Mujer. Gitana. Abogada

Sara Giménez es una mujer que rompe moldes: primera gitana de Huesca en estudiar una carrera universitaria, está al frente del Departamento de Igualdad y Lucha contra la Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano (FSG) y es la representante de España en el Comité Europeo contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI).

Sara Giménez lleva toda la vida dedicada a luchar contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia.
Sara Giménez lleva toda la vida dedicada a luchar contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia.
Rafael Gobantes

Escuchar en boca de esta mujer esa frase tan manida de que quiere trabajar para "construir una sociedad mejor", es entender el verdadero sentido de una expresión que es el sueño inalcanzable para millones de personas en el mundo. Pero Sara Giménez (Huesca, 1977) sabe que tiene en su mano esa posibilidad que para muchos es una utopía. Designada por el Gobierno para representar a España en el Comité Europeo contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), perteneciente al Consejo de Europa, asistirá esta próxima semana a la primera reunión plenaria anual en Estrasburgo. Su labor abarcará la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia, al amparo del Convenio Europeo de Derechos Humanos y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH); y entre sus cometidos estará la evaluación de la legislación contra la intolerancia de los 47 Estados miembros y la recomendación de nuevas acciones en esta materia. Todo un sueño para esta mujer, gitana, que no ha hecho sino derribar barreras a lo largo de su vida, cuando supo que, al contrario de sus amigas y de lo que esperaba su familia, quería seguir estudiando y sacar primero BUP, después Bachiller y se propuso hacer la carrera de Derecho y además fuera de su casa, en Zaragoza. Nada que no veamos normal en este otro mundo en el que damos por hecho todo. Tercera de cuatro hermanos, de familia dedicada a la venta ambulante, se ha pasado la vida, también, demostrando a todos, a sus padres, su familia, amigas, a los gitanos más recelosos que se puede seguir siendo fiel a uno mismo, que se puede ser gitana, llevar tu sangre muy dentro, y ser muy libre en tu destino. Y luchar por ello, por la igualdad de todos. Madre de dos niños, viaja constantemente por su trabajo como abogada en Huesca y el que tiene como directora del Departamento de Igualdad y Lucha contra la Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano. A ello le une ahora el ECRI. "Sí, sé lo que es la discriminación porque la he vivido. ¿Rechazo en mi profesión?, no, más bien al contrario, se sienten orgullosos de tener una compañera con mi perfil".

El Consejo de Europa reconoce a España sus esfuerzos contra la discriminación, pero le advierte de la falta de medidas para integrar a los migrantes y la segregación de los niños gitanos, aun a pesar de ser uno de los países más tolerantes de Europa, y muestra su preocupación por el abrumador porcentaje de alumnos gitanos que no terminan la ESO y por la segregación.

Es cierto, porque si hablamos de tolerancia y vemos el clima europeo sí que puede ser una referencia, pero no significa que esté todo resuelto. Y menos mal que no han subido los partidos de extrema derecha, frente a los que nos tenemos que blindar, ni los actos de violencia racista. En España hay que trabajar más por la inclusión social y el establecimiento de valores en igualdad. Tenemos retos pendientes porque a diario vemos cómo los inmigrantes tienen problemas de acceso al empleo, la salud, y también gitanos, y miembros del colectivo LGTBI, porque no hemos eliminado el rechazo a sectores vulnerables, porque vemos de manera cotidiana delitos de odio, junto a la discriminación.

Resulta tremendo que por el hecho de nacer de una manera se te discrimine, que haya que tener un día especial, un organismo que combata el racismo.

Tener que organizar un día sobre algo, la mujer, los homosexuales, es un termómetro de cómo está la igualdad, y es lamentable que por nacer de una manera tu condición ya te hace ser víctima de rechazo. Mi caso es como otros y es muy duro, por eso los países han establecido una protección a determinados grupos, por eso, también, me gusta recordar para saber dónde no debemos volver, aunque hay mucho aún por hacer, en nuestras leyes, porque incluso en la Guardia Civil se hacía referencia a cómo había que vigilar escrupulosamente a los gitanos. Hasta 1978 no tenemos una historia en la que se incluye la heterogeneidad, porque es a partir de la Constitución cuando alcanzamos un marco legal, sin olvidar que Europa se construye bajo unos cimientos por la igualdad. Pero, ¿por qué tenemos un día contra el racismo y un día para la mujer? porque en realidad por ser mujer vivimos la desigualdad. Pero si naces mujer y gitana aun tenemos una doble barrera, algo que conozco bien, la discriminación interseccional. Es muy lamentable que por ser de una raza o etnia o identidad no se les permite una entrevista de trabajo o se les niegue el acceso a una vivienda.

Lo vivió usted con su propio hermano.

Sí, sí, lo sufrí. Yo era pequeña y no me cuadraba qué es lo que sucedía. En casa palpas esa condición y ves esa imagen de los gitanos que está muy poco ligada a la realidad. Piense en determinados programas o noticias en los que se remarca la nacionalidad, la etnia y, lamentablemente, la gente no individualiza, sino que generaliza.

¿Ha visto programas como ‘Palabra de gitano’ o ‘Mi gran boda gitana’, de gitanos irlandeses que viven en caravanas?

Son horrorosos. ‘Palabra de gitano’ recibió la repulsa de todas las asociaciones de gitanos por cómo machacan la imagen de la comunidad y sobre todo de la mujer, en la que se nos ve como una caricatura. Lo viví como una gran falta de respeto, sobre todo por mi madre… porque la mujer gitana saca a su familia adelante, se esfuerza mucho, rompe barreras por esa doble condición de mujer y gitana y en estos programas parece que solo queremos casarnos. Además, mire, más del 70% de los gitanos vive en el umbral de la pobreza, una gran parte de las mujeres que aparecían en él vivían en la abundancia. Hay que abordar la realidad explicando las aportaciones que las comunidades gitanas han hecho, y que haya programas que ofrezcan eso es irrespetuoso y promueven prejuicios y estereotipos.

Es complicado luchar contra clichés, frases hechas, definiciones.

Pero es muy necesario hacerlo. La transformación de una sociedad viene por la vía de la educación y la sensibilidad; a nuestros hijos hay que educarlos en valores y hay que trabajar bien ese camino porque con ellos se construye la sociedad. También está la legislación, determinar qué constituye un acto ilícito, penal, o administrativo, que no se ajusta a derecho y que debe tener respuesta, educar a la sociedad en qué cosas no se permiten. Como tampoco se permite ir a 200 por la carretera. La lucha contra la discriminación está poco trabajada. No tenemos una buena ley integral de Igualdad, no todo acto de discriminación es un delito y queda un ‘in albis’ (en blanco) que al final es impunidad. Discriminar tiene coste cero. Porque un gitano esté metido en un problema no hay base alguna para que la sociedad se tome la justicia por su mano, y se organicen manifestaciones antigitanas como ha sucedido en un pueblo de Vitoria. Hay ahí retos pendientes, retos legislativos, un buen entramado legal porque al final el Estado debe establecer esas medidas para blindarnos frente a la discriminación. Están además las redes sociales donde puedes campar a tus anchas y mantener un discurso de odio amparado en el anonimato... A nosotros nos preocupa mucho y trabajamos con Google y Facebook.

Cómo planteó en su casa que quería estudiar y fuera de su ciudad.

Lo vivieron con un gran susto. Soy la tercera de cuatro hermanos, la primera chica. Vengo de una familia de vendedores ambulantes y fui la primera gitana que estudió en Huesca, aunque ya había una antes que hizo Magisterio y era de Monzón. Fueron las monjas del colegio de Santa Ana donde iba las que hablaron con mis padres, porque no era habitual que una gitana quisiera seguir, y así hice BUP y COU. Yo tenía una gran inquietud por estudiar, me fijaba en la realidad de las compañeras no gitanas y me gustaba y me dije que la quería para mí . Mi madre lo pasó fatal: estudiar, una carrera universitaria, Derecho y fuera de Huesca durante 5 años..., pero les estoy muy agradecida porque mis padres hicieron un gran esfuerzo mental por entenderme. También vivían los mensajes de los vecinos, amigos no gitanos que les resaltaban la importancia de estudiar mientras que los gitanos les alertaban de la posibilidad de dejar de ser gitana. Tuve que pelear con mis padres por estudiar, algo que no tenía que nada que ver con lo que les sucedía a mis compañeras, cuya única preocupación eran las notas, porque en mi casa no se controlaban las notas. Mis padres acabaron tornado su sentimiento de preocupación por el de orgullo, para mi familia y para los gitanos de mi ciudad, porque yo seguía siendo gitana, porque cuanta más cultura tienes más aprecias tus raíces.

¿Y su entorno más próximo, su amigas gitanas?

Veían que abanderaba un cambio. Muchas de mis primas me dicen que les habría gustado mi camino, porque ven que esta trayectoria te da una vida más digna, mejor posicionada, y aun recuerdo cuando en 7º de EGB me vi entre dos mundos, el gitano y el de mis amigas no gitanas, y a mis primas diciéndome que estaba mucho con las chicas no gitanas, y creo que mi toma de decisión fue porque tuve la oportunidad de conocer distintas realidades, y pude elegir.

Lo hizo en libertad.

Sí, porque mi padre por encima de todo quería mi felicidad, igual que mi abuelo, y mire que le hablo de referentes masculinos. No todas las mujeres gitanas viven en roles que no favorecen tu educación, y cada vez son más las que dan un salto educativo. Cuantas más lo hagan más se irá rompiendo ese miedo de que a más educación menos gitana eres, porque se puede tener cultura y serlo aún más. Hay que progresar porque las culturas cambian y se puede tener una buena identidad y adaptarla a la sociedad actual, siempre.

En los lugares donde más integración hay han desaparecido rituales como el del pañuelo, como en el sur.

Bueno, no son sitios sino más bien familias que siguen practicando este rito. Hay de todo.

Lleva toda su vida profesional defendiendo a víctimas del racismo y la intolerancia.

Mientras estudiaba viví en un colegio mayor. Hice los 5 años de carrera, al terminar trabajé en prácticas en el despacho de Huesca de Mariano Bergua y mi vida comenzó a desenvolverse en el ejercicio del Derecho Penal y Matrimonial, que me gusta como abogada. Acabé la carrera en junio, en septiembre entraba en el despacho y en diciembre en la Fundación de Secretariado Gitano. Siempre he ejercido como abogado en ambos sitios y es un orgullo llevar causas contra la discriminación. Ahora se une a ello mi trabajo en Estrasburgo.

Donde tendrá la posibilidad de trabajar en el otro lado, el de la legislación.

Creo firmemente en el derecho a la igualdad de todas las personas, porque conozco la realidad de las víctimas y la de un grupo rechazado. Poder ayudar contra la intolerancia y hacer propuestas legislativas, cambios en las políticas, ir de arriba abajo me da una oportunidad para hacer algo en lo que creo. Voy a conocer la realidad de 47 Estados e intentar aportar mi conocimiento para construir una sociedad mejor.

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