EXPOSICIONES TEMÁTICAS

La casa del pájaro y el pájaro en casa

Una muestra sobre la relación entre el Diseño y la Naturaleza.

Las juguetonas piezas del matrimonio Eames: esas sillas-elefantes de orejas onduladas.
La casa del pájaro y el pájaro en casa
ANA BENDICHO

Desde sus inicios, el Diseño –como llamamos hoy a la invención de objetos– ha tenido una relación dual con la Naturaleza. Una es de enfrentamiento, pues lo humano se manifiesta siempre con violencia, marca de lo que se suele llamar artificial. Otra es de imitación. Esto sucede muy pronto en el diseño de los muebles. En la antigua Grecia era común que las patas de las sillas terminasen en garras de león. Podemos suponer un propósito mágico en la elección de estos motivos: quien se sentase en esa silla, adquiriría el prestigio de los animales nobles elegidos como modelo.


Esta es la interpretación que hace del templo dórico una réplica del bosque sagrado, o de las pirámides, unas montañas trasplantadas. La silla con garras de león sería una silla tótem. No obstante, otra interpretación posible la obtendríamos recurriendo a Veblen, teorizador del «consumo ostensible», y veríamos todos esos elementos de la naturaleza, animales o plantas, que se transforman en muebles o en lámparas, transformados también, por esa vía, en lacayos inmóviles: literalmente, en nuestros esclavos. Que es lo que vemos, representado de una forma muy instructiva, en ‘La Bella y la Bestia’, de la factoría Disney, cuando los objetos, la tetera, el candelabro, etcétera, cobran vida.


La diseñadora aragonesa Ana Bendicho, nos recuerda que «todo viene de la naturaleza y todo vuelve a ella». La exposición que ella y el estudio Novo de diseño han coordinado para el Ayuntamiento de Zaragoza –Palacio de los Morlanes– habla del necesario retorno de los objetos a su cuna. El título, ‘La Naturaleza del Diseño’, parece que juegue el de ‘La Naturaleza de las Cosas’, buscando la esencia del diseño en sus orígenes. El proyecto –que lleva bien su carga didáctica– se puede leer en un contexto de preocupación ecológica y de estética lúdica. Este punto de la diversión en el diseño es un logro interesante. Hoy, el humor se considera una plusvalía paralela a la del encanto o la belleza, y desbanca a una caduca solemnidad. La exposición muestra un ejemplo bien conocido a este respecto, la lámpara-pájaro ‘Bibibi’, de Ingo Maurer, del año 1982, con sus patas de pájaro, su plumero, y su aspecto cómico. El lujo está aquí en permitirse una broma. El aspecto irónico, desenfadado, de muchos de los objetos que se han seleccionado parece cosa del posmodernismo, pero una de las piezas más juguetonas corresponde al matrimonio Eames, Charles y Ray, clásicos entre los clásicos de la modernidad: su famoso ‘Elefante’.


Claro que la modernidad de los Eames es una modernidad orgánica, hecha de formas ondulantes, curvas, muy próximo a los ideales de la arquitectura del finlandés Saarinen, una arquitectura que representaba, en sí misma, un retorno a las geometrías de la Naturaleza.


Volviendo al caso de Maurer y su ‘Bibibi’, veremos cómo se le da la vuelta al viejo tópico de las garras de león en las sillas clásicas. Esto mismo sucede en la alfombra de Tord Boontje para Nani Marquina, ‘Little field of flowers’, que juega al literalismo, no a la reproducción del motivo vegetal en forma de estampado, sino al simulacro tridimensional de las plantas. Los tiempos presentes se caracterizan por algo que resulta saludable, la desfachatez en la presentación de lo falsificado, que se da aquí y se da en la cortina de «algas» plásticas, de Erwan y Ronan Bouroullec (para Vitra), que se ha hecho bastante popular como recurso para separar ambientes. Ese desenmascaramiento de lo falso, algo impúdico, se cruza con un pudor ecológico que impone el uso de materiales reciclables y una franqueza física, una cierta brutalidad en la presentación, que sigue siendo una vieja y, por qué no decirlo, saludable herencia vanguardista.


La aportación del diseño aragonés a la exposición, al margen de lo organizativo, se centra en dos proyectos, bajo tema cerrado, que reúnen a varios diseñadores, artistas y artesanos. En uno se les invitó a crear casitas para pájaros, y lo producido es de lo mejor y más curioso de la muestra. Es gracioso disfrutar de tantas tipologías arquitectónicas trasladadas a lo minúsculo.


Entre las piezas exhibidas, citaré la de Andrés Navarro, un híbrido de nube y de paraguas, verdadero poema visual. El otro reto, con participantes aragoneses, es el diseño y elaboración de lámparas por parte de artesanos creativos. Aquí destacan Alberto Andrés y Sara Monge, ceramistas, más los trabajos de Maite Coscolla, en tela, y de Susana Martín, en vidrio. Estas lámparas fueron realizadas en un taller organizado por Estudio Novo, en colaboración con la empresa Ilusyon.