Los grandes intérpretes de la lírica en Zaragoza

Aunque las representaciones operísticas en la ciudad pasan por una época de escasez alarmante, no siempre ha sido así. Y nunca han faltado buenas voces.

La pasada primavera, Fleta fue objeto de una exposición en el museo Pablo Serrano.
La pasada primavera, Fleta fue objeto de una exposición en el museo Pablo Serrano.
José Miguel Marco

Zaragoza tiene una larga trayectoria de vida operística que se remonta a los inicios del esplendor de este género y Aragón ha dado nombres de fama universal que han pisado los mejores escenarios de ópera del mundo.

Citaremos de pasada a varios intérpretes que, nacidos en esta tierra, fueron en su época figuras muy destacadas, e invitamos al lector curioso a ampliar esta información en numerosas fuentes bibliográficas y en la red, donde también se pueden encontrar grabaciones de algunos de ellos que citamos brevemente:

Antonio Aramburo (Erla, 1840-Montevideo, 1912), tenor, según Enrique O’Neil, foniatra catalán, poseía "la voz más perfecta del XIX en extensión, calidad, timbre y color". Se comparó con ventaja a Gayarre según testimonios de la época. Tuvo una vida agitada y llena de curiosas anécdotas.

Andrés Marín (Teruel, 1843), de familia humilde, era gran amigo de Julián Gayarre. Al retirarse, fue alcalde de Teruel. Hoy, un teatro lleva su nombre en la ciudad bajoaragonesa.

Eduardo García Bergés (Zaragoza, 1852) fue un tenor de la época dorada de la zarzuela, la de Chapí y Barbieri, hoy olvidado como tantos otros y que, al parecer, murió en la indigencia.

Julián Biel, (Zaragoza, 1869), tenor dramático muy destacado, llamado en 1899 "el tenor del porvenir", actuó en el Real con asiduidad en los primeros años del siglo XX. Murió en Barcelona en 1948. Fueron memorables sus interpretaciones de ‘El trovador’.

Marino Aineto (Murillo de Gállego, 1873-Milán, 1931), barítono, formó compañía con Julián Biel y Fidela Gardeta a principios del siglo XX y cantó en el Real, el Liceo y otros de los principales teatros de Europa y América, incluídos los grandes papeles wagnerianos (‘Lohengrin’, ‘Parsifal’).

Amable Leal (Alcañiz, 1875), de quien poco se sabe pero que ha sido recuperado en un reciente libro del profesor Juan Villalba, junto a Pascual Albero (Alcaine, 1906-Zaragoza, 1999), de interesante trayectoria, que llegó a salir a hombros y paseado por La Rambla tras una exitosa ‘Marina’ en el Teatro Victoria en 1932.

Fidela Gardeta, mezzosoprano de Huesca (1876-1922), cantó varias temporadas en el Real y en 1901 en el Principal de Zaragoza con Aineto y Biel.

Victoriano Redondo del Castillo (Alfambra, 1891-Madrid, 1933), bajo, amigo de Marcos Redondo, cantó fundamentalmente zarzuelas de Amadeo Vives, de quien fue amigo. Alternó con Hipólito Lázaro, Fleta y Elvira de Hidalgo en varias representaciones de ‘Rigoletto’.

Juan Francisco García Muñoz, de nombre artístico Juan García (Sarrión, 1896-Buenos Aires, 1969), tenor contemporáneo de Fleta y de vida con cierto paralelismo, fue un intérprete, actor, compositor que siempre tuvo a gala su origen aragonés.

Vicente Simón (Zaragoza, 1899-Madrid, 1963) fue un destacado intérprete de zarzuela en los años treinta, especialmente de la obra más significativa del maestro Serrano, ‘La Dolorosa’.

Carmen Gracia Tesán, soprano coloratura de La Puebla de Hijar, falleció en Ginebra en 2003. Actuó en el Liceo, donde triunfó, así como en la Scala y el Metropolitan. Interpretó una memortable ‘Lucía de Lammermoor’ en el Principal de Zaragoza, actuando en los años 1940 y 41.

Estrellas y maestros de estrellas

La gran Elvira Juana Rodríguez Roglán, conocida artísticamente como Elvira de Hidalgo (Valderrobres, 1891-Milán, 1980), fue soprano de coloratura y maestra de cantantes, entre ellos María Callas, con quien mantuvo siempre una gran amistad.

De Miguel Fleta y Pilar Lorengar, los más grandes, poco podemos añadir a la abundante bibliografía y grabaciones que todos podemos consultar, así como de Bernabé Martí, el buen tenor de Villaroya de la Sierra que, con Montserrat Caballé, su esposa, tantas buenas veladas nos dio en las temporadas de ópera del Teatro Principal de los años setenta del siglo pasado.

Terminamos este pequeño recuerdo, en el que sin duda faltan otros personajes, que aportaron su trabajo al arte lírico, con una mención a Pilar Andrés (Zaragoza 1921-2006), soprano y profesora de generaciones y, cómo no, al incombustible Plácido Domingo, que tiene sangre aragonesa y que sigue todavía en activo y es un auténtico milagro de pervivencia en los escenarios.

Y los que son

Hoy hay numerosos cantantes que siguen paseando el nombre de Aragón por los mejores escenarios operísticos del mundo. No es misión de este trabajo dar fe y datos de todos ellos, pero sí quiero resaltar a algunos que están siguiendo la estela de los grandes y también a los jóvenes que van haciéndose hueco poco a poco –ya que la carrera de cantante de ópera es larga y costosa– en este difícil pero maravilloso mundo.

Mención especial merece el bajo Carlos Chausson, un veterano todavía en activo con una larga carrera de éxitos a sus espaldas. O Santiago Sánchez Jericó, tenor; Pilar Torreblanca, soprano, discípula de Pilar Andrés que, a su vez lo fue de la maestra de Fleta, Luisa Pierrick; también Beatriz Gimeno, mezzosoprano,  profesora, trabajadora entusiasta; Eduardo Aladrén, tenor, protagonizando ya importantes papeles protagonistas en los mejores teatros de ópera y que reside entre EE. UU. y España; Francisco Vas, tenor, una voz del Liceo con importantes intervenciones en diversas obras y escenarios; Ruth Iniesta, soprano con una carrera ascendente; Eugenia Enguita, soprano; Isaac Galán, barítono, siempre alabado por la crítica; Eugenia Boix, soprano, de Monzón con una brillante trayectoria; Pilar Belaval, mezzosoprano,  hija de Emilio Belaval, zaragozano de Puerto Rico y fundador del Teatro Lírico de Zaragoza; Jorge Franco, tenor lírico ligero de Huesca; Sara Almazán, mezzosoprano; Rodolfo Albero, nieto de Pascual, tenor entusiasta y trabajador, que ha recogido el testigo de la saga familiar y que lleva a cabo con su Camerata Lírica una importante labor en todo el país; Rebeca Cardiel, joven soprano, y tantos otros que trabajan por encontrar un lugar en la ópera.

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