Narrativa Japonesa

La historia interminable

Haruki Marukami inicia un ambicioso proyecto narrativo ?1q84?.

NOVELA

1Q84. Libros 1 y 2

Haruki Murakami. Traducción de Gabriel Álvarez. Tusquets. Barcelona, 2011. 740 páginas.




En ‘De qué hablo cuando hablo de correr’, Haruki Murakami (Kyoto, Japón, 1949) reconoce sus problemas para finalizar sus maratones que, a mi juicio, es una simple traslación de actividad para explicar que, realmente, se le resisten los finales de sus libros, casi siempre desacertados. Quizá por esos problemas, Haruki Murakami pensó que podría escribir una novela que no acabara nunca, que pudiera seguir escribiendo y publicando continuadamente durante años. Es posible que esa idea le viniera leyendo ‘El paso del Gran Bodhisattva’, de Kaizan Nakazato, porque la cita expresamente en ‘1Q84’: 41 volúmenes publicados entre 1913 y 1941. De momento, se traducen el primer y el segundo libro de ‘1Q84’, se anuncia un tercero y se rumorea que habrá más. Yo no leeré ninguna de las próximas entregas. He tenido bastante con ésta.


‘1Q84’ parece que quiere vincularse a ‘1984’, la novela antiestalinista de George Orwell, pero yo he tenido la sensación de que Haruki Murakami quiere que el título retrotraiga al lector a una época en la que no existía la tecnología actual, que haría inviable el desarrollo de la novela: Internet, teléfono móvil, cámaras a diestro y siniestro y en todas partes, abundancia de medios de información... Creo que la tecnología ha hecho que muchas ficciones actuales (novelas, películas, series...) transcurran en el pasado, reciente o remoto: molesta cuando se trata de organizar una trama.


Tengo y Aomame tuvieron a los 10 años, cuando eran compañeros de colegio, un flechazo amoroso de gran intensidad. Poco después se separaron y aunque nunca se han olvidado, y ese recuerdo les ha impedido enamorarse de otras personas, nunca han hecho nada por buscarse, como si lo hubieran dejado todo en manos de un destino que no podía fallarles.


Es 1984 y tienen 30 años. Aomame es instructora de defensa personal en un gimnasio (conocida por auxiliar las mujeres explicándoles con detalle la única manera que tienen de vencer a un atacante varón: la patada en los testículos). Tengo es profesor de matemáticas, pero es sólo una ocupación para ganarse la vida mientras escribe las novelas que le proporcionarán el reconocimiento.

Aomame es captada por una organización que defiende a las mujeres gravemente agredidas: ha depurado una técnica criminal que le permite acabar con los maridos maltratadores sin que nadie descubra que se trata de un homicidio.


‘La crisálida del aire’

En los primeros capítulos de la novela, Aomame recuerda mucho a Lisbeth Salander, la heroína, y ella misma víctima de maltrato, de Stieg Larsson. Esa organización le pide que acometa una última operación: última porque encierra un gran peligro y, tras acometerla, tendrá que desaparecer. Tiene que cargarse al líder de un grupo sectario, Vanguardia, que desde las posiciones izquierdistas más radicales se ha dirigido a buscar los caminos de la religión, aunque esa religión sea tan peligrosa como sus anteriores postulados maoístas.


Tengo es elegido por un editor para que reescriba ‘La crisálida del aire’, una novela fantástica que una adolescente ha presentado al premio literario de una revista: está mal escrita pero llena de potencia, y no deja indiferente a ninguno de los lectores.


Tengo tiene muchas dudas, pero acaba aceptando tras conocer a la autora, Fukaeri, disléxica y casi autista y enormemente seductora. Fukaeri es la hija del líder de Vanguardia, y lo que cuenta en su novela, pura autobiografía, es la aparición del mundo religioso en la comuna izquierdista. Fukaeri huyó, pero el impacto que recibió allí la ha marcado completamente.


Aomame y Tengo descubren, a través del padre y de la hija respectivamente, que están muy cerca pero que resultará muy difícil que puedan encontrarse... como unos Romeo y Julieta separados, no por los Montescos o por los Capuletos sino por los «little people», que son los «enviados» de ese mundo paralelo en el que han pasado a vivir, muy lejos y muy cerca de 1984, 1Q84.


Para contarnos estas peripecias, Haruki Murakami no nos ahorra absolutamente nada: ni una comida, con rábano daikon y tofu, ni un abrir de puertas, ni un quitarse de camiseta, ni una llamada, ni un viaje en tren... todo es pertinente y necesario, y resulta extenuante. Por no ahorrar al lector no le ahorra ni un resumen de ‘La crisálida del aire’, que funciona como mcguffin, como pieza secreta y misteriosa, pero que cuando es relatada, por extenso, en la parte final de este volumen, contribuye a que todo parezca aún más aburrido.


Reconozco que la fantasía no es mi género literario preferido, pero también sé reconocer que estas primeras entregas de ‘1Q84’ son muy poco interesantes, llenas de repeticiones (fabricadas para que el lector, que tendrá que dedicar muchas horas a la lectura, no se pierda) y elaboradas con una simplicidad psicológica impropia de un novelista cuyos mejores logros, como demuestra en ‘Tokio Blues’ o en ‘After Dark’, proceden de la reflexión y no de la acción.