ANTROPOLOGÍA

Javier Arruga, «En los Monegros se recela de todo»

Acaba de publicar su primer libro, 'En el país de los cucutes. Un viaje a pie por los Monegros', en el que, mezclando fantasía y realidad, recorre paisajes reconocibles y localidades como Sariñena, Villanueva o Sena.

Javier Arruga.
Javier Arruga, «En los Monegros se recela de todo»

Asegura que vive en el país de los cucutes. ¿Qué descubrió en esos viajes a pie, entre esas gentes de los carasoles?


Las abubillas (en Perdiguera las llamamos cucutes... y, de hecho, nos llaman así, pues es 'nuestro' mote) son aves que aparecen en varias tradiciones mitológicas y en algunas de ellas están vinculadas a la sabiduría. Dicen que huelen mal, pero lo del mal olor es relativo. ¿Qué descubrí? Que los caracoles se los pagan a los jubilados a 5 euros el kilo y en el Mercado Central se venden a 9,90.


Monegros está vinculado al bandido Cucaracha. Entre los monegrinos, ese Robin Hood ¿está bien o mal visto?


En los Monegros se recela de todo. Es una característica de territorios con pocos bienes de subsistencia, eso ya lo explicaba Antonio Beltrán. Pero en los Monegros todos sabemos que Robin Hood, al lado del Cucharacha, era Bob Esponja. Posdata: a los descendientes del Cerrudo de Lalueza, el lugarteniente del Cucaracha, les llaman actualmente los Del Vito... o algo así... pero creo que la vinculación no les hace tilín.


En su libro, ¿pretendía hacer una excursión del siglo XXI frente al turismo demodé, o un viaje a nuestras entrañas que pocos se plantean?


Más bien lo segundo. Yo hago siempre lo que me sale de los Monegros... y es que creo que en los viajes, como en todo, hay que ser un poquito más original. Habría que quemar Eurodisney y Praga, y hundir un par de cruceros por el Mediterráneo, por ejemplo. En Salou confío en que caiga la siguiente bomba de neutrones.


La presentación del libro el pasado 26 de enero fue un ejercicio de deconstrucción de un acto social: varios actores escenificaron su retraso por un supuesto accidente. ¿Sirvió ese pequeño teatro? ¿O le gustó más que viniera el monegrino por excelencia, Javier Blasco, descubridor de 200 invertebrados?


Desde que Derrida acuñara el término 'déconstruction', su connotación crítica se ha devaluado irremediablemente, pero es cierto que, además de la aspereza, me gusta la provocación y la transgresión. No obstante, el acto lo diseñó el genial Paco Ortega. Del gigante Javier Blasco ya lo dije: para lo que hace él no hay dinero; para gastos de representación, sí. Pero, cuando se muera, el centro de interpretación del futuro Parque Nacional de las Estepas llevará su nombre.


En el acto se presentó usted como un epígono de Labordeta, por la imagen que difundió de Aragón. ¿Será complicado reponer esa manera de contar esta tierra?


Espero que la futura imagen que se construya de Aragón sea otra y muy diferente. Labordeta, estoy seguro, lo habría preferido también. No sé, no está garantizado que se vuelva a construir otra imagen, aunque soy optimista. Eso sí, si algún bardo (o barda) del siglo XXI logra sintetizar y vertebrar una, creo que estará asociada a un Aragón multicultural y urbano, de barrio, sumada a un medio rural cada vez menos rural y más activo. Los Violadores del Verso y Rapsusklei ya están trabajando en ello. Y los pueblos. En los pueblos hay gente que puede aportar mucho, aunque ya nadie vive 'solo' en los pueblos. La gente se mueve mucho.


Es difícil encontrarse a una persona andando en los Monegros. ¿De qué autor de libros de viajes ha extraído más jugo, de Cela, de Llamazares...?


El otro día Os Andarins juntaron a 500 personas andando por la estepa vecina a Nuez de Ebro. Y respecto a las influencias, pues Cela en la Alcarria es excesivamente alexitímico, pero es el mejor. 'El río del olvido', de Llamazares, es un libro maravilloso que he utilizado como modelo. En su momento me propuse escribir un libro como aquel y creo que 'En el país de los cucutes' en parte lo es... en parte, porque mucho es mi cabeza y mi corazón. Y el paisaje es el nuestro, o 'uno de los nuestros'.