hemos superado mil veces a Trump a la hora de levantar muros. De hecho, se puede decir que Donald Trump es un aprendiz". Y lo dice con un ojo en el periódico local, donde la famosa valla de Melilla es de nuevo noticia: un inmigrante ha muerto cuando más de 200 intentaban saltar la frontera y entrar en el ‘paraíso’ español. De ellos, más de 50 fueron expulsados, la tercera devolución en caliente en solo cuatro meses. "Es una línea defensiva contra gente desarmada", argumenta.

Tras el éxito de su anterior ensayo, ‘La España vacía’, con el que logró abrir un debate en todo el país sobre el drama de la despoblación rural, Del Molino quiere incitar de nuevo el diálogo, esta vez en torno a fronteras, "una forma de mantener al otro lejos".

Un éxito literario que se ha traducido para este autor afincado en Zaragoza en un importante apoyo editorial, como demuestra este viaje promocional, el impacto mediático y los galardones. ‘Lugares fuera de sitio’, que se alzó el pasado septiembre con el XXXV Premio Espasa, es un viaje a once puntos de España que tienen algo de fronteras incómodas. Entre ellos, enclaves como Petilla de Aragón, pueblo navarro dentro de la provincia de Zaragoza, o el valenciano Rincón de Ademuz, en Teruel.

"La mayor frontera"

Para presentar su libro, que ayer salió a la venta, Sergio del Molino hizo de guía y mostró a los periodistas la ciudad autónoma de Melilla, "la mayor frontera de todas las fronteras en España". Una ciudad que en los últimos años ha sufrido una importante transformación patrimonial, con la recuperación de muchos de sus edificios históricos, entre ellos la antigua muralla. Por los serpenteantes baluartes del Foso de Hornabeque, Melilla sorprende por su arquitectura renacentista, aunque en realidad recuerda a una cárcel. Enormes focos apuntan al mar, para que ningún nadador furtivo pueda llegar a tierra. En la costa, una patrulla surca las aguas en una vigilancia continua, y la famosa valla cruza todo el monte Gurugú entre Melilla y Nador. Recuerda a una jaula de oro, donde no se puede entrar, pero tampoco salir. Y Del Molino explica que "los enclaves extraterritoriales se llamaban antiguamente ‘presidios’ y en su momento eran cárceles, lugares lejanos donde enviar a los enemigos políticos".

El límite y sus gentes

Del Molino insiste, sin embargo, en que "se habla mucho de fronteras, de enclaves y anacronismos, como Gibraltar, Ceuta, Melilla..., pero poco de sus gentes". Y Melilla, de hecho, se caracteriza por gente que vive en el límite, pero también al límite. Junto a la valla, a escasos cien metros de la vaguada por donde el domingo intentaron lograron trepar más de 200 personas, una hilera de coches marca el lugar donde tiene lugar el trapicheo y contrabando. Carretera abajo, se llega al barrio conocido como El Polígono, de mayoría bereber y un desempleo disparado.

También la Legión parece atrapada en un bucle temporal forzado por el asedio continuo a Melilla. En el fuerte Cabrerizas Altas, el brigada Villalobos y el cabo primero Barahona hablan del "enemigo", alertan del peligro, recuerdan las guerras de 1893 y de 1921. Es un lugar atrapado en el tiempo, "historia sin digerir, cicatriz mal curada, emplastes de albañil chapucero", como describe Del Molino en el libro. Una línea que no encaja en el siglo XXI.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión