El último guardián de los sellos

Manuel Duplá, dueño de la última filatelia de Aragón, revisa unos sellos en su despacho.
Manuel Duplá, dueño de la última filatelia de Aragón, revisa unos sellos en su despacho.
Raquel Labodía

Dejarse llevar por la corriente o resistirse al cambio –mejor dicho, sobrevivir al cambio–. La filatelia Manuel Duplá (Calle Espoz y Mina, 34) prefiere tomar el segundo camino y tanto se ha resistido que ya es la última filatelia de todo Aragón. La céntrica tienda tiene un timbre en la puerta que por su mero aspecto se sabe que supera la década de antigüedad. Su letrero publicitario amarillo chillón con letras negras también pide una renovación insistentemente –o, visto desde otro punto de vista, se resiste con ferocidad a ser renovado–.

Cuando entras en esta tienda, el zumbido de una vieja máquina de aire acondicionado da la bienvenida y centenares de tomos antiguos visten las paredes de todo el establecimiento. En la época de las tabletas y los televisores de pantalla plana, esta filatelia parece enclavada en un tiempo que ya ha pasado.

Manuel Duplá tiene 76 años y lleva desde la década de los sesenta inmerso en la afición de la filatelia, a la que primero se acercó como aficionado para pasar pronto a colocarse al otro lado del mostrador: primero en su casa y más tarde abriendo su propia tienda. En su época de mayor esplendor, los años ochenta, Zaragoza llegó a albergar más de 20 establecimientos dedicados a la compra y venta de sellos. Hoy solo queda uno: el de Manuel. Si bien es cierto que algunas tiendas también venden sellos, esta es la única que se dedica exclusivamente a esta actividad. Manuel Duplá es el superviviente del devenir de los tiempos que arrasó con un mercado que movía millones de sellos de todas las características por todas partes del mundo. "Antes estaba masificada, pero los coleccionistas han ido desapareciendo", afirma. Algo que también se aplica a los otros vendedores que, a diferencia de Manuel, tuvieron que bajar la persiana definitivamente: "aprecio mucho a mis compañeros... bueno, excompañeros", matiza al darse cuenta de que él es el último. "Pero por varias causas acabaron cerrando: varios fallecieron", recuerda Duplá.

Los motivos de la decadencia de la filatelia son múltiples: la pérdida de afición de la juventud, la menor circulación de sellos, el alto coste de esta afición o el mal nombre que le ha dejado la estafa de Fórum Filatélico.

"Los coleccionistas antes empezaban de niños. Ahora empiezan con 40 años y sus hijos no quieren continuar con la afición", cuenta Duplá. Aún así, los coleccionistas que ya existen se mantienen fieles a su afición y pocos se plantean abandonarla, asegura Duplá.

El futuro

"Hacen falta tres cosas para dedicarse a la filatelia: entenderla, atenderla y tener dinero", sentencia Manuel. Pocos están dispuestos a gastarse los mil euros que puede costar una colección de álbumes vacía por completar. Pero Duplá es optimista: "Yo sigo en esto porque me gusta. La filatelia es un ‘hobby’ y se disfruta como el que es aficionado al fútbol y disfruta con un gol del Zaragoza. Creo que la humanidad tiene un gen que le lleva a coleccionar cosas: dedales, cintas de películas o, en mi caso, sellos".

Manuel Duplá carga sobre sus hombros el último establecimiento filatélico de la ciudad, pero esa responsabilidad no parece pesarle, ya que confía en que su hija –que, según dice, disfruta tanto como él con esta afición– continuará con el negocio cuando llegue el momento. Un momento que aún ve muy lejano: "Yo pienso seguir eternamente, esto es lo que me gusta. Mientras las canas aguanten, estaré aquí".

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