INVENTORES

El misterio de la segunda fórmula escondida tras un retrato de matrimonio

La Universidad de Zaragoza también investiga hoy sobre el aprovechamiento de biomasa para producir combustibles.

La fábrica de petróleo
El misterio de la segunda fórmula escondida tras un retrato de matrimonio

Rafael Suñén es un inventor injustamente olvidado. En 1922 patentó un ala muy estable para los aeroplanos. Gracias a un mecenas, Evaristo Fábregas, se construyó un prototipo con un fuselaje de 12,5 metros y una hélice de 3, al que se dotó con un motor Hispano-Suiza de 300 caballos. El prototipo superó con éxito todas las pruebas en la Escuela Catalana de Aviación, pero no llegó nunca a fabricarse industrialmente.


Al año siguiente ideó un fuselaje 'neumático', que resolvía el problema de la presurización de las aeronaves y permitía que la tripulación se desempeñara sin problemas a 20.000 metros de altura. Fue aprobado por la Comisión Técnica de la Aeronáutica Militar Española.


Y aún inventó más cosas, como un explosivo que bautizó como 'introcollita'. Pero lo que destaca especialmente en su trayectoria es el procedimiento para generar petróleo sintético.


El investigador Javier Abrego, del Grupo de Procesos Termoquímicos de la Universidad de Zaragoza, asegura que, según la patente francesa de 1935 de Suñén Beneded, su procedimiento se enmarca dentro de las investigaciones punteras de la época.


Se basaba en que «utilizando carbonatos (caliza, por ejemplo), cualquier fuente de carbono (carbón: lignito, hulla...), y vapor de agua, produce lo que se llama un 'gas de síntesis'. Se llama 'gas de síntesis' porque mediante ciertos procesos químicos, utilizando catalizadores, se pueden sintetizar combustibles líquidos». Este último proceso es el ahora conocido como proceso Fischer-Tropsch, patentado en Alemania en los años 20, y llevado a escala piloto por vez primera en 1934. «Lo interesante del caso es que la patente de Suñén es de 1935, en plena efervescencia de estas tecnologías emergentes».


Solo con esto, el inventor aragonés se situaba ya en vanguardia de la investigación científica de su época. Pero, como piensan sus descendientes, Suñén trabajaba en 'algo más'. No solo sabía cómo conseguir petróleo sintético a partir del carbón mineral, que era en lo que trabajaban sus compañeros en Europa. Al parecer, sabía también cómo conseguir combustible a partir de vegetales. Y hay indicios que lo corroboran. En HERALDO se hablaba de «destilación de algunos vegetales» y (23-06-1934) de que trabajaba «con los desperdicios que van al pudridero de lo inservible». La revista especializada 'La Industria Nacional' tituló el 31 enero de 1935: «Petróleo de madera, a diez céntimos litro. En la Universidad de Zaragoza se ensaya el invento de un español».


«Si utilizaba biomasa (residuos vegetales), estamos hablando de un pionero en el uso de energías renovables», dice Javier Abrego. Curiosamente, el Grupo de Procesos Termoquímicos de la Universidad de Zaragoza desarrolla hoy proyectos del mismo tipo.


La familia tiene una versión entre romántica y misteriosa. «Había una segunda fórmula -relata otro nieto suyo, Abel Suñén Liesa- y hemos oído que mi abuelo la escondió detrás de su retrato de matrimonio». Pero gran parte de los papeles que dejó Suñén Beneded, al parecer, se perdieron por un robo en el domicilio familiar.