Tres artistas de la Escuela de Bellas Artes de Valencia realizaron ayer una curiosa anamorfosis -aplicación de una técnica que juega con la percepción- en la plaza del Torico en Teruel. Esta actividad está incluida en el programa del festival internacional Teruel Punto Photo 2011. Asimismo, ayer comenzó un curso de iluminación y retoque digital con el que se clausurará por este año este festival dedicado al estudio y divulgación de la historia de la fotografía.

«Estamos muy satisfechos con la respuesta de los turolenses hacia el festival», confesó Elena Utrilla, directora de Teruel Punto Photo 2011.

Los ingeniosos dibujantes solo necesitaron tiza y carboncillo para abrir una gran grieta a los pies de la céntrica plaza. Comenzaron a trazar líneas y a cubrir el suelo de colores hacia las seis y cuarto de la tarde. Apenas dos horas después, para asombro de los turolenses y visitantes, el monumento del Torico parecía hundido en las profundidades.

La anamorfosis combina pintura y geometría. Los dibujos a simple vista aparecen deformados, el truco es colocarse en el ángulo correcto para verlos en su forma correcta. Otra de las formas de contemplar una anamorfosis es ver la imagen natural a través del reflejo de un espejo. Uno de los primeros ejemplos que se conservan es el retrato de un niño que data del año 1485 realizado por Leonardo da Vinci.

«Esta es una pintura anamórfica que observada desde el ángulo correcto parece dibujarse en el aire», explicó María Gómez, una de las artistas.

Idear una anamorfosis es complicado y requiere un estudio minucioso de perspectivas y efectos. El objetivo es que de un elemento pictórico en plano aparezcan figuras y formas tridimensionales que puedan casi tocarse.

Técnica del Renacimiento

Las nuevas tecnologías permiten a los artistas proyectar en el suelo los contornos y superficies de color ya estudiadas para crear el efecto. Sin embargo, ayer en la plaza del Torico los tres virtuosos usaron cuerdas, tizas, carboncillos y mucha maña.

«Nosotros hemos hecho el dibujo mágico como en el Renacimiento. Hemos proyectado los bordes con cuerdas hasta el punto de fuga», comentó Gómez.

Niños y mayores observaban boquiabiertos como iba quedando la pintura. Los pequeños también querían pintar, y los padres y madres esperaban a que concluyeran las labores en las terrazas. Nubes cargadas de agua amenazaron el evento aunque los artistas agradecieron sus sombras, «esperemos que no llueva».

La grieta efímera que hundió el pedestal del Torico desaparecerá con la lluvia y solo quedarán los recuerdos de los curiosos y las instantáneas del evento. Todo el que quiso pudo inmortalizarse junto a la creación a cambio de un donativo de 3 euros para sufragar los costes del festival.