Claude Delangle: "La música, más que cultura, es antropología, vida"

El considerado como mejor saxofonista del mundo visitó Zaragoza para ofrecer unas ‘masterclases’ en el Conservatorio Superior de Aragón. "Cada vez escuchamos menos música", se lamenta

Claude Delangle visitó Zaragoza como profesor.
Claude Delangle visitó Zaragoza como profesor.
Aránzazu Navarro

¿Qué tal ha ido la experiencia?

Ha sido muy interesante. En las últimas semanas he dado ‘masterclasses’ en Milán,_Katowice y Shanghái. Me gusta mezclar el trabajo pedagógico y las actuaciones porque son dos caras de una misma cosa. A veces enseñar está casi a la altura de un concierto, porque te ves expresando en voz alta pensamientos y reflexiones que ignorabas que tenías. Los alumnos de Mariano García en el Conservatorio Superior de Aragón son una maravilla. Hemos hablado mucho de música, pero sobre todo de filosofía y de antropología._Porque quizá la música no sea cultura sino antropología: no es tanto un producto elaborado por los privilegiados, sino algo que está en la esencia humana.

En la actualidad oímos mucha música, pero quizá la escuchemos menos que nunca.

Claro. Hay música en todas partes: en los supermercados, los ascensores, las estaciones de tren... Pero cada vez escuchamos menos. Un concierto en directo es el único momento en que verdaderamente la escuchas, porque es cuando se establece una vibración directa entre el músico y el público._Y uno puede apreciar allí la virtuosidad, el esfuerzo, la energía que fluye.

Pero, en un concierto, el público busca al intérprete virtuoso, capaz de exhibiciones técnicas.

Entre los que se dedican a la clásica existe una tradición en el sentido de que lo fundamental es tocar bien, tener una buena técnica. El problema es que, si no hay entusiasmo, si falta comunicación, todo se pierde y la música no es sutil. Ocurre como con el vino. Usted no apreciará los matices y la energía de un buen vino si no encuentra la comida adecuada a sus cualidades. La música es armonía, de sonidos y de inteligencias. Si no hay fusión, hay confusión.

¿Qué debe buscar el público?

Si en un concierto hay dos segundos, tan solo dos segundos, en los que se da esa armonía, esa fusión, esa conexión, creo que ya es suficiente. Es lo que ustedes, los españoles, llaman duende.

Pero eso no se aprende en los conservatorios.

No, pero se puede buscar. Se lo decía antes, estamos equivocados: la música no es cultura, es un asunto vital, vida. Cuando tocas en un hospital, da igual que los pacientes sepan o no que lo que estás interpretando es una obra de Mozart o de Denisov. Lo importante, y está comprobado científicamente, es que los pacientes incluso respiran mejor.

Dice que hay distintas escuelas o estilos de tocar el saxofón en función de la lengua materna.

Así es, aunque con las grabaciones, el aluvión de cursos de verano y los medios de comunicación y Youtube, la situación se esta homogeneizando. Pero todos los instrumentos de viento tienen una embocadura, y cada intérprete se enfrenta a ella en función de su lengua materna. Los franceses tenemos vocales y consonantes muy nasales y ello se ve reflejado en nuestra manera de tocar el instrumento; los saxofonistas japoneses tienen muy buena sonoridad pero les faltan colores; los americanos tienen un sonido mucho más abierto._Por eso el jazz es la música de la lengua americana.

Usted empezó con el saxo casi sin quererlo.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno francés puso en marcha un programa para detectar a niños con condiciones especiales para la música. Fui seleccionado y mi padre me llevó a una escuela pensando en que estudiara violín. Cuando llegué se sorprendieron: ‘¡Pero si tiene 9 años, es tarde para el violín!’. A mí lo que me gustaba era soplar así que...

... Llegó al saxo.

Es que es un instrumento magnífico, con un sonido increíble. ¿Conoce a alguien a quien no le guste el sonido de un saxo?

Usted lo toca en un ámbito en el que todavía es poco frecuente, el de la música clásica.

El saxo es tan expresivo que es muy difícil de tocar junto a otros instrumentos. Pero, si lo haces bien, puedes conseguir con él una increíble riqueza de matices.

¿Cuál es su favorito?

El soprano. De joven me encontraba muy cómodo y a gusto con el barítono, pero a los 16 años mi padre me regaló un soprano y fue la gloria. El saxo tenor me gusta mucho para el jazz, pero no ha encontrado aún su propio repertorio dentro de la música clásica. Y últimamente me está gustando cada día más el alto...

¿Qué es el saxo?

El mejor invento del genial Adolphe Sax. Cada instrumento musical es en realidad un pequeño milagro, un equilibrio entre la nada y la nada. Para mí, el saxo es una especie de gran oboe con boquilla._No un clarinete cónico, como muchos quieren ver.

¿Y cuál es el mejor método para tocarlo?

Uno llega a ser un buen saxofonista cuando todo lo que hace parece fácil. Saber hacerlo todo es básico, claro, pero a veces se confunden técnica y mecánica. Mi técnica es mía y de nadie más, nadie puede tocar como yo lo hago y yo no puedo tocar como nadie más. Mire, la música también, y sobre todo, es energía, y más en los instrumentos de viento. Porque para crear sonido uno emplea lo más íntimo, lo más vital: su propia respiración. Y desde el momento en que yo empleo mi respiración, mi energía, nadie más lo puede imitar. El mejor maestro es uno mismo. Hay muchos profesores que ‘matan’ la música.

¿Y cómo lo hacen?

Yo he visto clases en las que un alumno inicia una obra y su profesor le interrumpe y corrige una y otra vez hasta que hace algo como él quiere. Eso es ‘matar’ la música. Puede que el chico cometa fallos, pero déjale tocar. ¡No puedes interrumpirle cada dos segundos! La música no es eso. Estamos creando buenos instrumentistas y malos intérpretes, profesionales antes que aficionados. Y nos olvidamos de que la música no es solo un trabajo. Es un placer.

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