ARTE CONTEMPORÁNEO

Arco cierra su edición más austera con una subida en el número de ventas

La feria de arte consagró la designación de su nuevo director Carlos Urroz, que prefirió apostar antes por la calidad que por la cantidad.

Arco es ya una treintañera feliz y confiada en su futuro. La feria internacional de arte contemporáneo echó ayer el cierre a su trigésima edición con todos sus protagonistas satisfechos. «Se ha vendido más que en la edición pasada», coincidieron organizadores y galeristas, sin que nadie se tome la molestia de facilitar las cifras que lo ratifiquen.


En el mundo del arte y su comercio es de mal gusto hablar de negocios en público, pero sin cámaras ni grabadoras se reconoce abiertamente que las cosas han ido «muy bien». Los rostros risueños y los discursos optimistas de galeristas históricas como Juana de Aizpuru, Helga de Alvear, Elvira González o Soledad Lorenzo confirman la bonanza de un Arco que caminaba hace nada sobre el filo de la navaja y que ha vuelto con fuerza a la senda del negocio, su razón de ser.


La calidad era el secreto para conjurar la crisis. La preocupación se tornó optimismo en una edición en la que su director, Carlos Urroz, ha obtenido un sobresaliente por parte de sus colegas. Lo reconocen como el sabio y efectivo diseñador de esta feria de encrucijada en la que menos ha sido más y que se permite ya mirar el futuro con confianza y atraer al esquivo inversor foráneo.


«El optimismo que ha respirado la feria pone de manifiesto la recuperación de la confianza del mercado, traducida en una dinámica de ventas con adquisiciones de coleccionistas, inversores privados e instituciones públicas», se ufana la organización sin entrar en detalles. «Los galeristas constatan, mayoritariamente, un nivel de ventas más elevado que en años anteriores», que se achaca «a la progresiva recuperación del mercado del arte».


También se ha repetido el éxito de público, con una cifra en torno a las 150.000 visitas para esta feria comercial que ha ocupado los pabellones 8 y 10 de Ifema de Madrid durante cinco intensas jornadas y que inauguraron los príncipes de Asturias.


Los dos primeros días estuvieron restringidos a profesionales y son los de los coleccionistas cualificados. En ellos se cerraron las grandes transacciones con coleccionistas y visitantes como Tita Cervera, los Foster o Borja-Villel, que pudieron elegir las mejores piezas a salvo de curiosos. Todo cambió el viernes y el fin de semana, cuando la feria se abrió al público en general y llegó la avalancha de curiosos con mochila, cámara de fotos y bocata. Estos tienen menos cartera y más entusiasmo, pero aportan poco a los activos de unos galeristas ávidos de ventas que soportan lo mejor que pueden a esa 'joven marabunta' que, eso sí, paga religiosamente los 32 euros que cuesta la entrada.


Elogios al nuevo estilo


Los galeristas se deshicieron en elogios hacia Carlos Urroz, el primer varón que ha dirigido la feria en estos 30 años, quien ha sabido administrar la medicina que necesitaba Arco para revitalizarse: calidad, rigor, selección y profesionalidad. Estaba ayer Urroz especialmente satisfecho recibiendo las felicitaciones de sus colegas. El que fuera el segundo de a bordo con Rosina Gómez Baeza y mano derecha de la galerista Helga de Alvear ha salvado e insuflado oxígeno a una feria que hace solo un año estuvo al límite de su supervivencia.


Urroz tomó las riendas tras la dimisión de Lourdes Fernández y enderezó un certamen agónico en el que organizadores y galeristas se tiraban los trastos a la cabeza. Todo el sector elogia ahora su labor y su apuesta por la calidad y el rigor, traducida en una reducción de espacio -casi 10.000 metros cuadrados menos- y menos galerías, solo 197, cuando hace un par de años se llegó a rozar las 300.