Bunbury mandó nota para agradecer su premio al mejor disco del año

Las reivindicaciones sociales estuvieron presentes en el discurso de varios premiados y entregadores.

La DGA ha retornado al patrocinio de los premios y, lógicamente, ya no se le afea su ausencia; hace tiempo que no se abuchea a los políticos cuando suben al estrado a entregar los premios gordos de la noche, y prácticamente todos los renglones estilísticos de la música aragonesa se llevan algún premio. Algunas de las tradiciones populares comúnmente asociadas a los Premios de la Música Aragonesa están en desuso. Sin embargo, hay otras que perviven; la ausencia de Bunbury (residente en Los Ángeles y en plena gira americana estas semanas) se produjo un año más, pero estuvo justificada en esta ocasión. Mandó una nota de agradecimiento en la que valoró el aporte de los premios a la hora de amplificar la música, además de extender sus afectos a los medios y a sus compañeros, nominados o no. Bigott tampoco vino: no es amigo de estos saraos, y es cierto –acaba de sacar nuevo material– que no era candidato este año. María José Hernández, emocionada al recoger el premio a la mejor canción en lengua autóctona, tuvo la gallardía de reconocer que no habla aragonés, aunque la calidad del tema premiado, traducido del castellano para la ocasión, hizo que muchos dudaran de tal cosa.

En cuanto al punto reivindicativo inherente a toda gala, se repitió en varios discursos la defensa de la libertad de expresión y la repulsa a los recientes encarcelamientos de artistas, además de recordar a quien lo hubiese olvidado que el jueves hay huelga feminista para toda persona que quiera secundarla, sin hacer alusión directa al par de cromosomas 'exigible' para sumarse a la causa. Convocatoria abierta, vamos.

El ‘cazador de almas’ Marcos Cebrián (de la web fotográfica Zaragoza Walkers) se encargó otra vez de recibir con sigilo y foco a los asistentes junto a la puerta del Principal. Sergio Falces y David Chapín, los organizadores de los premios, anunciaron con una pizca de misterio y algo de ‘lalalalᒠque el año que viene, en la vigésima edición, la cosa promete salirse de madre. Hubo guiño de José Manuel Glaria –de Covah Rampa– al espacio ‘Canal Saturno’ de Gabriel Sopeña. Luis Larrodera, que entregó el premio a la mejor portada, se marcó una variopinta ‘performance’ que estuvo a punto de costarle una colleja sublime; la salida de Bisbal bailongo en la pantalla gigante, invento de la gala para avisar a los que se extendían demasiado en el discurso. A la salida, la comitiva se dirigió al Vivalavida para celebrar en condiciones, con el fotógrafo, programador y DJ Jaime Oriz en la selección musical.

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