TEATRO

Ocho jóvenes actores retoman las inquietudes de los años 80 en el Teatro Principal

La obra 'Los 80 son nuestros' se podrá ver hasta el próximo día 20 en la capital aragonesa.

Ocho jóvenes actores retomarán en el escenario del Teatro Principal de Zaragoza las inquietudes y pasiones que movían a los jóvenes de los 80, una época en la que parte de este elenco aún no había nacido pero de la que, salvo las motivaciones políticas, comparten las ganas de vivir y amar.


Se trata de 'Los 80 son nuestros', una obra escrita por Ana Diosdado que se estrenó en 1988 y que ahora dirige Antonio del Real desde el pasado mes de octubre, cuando se estrenó en Alicante.


El gerente del Teatro Principal de Zaragoza, Rafa Campos, ha explicado que la obra que se podrá ver hasta el próximo día 20 en la capital aragonesa es una reposición en la que gracias a la intervención de estos jóvenes actores surgen perfiles y matices nuevos, a pesar de que, ha dicho, «hay cosas como la imbecilidad humana que no cambian».


Según ha explicado Gonzalo Ramos, el texto es el mismo que el de la obra de hace veinte años, que aunque la han leído no han querido ver para que no les condicione.


La autora también ha estado presente en alguno de los ensayos dando alguna recomendación y ayudando a ahondar en cada uno de los personajes, algo que les ha permitido, ha señalado Antonio Hortelano, disponer de más datos y enriquecer más sus actuaciones, que, no obstante, no hay ninguna igual.


En 'Los 80 son nuestros' los protagonistas son siete amigos que vuelven a encontrarse como cada Nochevieja en un garaje de la sierra, donde transcurre toda la acción, y en el que tiene lugar un crimen.


Gonzalo Ramos da vida a José, un personaje con mucha vitalidad e impulsivo con el que se siente muy identificado porque también él es «inquieto, hiperactivo y con preocupaciones que no me dejan dormir por la noche».


Por su parte, Antonio Hortelano actúa en el papel de Miguel, una persona más madura, el que «remueve» las conciencias de los demás, con sus «fallos y virtudes» pero que representa a una persona de carne y hueso.


Y es que, según Hortelano de eso «es de lo que habla la obra, de personas que quieren cambiar el mundo y hacer que las cosas sean mejores tras la transición» y que tienen que madurar en una sola noche, y de temas de los que «da igual la época» en la que se viva como los sentimientos humanos y las relaciones humanas.


Laura, a la que da vida Claudia Molina, es el contrapunto del resto de personajes, «la más niña, la más asustadiza» y cuya motivación es «pasárselo bien y disfrutar al máximo».


Para Claudia Molina, salvo algunas palabras que no utilizan los jóvenes de hoy en día y que en la actualidad «no estamos tan concienciados con la política», el resto «es igual: la necesidad de vivir y amar».


La función, según Gonzalo Ramos, está dirigida a todo tipo de público. De hecho, aunque esperaban un público más adulto se ha mostrado sorprendido por ver en los espectáculos a gente de todas las edades.


Hortelano también reconoce que la gente joven va al teatro porque «hay funciones muy interesantes y hay que darles algo que sea bueno y al mismo tiempo entretener».


Este joven actor no se cree la excusa de que «no voy al teatro porque es caro», por lo que cree que «quizá falta la motivación y dar al público cosas que tengan cierta calidad».


Respecto a su futuro profesional, Claudia Molina ha comentado que «viven la maravillosa incertidumbre» y que el teatro ha sido «una experiencia bestial», mientras que Gonzalo Ramos ha preferido ser prudente y no avanzar posibles proyectos «para que no se gafen», aunque ha confesado que el teatro le encanta porque es «mucho más intenso», genera adrenalina y «estás en contacto directo con el público».