LITERATURA

El libro abierto

El editor y fotógrafo Mario Muchnik ensancha sus memorias y sus meditaciones sobre el libro.

Mario Muchnik comenzó en la editorial que fundó su padre, Jacobo Muchnik.
El libro abierto
GRAÑENA

Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931) es uno de los más destacados editores en lengua española de los últimos cuarenta años. Comenzó en la editorial que fundó su padre, Jacobo Muchnik, en Buenos Aires, que pasó a la historia con el nombre de Fabril; trabajó después en una editorial francesa de gran éxito, Robert Laffont; en Seix Barral, hasta que se hizo cargo de ella el grupo Planeta; en su propio sello, Muchnick Editores; en una aventura como editor casi independiente dentro de una gran editorial, en Anaya & Mario Muchnik, y, en los últimos tiempos, de forma casi artesanal con del Taller de Mario Muchnik.


A su trabajo como editor, ligado íntimamente a su propia vida, ha dedicado, desde su salida del grupo Anaya, varios libros memorialísticos: ‘Lo peor no son los autores. Autobiografía editorial 1966-1977’, ‘Banco de pruebas. Memorias de trabajo 1949-1999’, ‘A propósito. Del recuerdo a la memoria 1931-2005’. Y algunos otros más, ligados a la práctica del oficio: ‘Normas de estilo’ y ‘Editar Guerra y paz’. Es decir, Mario Muchnik ha escrito largo y tendido sobre su vida, su trabajo, los escritores, los editores, los distribuidores... E incluso se ha encargado de recuperar la memoria editora de su padre en ‘Editing’, libro complementario, que ilumina los de Mario Muchnik.


A Bernat Puigtobella, editor de El Aleph (sello que pertenece ahora al Grup 62, y que es heredero real del catálogo de lo que fue Muchnik Editores), se le ocurrió que con todos esos libros dispersos, y sin llegar a componer un volumen de mil doscientas páginas, que es lo que compondría la suma de ellos, Mario Muchnik podría escribir una especie de compendio, tratando de evitar el «refrito». Eso quiere ser ‘Oficio editor’.


Hacia los libros que merezcan la pena


Para quien, como yo, haya leído los libros de Mario Muchnik conforme fueron saliendo, publicados todos en su propia editorial, ‘Oficio editor’ añade bien poco a los anteriores, prácticamente sólo las reflexiones que, al final, y en forma de conversaciones con Robert Laffont, realiza sobre el futuro del libro: partiendo del pesimismo (que a veces es más un pesimismo imaginario que real, surgido de creencias como la de que «antes se leía más» o la de que desaparecen librerías), concluye que el futuro es bueno si se desarrolla adecuadamente la edición bajo demanda (en la que él mismo estaría implicado con su nuevo sello y de la que también ha hablado con entusiasmo Jason Epstein), si se consigue salvar el sector de las librerías, con la creación de librerías culturales protegidas y, y en esto no estoy en absoluto de acuerdo, si todos los implicados en el sector lo hacemos desde la gratuidad absoluta... algo que Mario Muchnik, y lo sabe el lector, jamás hizo con anterioridad.


Partiendo de una tesis de Giulio Einaudi, uno de sus maestros declarados en el oficio, gigante de la edición italiana de posguerra, Mario Muchnik distingue entre dos tipos de editores: los editores «sí» y los editores «no». Él pertenece a la edición «sí», que no se obsesiona con fabricar libros sólo para obtener grandes ventas y muy rápidas, si no que se esfuerza en encontrar libros que merezcan la pena, que representen algo para la literatura o para la historia, y cuyo recorrido vaya más allá de los gustos de la temporada. A esa obsesión por encontrar libros interesantes parece achacar los problemas que a lo largo del tiempo se ha ido encontrando: los patrones de la edición «no» habrían ido segándole la hierba bajo los pies. Supongo que esto suena demasiado esquemático, pero es, sin duda, el argumento que más se repite en ‘Oficio editor’.


Mario Muchnik conoce su oficio y es suficientemente ameno para saber contarlo; aunque quizá habría necesitado de alguien que, en bastantes ocasiones, le ordenara los materiales con una brújula más precisa: por ejemplo, deslindando más delicadamente lo autobiográfico de lo técnico y actualizando algunos contenidos en todas las partes y no sólo en unas líneas añadidas.


Más allá de las anécdotas, como el conflicto con Planeta a propósito de quién tenía que tratar los asuntos con Juan Benet o como la situación kafkiana en Anaya, donde el editor y escritor Víctor Freixanes no queda nada bien parado, o como los vínculos de amistad con Julio Cortázar y con Isaac Montero, ‘Oficio editor’ puede tener interés para quienes, en especial jóvenes escritores y editores, quieran saber cómo funciona el mundo del libro por dentro: de la Feria de Frankfurt, que conoce muy bien, a la composición tipográfica; de la distribución en librerías al trato con los escritores (que no son siempre lo peor); de la realización de presupuestos a las campañas de promoción; de las formalidades contractuales al funcionamiento de las agencias literarias; de la gestión de libros de éxito, como ‘De parte de la princesa muerta’, al trato con premios Nobel quisquillosos, como su admirado Elias Canetti.