El mueble aragonés del siglo XVIII, protagonista del Salón del Connaisseur

El zaragozano Miguel Cebrián participa en este selecta cita de anticuarios en Madrid.

Miguel Cebrián, en el I Salón del Connoisseur
Miguel Cebrián, en el I Salón del Connoisseur
Enrique Cidoncha

"El mueble aragonés es aún uno de los grandes desconocidos en el mundo de los anticuarios". Así resume el zaragozano Miguel Cebrián la filosofía con la que ha encarado su participación en el I Salón del Connaisseur, una selecta cita de anticuarios que celebra su primera edición hasta el domingo en la capital de España

La idea partió de Jorge Alcolea, conocido profesional con espacio propio en Madrid y Barcelona, que quería crear “un punto de unión entre expertos o 'connaisseurs'. Desde el galerista al coleccionista privado, eruditos, aprendices o curiosos del mundo del arte con algo en común: el gusto por las piezas artísticas seleccionadas, bellas y exquisitas".

Y así diseñó este salón, al que invitó a 14 especialistas de toda España, para que llevaran sus joyas más preciadas -mobiliario, pintura, joyería, libros...- en un espacio de 600 metros cuadrados en la céntrica calle madrileña Velázquez, 12. La muestra puede visitarse  hasta el domingo en horario ininterrumpido de 11.00 a 21.30.

Aunque en la cita no faltan piezas relacionadas con Aragón (la galería Fernando Pinós lleva una 'Dama' que realizó Antonio Saura en 1968), el protagonismo se lo lleva Antigüedades Miguel Cebrián y sus muebles aragoneses del siglo XVIII.

El mueble aragonés del siglo XVIII, protagonista del Salón del Connaisseur

"Son muebles policromados, que normalmente aparecen con varias capas de pintura encima -relata Cebrián-, y que cada vez se valoran más entre los aficionados. Son piezas que si se les aplica una cuidadosa restauración, resultan muy actuales, al tiempo que trasmiten mucha historia. Sobre todo historia cotidiana".

Él ha llevado a Madrid una decena de piezas. "No tengo seguro su origen. Lo he intentado investigar pero resulta muy complicado porque no existe documentación. En mi opinión, el mueble aragonés del siglo XVIII, que no tiene que ver con el que se hizo simultáneamente en otras comunidades, pudo llegar a Aragón cuando Carlos III regresó a España desde Nápoles. Tiene bastantes conexiones con el mueble napolitano de aquella época, aunque con sus particularidades. Nuestros muebles del XVIII eran muy elegantes en formas y colorido".

En la mayoría de los casos, cuando se trata de muebles de asiento, han llegado a la actualidad sin la tapicería original. "A veces aparece alguna, pero es bastante raro, la verdad; en alguno me he encontrado seda amarilla. Es bastante frecuente pensar que las casas de la época eran oscuras y lúgubres, y no era así. Las casas se pintaban, a veces con escenas y otras con colores espectaculares, y el mismo gusto estético se aplicaba a los muebles, que se teñían de rojo, o de azul, combinado con dorado en las molduras".

El mueble aragonés del siglo XVIII, protagonista del Salón del Connaisseur

Aunque el salón está orientado a la venta al público, Miguel Cebrián no quiere hablar de precios. "¿Qué vale un mueble de este tipo? -se pregunta-. ¿Qué vale el milagro de que haya sobrevivido casi 300 años sin que lo hayan convertido en leña? Es complicado hablar de precios en este campo, porque una silla puede valer 300 euros y otra 1.500. Hoy, además, los precios ya no son una dificultad a la hora de adquirir antigüedades. Hemos llegado a un punto en el que resulta más caro comprar un buen mueble moderno que uno antiguo. Un coche de alta gama vale 120.000 euros, y con ese dinero se pueden amueblar completamente dos casas con antigüedades buenas y bonitas".

La cita, y de ahí el título de 'Connoisseur', tiene mucho que ver también con la divulgación. Por eso se hizo una jornada preinaugural, orientada a coleccionistas y profesionales (este miércoles) y el jueves se ha abierto al público, con entrada libre, y se anima a los visitantes a hacer cuantas preguntas consideren oportunas. Los anticuarios las responden.

"Este tipo de ferias vienen muy bien para hacer pedagogía -concluye Miguel Cebrián-. Porque todavía hay mucha gente confundida acerca de las antigüedades".

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