Trinidad Ruiz-Marcellán: “La poesía nos ayuda a resistir la vida que nos toca”

La poeta y editora de Olifante recibe un homenaje en el certamen Marzo Poético de Fraga.

Trinidad Ruiz-Marcellán, a los pocos días de publicar 'Traducción del silencio'
Trinidad Ruiz-Marcellán, a los pocos días de publicar 'Traducción del silencio'
José Miguel Marco

Trinidad Ruiz-Marcellán (Zaragoza, 1950), editora y poeta, será objeto de un homenaje, el sábado 24 y el domingo 25, en el festival Marzo Poético de Fraga.

¿Qué significa para usted la distinción del Marzo Poético de Fraga?

En primer lugar, agradecimiento a una biblioteca por reconocer a Olifante sus 40 años de trabajo editorial. Finalmente, adquirir mayor compromiso humano y profesional por el futuro de la edición poética en nuestro país.

Quizá lo haya vivido antes como editora, acompañando a sus poetas. ¿Qué recuerdos o sensaciones conserva? ¿Estuvo ya en el Paseo de los Poetas de Fraga?

He estado en Fraga durante tres años consecutivos acompañando a distintos poetas, en la lectura y en el Paseo. Fueron momentos entrañables e intensos. Es una idea, la del Paseo, para tomar nota en otras ciudades. Recuerdo, con gran cariño, el homenaje a Mariano Esquillor que, por enfermedad, no pudo acudir y todos los asistentes leímos sus poemas.

¿Recuerdas cuándo le llegó la poesía?

Yo tenía 15 años. En la Biblioteca pública de la calle Santa Teresa de Zaragoza leí por primera vez a Pedro Salinas. Del libro “La voz a ti debida” y el poema ‘No quiero que te vayas/dolor, última forma/de amar”. Pasados los años, reconocí que ahí estaban mis inicios. El poema representa una forma de amar clave en mi mundo. Para mí, el amor siempre ha llegado con el adiós colgado en la espalda.

¿Cómo marcaron sus padres su inclinación hacia la cultura?

Mucho. Eran muy diferentes el uno del otro; mi padre violinista, vivía en un mundo de sensibilidad inalcanzable; mi madre, pisaba firme, era más realista. Los dos y mis cinco hermanos me han ayudado a construirme y a sintonizar cuerpo y mente. Por ellos, además del bagaje de la vida, soy lo que soy.

¿Cómo fueron esos años de aprendizaje, de preparación? ¿Qué le viene a la cabeza?

Recuerdo vivir con enorme intensidad. Sin yo saberlo, vivía esos versos de Machado: “Siempre todavía”. No existía el mañana sino el ahora. Era muy querida y quería mucho. Día a día crecía mi amor por los animales, la naturaleza y la poesía.

¿Qué significó para usted, en términos poéticos, vivir con Ángel Guinda, poeta y su primer marido?

Vivir con Ángel Guinda fue determinante. Sin darnos cuenta, adolescentes los dos, vivíamos por y para la palabra poética. Aprendí -poéticamente- a compartir mi mundo con el mundo de los otros, a vivir fuera del mundo estando en éste. También a reconocer en los otros la propia vida o que el mundo -tu mundo- cabe en una palabra. En el momento de vivir con tanta intensidad, las dificultades fueron enormes, seguramente porque éramos muy jóvenes. Con la distancia, aquel tiempo sigue construyéndome hacia un destino poético.

Fue amiga de poetas como Luciano Gracia, Manuel Pinillos, de muchos autores de la Peña Niké. ¿Le marcó esa generación, algunos viajes, la complicidad con sus mujeres?

Ahora todavía quiero más a Luciano, a Pinillos… Ser cómplice con sus mujeres (Elena y Marga) en aquellos momentos era complicado para mí. Había una diferencia de edad que marcaba distintos intereses entre nosotras. He de recordar cómo Margarita bebía el vaso de vino de Manuel Pinillos para que éste no se emborrachase; el hecho era que, de ese modo, ella caía antes que él. También cómo Elena, en uno de nuestros viajes juntos a París para visitar al poeta exiliado Julio Antonio Gómez, admitía las conductas de Luciano, inentendibles para mi edad. Ahora, pasado el tiempo, les quiero más y mi complicidad con las mujeres es total.

En 1979 nació Olifante. ¿Cómo se atrevió, por qué, qué buscaba?

Olifante (palabra muy fonética con mensaje de llamada) parte de la ‘Chanson de Roland’, llegando hasta los Monegros. Me atreví a iniciarme en la edición porque ya conocía las imprentas y algunas editoriales (Puyal, Porvivir Independiente…). Comencé con sencillez (como creo que sigo), con ganas de aprender y de mejorar día a día. Siempre y ahora he deseado encontrar buenos autores. La primera publicación tuvo repercusión mediática porque de la mano de Eugénio de Andrade (nunca olvidaré el viaje a Porto, para conocerle, con Guinda, y el matrimonio Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate) publicamos las primeras cartas de Luis Cernuda.

Si tuviera que decir que ha pretendido la editorial, ¿qué nos diría?

Olifante pretende indagar y descubrir nuevos autores. Jóvenes inéditos, primeras ediciones, extranjeros (fundamentalmente poesía lusa) desconocidos en España, en versión bilingüe. Como pequeña editorial, publicar rarezas que tal vez otras editoriales de más repercusión han pasado por alto por ser esos autores menos comerciales.

¿Qué le hace sentirse orgullosa de su oficio?

Me siento satisfecha con todas y todos los autores editados en Olifante, así como con todos y todas que han de publicar. Todos ellos representan esa firmeza en la palabra poética que revoluciona y hace progresar el mundo.

¿En qué consiste ser editor? ¿A quién admira?

Mi maestro ha sido y sigue siendo Mario Muchnik, argentino de origen ruso, con su obra ‘Lo peor no son los autores’ es mi libro de referencia editorial. Del editor decía Hemingway: “Conoció la angustia y el dolor pero nunca estuvo triste una mañana”.

Insisto. ¿En qué consiste ser poeta?

Comparto con Ángel Guinda que el poeta es un trabajador de la cultura desde la palabra. Como testigo y testimonio del mundo que le toca vivir no puede mirar para otro lado. Junto al filósofo e historiador ha de cumplir la responsabilidad de abrir surcos, encontrar y estar en contra, ir más allá.

Trinidad Ruiz-Marcellán: “La poesía nosayuda a resistir la vida que nos toca”

Debutó como escritora con ‘Traducción del silencio’ (Olifante), un libro del dolor, de la gratitud, del desgarro y del silencio. Una elegía por su segundo esposo, muerto en un accidente. ¿Qué le dio Marcelo Reyes, qué quiere que recordemos de él?

Bueno, si el tiempo no existe, voy a reconocerme en la juventud y en la madurez. La copa vacía que ha dejado Marcelo ha convulsionado el sentido de mi vida, abriendo otros espacios y mundos que me descubren diferente interpretación de la realidad. A él lo tengo presente en estos versos: “La muerte / hace inmortal la ausencia”.

¿Está la poesía de moda?

Al margen de que la moda sea el uso y la costumbre en un momento dado, la palabra de música que es el poema siempre está presente en nosotros, en los árboles, en el agua, en el silencio.

¿Crees que tiene alguna utilidad social importante?

Celebrar la poesía es socialmente útil. Nos ayuda a resistir esta vida que nos está tocando. A solas o con los demás constituye una experiencia de aprendizaje. Que los textos y las imágenes de todos los trabajadores de la palabra estén entre las multitudes de la revolución y el progreso para transformar el arte y la vida es la mejor clara señal de su utilidad social.

LA FICHA

Homenaje a Trinidad Ruiz-Marcellán. Marzo Poético. Fraga, 2018. Sábado 24 de marzo. Palacio de Montcada. 19.00. Presentación y recital; 20.30, Paseo de los poetas. Domingo, 25. Palacio de Montcada. A las 11. Recital de poesía.

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