El 'Nerón' del director aragonés Alberto Castrillo-Ferrer incendia el escenario de Mérida

Hasta el domingo, se representa en el Festival de Teatro Clásico con Raúl Arévalo e Itziar Miranda en el reparto.

Los actores Raúl Arévalo, Diana Palazón y Francisco Vidal, en una escena de la obra 'Nerón', en el Teatro Romano de Mérida
Los actores Raúl Arévalo, Diana Palazón y Francisco Vidal, en una escena de la obra 'Nerón', en el Teatro Romano de Mérida
Jero Morales/Efe

Donald Trump podría ser un Nerón actual. O, al menos, así lo entiende la actriz Itziar Miranda, que interpreta a Agripina -la madre del emperador- en la obra 'Nerón', dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, quien comparte "totalmente" su afirmación. Ambos profesionales, de origen zaragozano, son dos de los pilares del montaje, que se representa en el Festival de Teatro Clásico de Mérida hasta el próximo domingo. "Es un escenario realmente impresionante, que te obliga a atarte los machos. No te puedes dejar comer por su monumentalidad", explica el director, novicio en las piedras del histórico teatro romano. El espectáculo se representará en noviembre en el Teatro Principal de Zaragoza.

El Nerón que describen los textos de Eduardo Galán, que se inspiró en la novela ‘Quo vadis?’, de Henryk Sienkiewicz, así como en textos del narrador Petronio -su consejero- o del historiador Suetonio, es un personaje "poliédrico". Interpretado por Raúl Arévalo, es un "dictador cruel, pero posee un punto entrañable, atractivo, carismático, gracioso", analiza Castrillo-Ferrer.

Un incendio que no provocó

"El giro -aclara el director- se produce durante el incendio -que estudios posteriores demostraron que no provocó-, que Nerón aprovechó para borrar Roma, reconstruirla desde cero, aunque eso significase una masacre, dejar sin casa a miles de personas", insiste Castrillo-Ferrer. Esa ambigüedad "se agradece como actor", apunta Arévalo, quien defiende el personaje "sin caer en el estereotipo de loco sanguinario que toca la lira mientras arde Roma", aunque reconoce que eso "también está en la obra".

No es ni comedia ni tragedia, porque "tiene de todo -apunta el director-: baile, comedia, melodrama...". Y, en el tortuoso papel de Agripina, aparece Itziar Miranda, que encarna a una mujer ambiciosa, manipuladora, fuerte, agresiva. "Ella hace un doble rol. En un principio interpreta a una joven madre que incita a Nerón a subir al poder. Y tras su muerte a manos de su hijo, regresa del averno como fantasma, llena la cabeza al emperador de consejos crueles, como que no apague las llamas". De ritmo trepidante, pasa de las lágrimas a la risa en minutos -tiene una duración de una hora y media-. Y se sirve de ‘flashbacks’ para complementar la historia principal.

Miranda, que interpreta a Manolita en la ficción televisiva ‘Amar es para siempre’, explica que Agripina está deseosa de conseguir el mando. Añade que su personaje podría representar a los mercados o la economía en la actualidad, porque estos son los que dan las pautas para que los gobernantes actúen. E insiste en que ella ha encontrado la inspiración en el "propio poder".

"Sois patéticos"

La obra comienza con un monólogo del propio Nerón que cronológicamente se sitúa poco antes del final. "Sois patéticos", dice Arévalo, antes de acusar al público, a quien se dirige como si fuese el Senado romano, de fomentar la conjura contra él.

A su alrededor, diversas historias paralelas, como el conflicto civil que enfrentó en el imperio a los primeros cristianos -acusados por Nerón de provocar el incendio- con los paganos romanos, abordado a través del amor entre el romano Marco Vinicio (José Manuel Seda) y la cristiana Ligia (Carlota García). El montaje se torna todavía más complejo cuando entra en juego la sexualidad del dictador, que disfruta de un matrimonio abierto con Popea (Diana Palazón), en el que las relaciones de ambos con otros hombres son comunes.

"El teatro clásico tiene que hablar a los contemporáneos. Y es verdad que Trump tiene muchos ecos de Nerón, incluso su megalomanía. Pero, sobre todo, comparten que su pueblo los quiere. Debemos revisar nuestra responsabilidad, porque, para que estos seres se crean dioses, la gente ha tenido mucha culpa por no decir nada, por comodidad, pereza o miedo. Y luego nos damos cuenta tarde, como le pasa a Petronio (Francisco Vidal) en la obra", recalca el director.

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