Puertomingalvo, un lujo cultural

Las salas de la localidad turolense ofrecen una gran exposición de Salvador Victoria.

La pulsión geométrica, tan elaborada, de Salvador Victoria se ve en Puertomingalvo.
La pulsión geométrica, tan elaborada, de Salvador Victoria se ve en Puertomingalvo.
R. G. Prats / F. Miralles

De unos años a esta parte nos hemos acostumbrado a recibir noticias desbocadas: todo tiene que ser insólito, nuevo, en parte intrigante y fuera de lo común. Nos hemos acostumbrado a un tipo de noticias que produzcan ruido, estridencias, choques y perversión. Hoy, para mí tarde del primer lunes de agosto, he pensado que también yo podía proporcionar una noticia insólita, fuera de lo común y que a su vez produzca un choque mental y evidencie ciertas perversiones políticas. La noticia es así de sencilla: en la Sala de la Villa de Puertomingalvo se presenta una exposición con casi treinta obras de Salvador Victoria.

Noticia insólita y fuera de lo común porque tal vez en toda España ahora no podríamos encontrar otro pueblo de poco más de cien habitantes que muestre una treintena de obras de una figura de primera magnitud de la plástica contemporánea española. Pero tan insólita y fuera de lo común es, en tanto la exposición responde a una programación anual de los meses de verano del pueblo. En una sala de la Villa medieval, impecablemente restaurada, cada año se presenta una figura unas veces consagrada, otras cuyo interés actual augura una consolidación futura. Estas singulares muestras permiten ampliar la colección de obras de la villa, que ya presenta un envidiable contenido.

Una antológica breve

Esta noticia, única, evidencia ciertas perversiones políticas cuando los gestores culturales siempre insisten en que la cultura no es rentable. Pues existe una rentabilidad que se ve, en tanto la exposición en un pueblo de cien habitantes, en una zona casi despoblada del sur de Teruel, es visitada, en el mes largo de su exhibición, por más público que el que reciben muchos museos de notables ciudades. Visitas confirmadas.

Pero existe en estas muestras una rentabilidad que no se ve, que no es cuantificable: introducir al visitante en el conocimiento abstracto, que aporta toda exposición; provocar la reflexión ante el lenguaje críptico y simbólico del arte; sensibilizar y cautivar al público con un discurso estético.

Esta noticia, por su impar contenido, se debe al equipo político del Ayuntamiento, impulsado por su alcalde Manuel Zafón y ellos hacen posible este singular suceso, que han dejado en manos de Ricardo García Prats (director del Museo Salvador Victoria de Rubielos y coordinador de las salas del palacio de Montcada en Fraga) su concreción técnica.

El año pasado se presentó casi un montaje conceptual de Joaquín Ureña, de su estudio y labor. En esta ocasión Ricardo García Prats nos ofrece una visión de la obra de Salvador Victoria, vanguardista abstracto nacido en Rubielos de Mora en 1928 y fallecido en Alcalá en 1994.

Lógicamente se trata de una muestra antológica reducida, pues el edificio del Ayuntamiento, iniciado en el siglo XIV, no ofrece grandes amplitudes. Una treintena de obras nos perfilan las cuatro etapas más definidas de su trayectoria. Tres pequeñas obras nos fijan, en 1950, el esquematismo, en parte picassiano, que le une al hacer de casi todos los jóvenes artistas del momento.

Después, en 1956, París. Fue el viaje más decisivo de su vida, que le retuvo en la capital francesa nueve años. Decisivo pues le ató de por vida al lenguaje de vanguardia y le ató, también de por vida, a Marie Claire Decay.

Informalismo y geometría

Primero será el informalismo: materia y gesto que marcó a cuantos pasaron por París. Era la primera rotura profunda que alejaba al artista definitivamente de la pintura tradicional, de lo académico. Trabajar con grosor de pintura, dar el protagonismo al gesto, era sentirse realmente artista. París: la pintura, la ciudad, la vida, le marcan definitivamente, profundamente.

Luego, como reacción al informalismo imperante en España –Dau al Set, El Paso– se adentró en lo geométrico, más intelectual, más frío, muy cosmogónico. Mundos y esferas, espacio y universo. Aquí salta a otros espacios. Navega entre el renacimiento y Escher. Y la geometría se diluye, en una fusión con el anterior informalismo. Es el momento de esplendor, el momento de una aportación más lírica. El color alcanza la mayor expresividad.

Ricardo García Prats ha colocado en el centro destacado de los muros, una obra de cada una de las tres etapas descritas. Con estas tres obras nos explica una vida. Serían suficientes para comprender la rica personalidad de un artista que murió a los 66 años.

Por favor, acérquese a Puertomingalvo, pues podrá comprender a Salvador Victoria en toda su amplitud… Por favor, acérquese a Puertomingalvo para disfrutar de un lujo cultural.

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