Dos despedidas por puertas distintas

Padilla toreó por última vez en las plazas españolas. Talavante protagonizó un inesperado final.

Último festejo de la Feria Taurina del Pilar
Último festejo de la Feria Taurina del Pilar
Efe

Juan José Padilla se despidió este domingo de las plazas españolas en el escenario que cambió su historia. Un toro marcado con el hierro de Ana Romero le arrancó medio rostro el 11 de octubre de 2011. La Misericordia lo vio marchar con la vida pendiendo de un hilo y el mal menor de haber perdido la visión del ojo izquierdo. Al poco tiempo, cuando yo todavía era un estudiante y él estaba inmerso en el duro proceso de rehabilitación, me contó lo agradecido que estaba a la doctora Simón, al doctor Nadal y a la familia Val-Carreres -padre e hija- por haber obrado el milagro de salvarle. Sin esas manos prodigiosas que ayer se apoyaban sobre el capote de paseo que presidía el palco de médicos, el adiós del jerezano hubiese sido diferente y precipitado. Sin el cariño de todos los que le acompañaron desde el primer día en el hospital y han querido acompañarle hasta el final, la leyenda del Pirata no sería tal.

Esta ciudad lo convirtió en el torero del pueblo y él respondió como icono de superación personal. Tras seis meses de intensa y ardua batalla, el color verde de su vestido de luces bautizó la esperanza del renacer en Olivenza. Ataviado con un parche negro y el coraje de los héroes trágicos, Juan José Padilla volvió a los ruedos para paladear la otra vertiente de la fiesta. El toro de carretera abrió paso a las embestidas dulzonas. Los contratos comenzaron a multiplicarse, con la Misericordia como parada obligada en cada una de sus temporadas.

Desde aquella grave cogida, Padilla jamás ha fallado a su cita con la Virgen del Pilar. Su fe lo llevó salir a hombros en su regreso a la ciudad en octubre de 2012; su espíritu arrollador lo condujo a nuevos éxitos en años posteriores; su constancia le ofreció la oportunidad de planear una retirada con el final soñado.

Inesperado desenlace

José María Manzanares y Alejandro Talavante, que al finalizar la corrida anunció por sorpresa que se aparta de forma indefinida de los ruedos, lo acompañaron sobre la arena. Otros amigos como José Ortega Cano, Antonio Ferrera, Manuel Escribano, Alberto López Simón, Salvador Vega, Alberto Álvarez o Paúl Abadía ‘Serranito’ siguieron el transcurso de la tarde tras la barrera. También Fernando García Terrel y Adolfo Suárez, encargados de escoltar al protagonista desde la capilla hacia su último paseíllo.

Padilla sale a hombros en su despedida

El Pirata tuvo que esperar al cuarto toro, brindado a sus hijos, para cobrar las dos orejas que desbordaron el entusiasmo hacia el final inesperado. Los gritos de "Illa, illla, illa, Padilla maravilla", que aclamaban su salida a hombros, contrastaban con la marcha silenciosa y chocante de Talavante. Las palabras de agradecimiento pronunciadas por Juan José a través de la megafonía, dirigidas a la familia, compañeros y aficionados, encubrían un segundo adiós temporal. Mientras el protagonista principal tomaba la Puerta Grande de Zaragoza hacia el retiro triunfal, Talavante hacía público en las redes sociales su decisión de darse un tiempo.

La coincidencia en el blanco del traje, el no brindar su segundo toro o la frialdad de los gestos finales del extremeño, alejados del cariño recíproco evidenciado por Padilla y Manzanares, dan que pensar. El extremeño había dibujado el toreo eterno. Y eterno se nos va a hacer el vacío hacia su regreso. Desconozco los motivos de su marcha. Quizá él tampoco sepa de dónde viene y a dónde va este arrebato tan significativo. Pero era el día del compañero Padilla. Pocos toreros han sido tan queridos por mayores y pequeños. Nunca un valiente de luces fue tan admirado por su arrojo. Este domingo se fue un referente que no merecía que empañasen su despedida. Os echaremos de menos a los dos.

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