Ángel Guinda presenta su nuevo libro 'Catedral de la Noche' en Zaragoza

El poeta presentará su obra en el Teatro de la Estación este lunes a las 20.00.

El poeta y traductor en su casa de Madrid.
Ángel Guinda presenta su nuevo libro 'Catedral de la Noche' en Zaragoza
Enrique Cidoncha

Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) es un poeta obsesivo, perfeccionista, marcado por la luz y por la sombra, por la rebeldía y el humor, y por la muerte, que va y viene por sus poemas como una amenaza, una presencia terrible, el envés de la belleza o una espada de incierto filo.


El Premio de las Letras Aragonesas de 2010 acaba de publicar ‘Catedral de la Noche’ (Olifante, 2015) e interviene este lunes, a las 20.00, en la programación de ‘Zaragoza Contemporánea’ del Teatro de la Estación, acompañado de las rapsodas y actrices María José Moreno y Geraldine Hill.


Ángel Guinda, que reside en Madrid desde 1986, define su libro como “una expedición a las tinieblas para encontrar la verdad en la luz. Y creo que quiere ser una arquitectura del misterio en lo nocturno como maravilla del cosmos y espacio para la meditación”.


Asegura que “la catedral y la noche tienen en común la belleza, la magia del refugio; la catedral y la noche pueden encarnar una serenidad extrema hasta sentir que nuestro espíritu es más grande que el cuerpo que lo aloja”.


El escritor, que vive arrebatos de inspiración, de porfía y de posesión, ha invertido 26 meses en su redacción, y siete de ellos de minuciosa corrección. Poeta de la intensidad y del drama interior, su libro es la constatación del ocaso, otra batalla contra el tiempo en “el invierno de la vida” y contra la realidad más cruel. Su último poemario se titulaba ‘Rigor vitae’ (Crueldad de la vida. Olifante, 2013).


"El poeta es un decapitado por la realidad. Probablemente, este es uno de mis libros más hondamente vividos, pensados y sentidos. Ser poeta es una posesión: es estar poseído, condenado al canto. Enfermedad, rapto y abandono son las sustancias de las que está hecha mi poesía última desde ‘Claro interior’, aparecido en 2007”, afirma.


Guinda, un gran lector e investigador de distintas voces poéticas y filosóficas, ha tenido en la cabeza a los místicos, a San Juan de la Cruz –“‘Catedral de la noche’ seguramente le debe la intensidad de la contemplación activa y la exaltación del sentimiento amoroso”-, a Santa Teresa, “la melancolía meditativa” de Eckart, Ruysbroeck, Taulero, Ibn Arabí y “el sufismo lírico de Rumi, en cuanto al aislamiento, búsqueda interior y amor a la humanidad”.


Y también a un poeta casi olvidado, José Luis Hidalgo, autor del poemario ‘Los muertos’. Señala Guinda: “Hidalgo murió de tuberculosis a los veintisiete años y hay un poema suyo que me conmovió siendo yo adolescente, comienza: ‘Me ha calentado el sol ya tantos años / que pienso que mi entraña está madura…’, versos que ahora me visitan con frecuencia y me hacen creer que ‘Estoy maduro ya para la muerte’. Leer también es vivir. Escribir es traducir la lectura a nuestra vida como experiencia y conocimiento”.


El poemario lleva un epílogo de Manuele Masini, que recorre su trayectoria. Dice: “la noche es la alegoría del drama sublime de la escritura”, y sugiere, por tanto, que ‘Catedral de la noche’ es un libro sobre el acto mismo de escribir. “Así lo veo en versos como ‘Yo solo escribo para no olvidar’”. A la vez tiene algo de responso, de despedida y de autoelegía. El poeta dice en unos de sus versos: “Ángel Guinda se va, se está marchando”. Explica: “Es cierto. ‘Catedral de la noche’ tiene mucho de elegía y de adiós. En nuestra existencia no hay otra cosa: ‘Vivir es una eterna despedida’”.


Pese a todo, de cuando en cuando, asoman el humor y la ironía. “Baudelaire, cuando le achacaban un excesivo dramatismo en su obra, se justificaba diciendo que el poeta no tiene por qué ser un cómico. Apenas utilizo una forma de humor que es la ironía desdramatizadora”.


La presentación del libro está incluida en un amplio programa de teatro, danza, música, audiovisual, artes plásticas y de poesía, que quizá esté recuperando la fuerza de antaño, de los 70 y 80, vuelve a los bares, a las salas, a la vida pública a través de recitales muy diferentes. “Hoy se lee, se escribe y se publica más poesía que entonces e incluso, puntualmente, mejor.


La juventud está reivindicando la expresión poética como ejercicio de autoanálisis y como técnica de manifestación de su conciencia crítica”, concluye un poeta crítico cuya rebeldía permanece intacta.