Jesús Garcés, Baitico, memoria viva de Bielsa

A sus 92 años y recién publicado su libro de memorias en belsetán, acaba de recibir el premio Chuana Coscujuela

Jesús Garcés, Baitico, reciente ganador del Premio Chuana Coscujuela
Jesús Garcés, Baitico, memoria viva de Bielsa
Gara d'Edizions

"Yo siempre he tenido mucha pasión por mi pueblo y quería dejar testimonio de cómo era hace años. Hasta que me dije, ahora o nunca. Tengo ya 92, y me puede pasar cualquier cosa". Así explica Jesús Garcés, 'Baitico', cómo nació el libro que acaba de publicar y que prácticamente ha coincidido en el tiempo con el premio Chuana Coscujuela 2018, que le ha concedido el Gobierno de Aragón "por su entrega, disposición y disponibilidad para ayudar a todos los estudiosos de la cultura belsetana, en particular, y de la aragonesa, en general".

Hoy, desde la altura de sus 92 años, Jesús Garcés, 'Baitico', es muchas cosas: un hombre cabal, generoso y amable;  quizá el hablante patrimonial más longevo del belsetán, una de las variedades más puras del aragonés; y la memoria viva de Bielsa. Tenía 12 años cuando se vio obligado a huir a Francia por la Guerra Civil, y desde entonces a hoy ha sido testigo fiel y privilegiado de todo lo que ha ocurrido en Bielsa y su valle.

"La guerra es lo más doloroso que he vivido. Precisamente este fin de semana se va a conmemorar el 80 aniversario (15 de junio de 1938) del bombardeo de la aviación de Franco. Antes ya nos habían enviado a Francia (evacuados según los planes de la 43ª División del ejército republicano). Mi padre no pasó a Francia porque estaba abajo, con el ganado, por la trashumancia y ya era zona de Franco. No sabíamos nada de él y mi madre no hacía más que llorar. No pudimos regresar por donde habíamos pasado a Francia, sino que lo tuvimos que hacer por Irún. Y la vuelta fue muy dura. Los republicanos se nos llevaron las vacas y las cabras, todo lo que teníamos, pero luego vino la aviación de Franco y lo arrasó todo. De las 150 casas que había en el pueblo solo quedaron en pie dos. Tuvimos que reconstruirlo todo de la nada, porque Regiones Devastadas solo nos hizo 5 o 6 casas".

Así, con la memoria fresca y el recuerdo nítido, Garcés desgrana lo mucho que ha vivido. Y así lo hizo también Óscar Lerín, que ha realizado las labores de edición y transcripción para el libro que acaba de publicar Gara d'Edizions en su colección Documenta. Por sus 140 páginas se entrecruzan desde avatares personales (infancia, servicio militar, noviazgo...) hasta descripciones que harán las delicias de los aficionados a la etnología:  las fiestas, el laboreo de la madera, los aperos, las carboneras, las minas, el jabón, el vestuario, la gastronomía, la casa típica, los ritos funerarios, el reparto de la montaña, las leyendas y los dichos... El libro está escrito en el sonoro belsetán, que no debe asustar a quienes no manejen el aragonés, porque se entiende perfectamente sin grandes esfuerzos.

Se entiende y conmueve, desde la primera página. Hoy, con el libro ya publicado ("todo está ahí", asegura), Baitico no tiene inconveniente e conversar también sobre algunos de los pasajes. "La posguerra fue dura también. Pasamos mucha hambre. Cogimos un 'sarnazo' y no teníamos ni medicamentos ni dinero para pagarlos. Ni toalla para secarnos", recuerda ahora.

También ha habido momentos felices en su vida, aunque en su mayoría llegaron antes de la guerra, cuando los niños celebraban la fiesta de la Candelaria, y jugaban a los pitos y a las carpetas; o bastante después. Su existencia es un ejemplo de lo que ha sido la vida rural pirenaica hasta la llegada de la modernidad.

"La agricultura del Pirineo es muy pobre -señala ahora-. Cereal siempre se ha cogido poco... nosotros, ni para medio año. Pero aún así, ¡anda que no me han pasado fajos por las costillas para llevarlos al pajar!. La agricultura es pobre porque no hay extensiones para meter las máquinas. En el Prepirineo es mejor, y en la tierra baja ya ni te cuento".

En el libro dedica un capítulo a las relaciones con Francia que, a su juicio, "siempre han sido buenas". "Como ha habido tanta convivencia, muchos iban y se casaban allí. Les ocurrió a mis padres, porque mi madre se había ido a Francia a servir. En el Pirineo francés hay muchas familias españolas. Ahora, con la carretera internacional, aún hay más comunicación. Y todos somos europeos".

Baitico reivindica lo antiguo pero también alaba lo moderno. Y a sus 92 años reclama que se haga algo por su belsetán. "Tenemos un dialecto bien majo en Bielsa -señala-. Pero se está perdiendo. Hay quien dice que es feo y se habla poco, pero lo que tenían que hacer es darlo más en las escuelas y enseñarlo bien a los chavales. Pero, la verdad, no sé si hay mucho interés por parte de los que mandan. Y sin ese interés, no habrá futuro".

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