ARTE CLÁSICO

Eugenio Izquierdo: el Rembrandt maño

El mayor coleccionista de grabados del maestro holandés en tiempo de Goya.

Josefa Castilla de Garcini, en 1804, un cuadro de Goya.
Eugenio Izquierdo: el Rembrandt maño
ARC. PéREZ GRACIA

Eugenio Izquierdo fue un misterioso y polémico personaje, científico afrancesado o naturalista formado en París, trabajó con un microscopio inglés Dollond, un siglo antes que Cajal, y dirigió el Gabinete de Historia Natural, el edificio que hoy alberga el Museo del Prado; fue un turbulento agente de Godoy en el París de Napoleón, y lo que más nos interesa aquí, tuvo la mayor colección de grabados de Rembrandt que hubo en España, conservada en la Biblioteca Nacional. Nacido en Zaragoza, hacia 1745, estudió en París con el químico Proust, gracias al mecenazgo del conde de Fuentes, embajador en Francia desde 1763 a 1773. Murió en París en 1813.


En el catálogo de ‘Grabados y dibujos de Rembrandt en la Biblioteca Nacional’, Madrid 1934, Lafuente Ferrari fue el primero en sentir la necesidad de aclarar la biografía de Eugenio Izquierdo, al que llama “el famoso aragonés”. Famoso por sus intrigas diplomáticas de agente de Godoy en la corte de Bonaparte en París. Hay muchas cartas de Izquierdo a Godoy, en 15 marzo 1806, dice: “El emperador no repite dos veces la misma cosa; no da un paso que no haya de tener su resultado; quita y da soberanías; nadie influye en su opinión; todas las mutaciones, todos los arreglos que hace, son partos de su mente y su ministro Talleyrand, sus generales y edecanes, su misma esposa, ignoran, como el vulgo, el preñado hasta que se publica el alumbramiento”. (Godoy, La Parra, 2002).


Pero aquí nos interesa por su fabulosa colección de 135 grabados y 8 dibujos de Rembrandt, comprados en París. Ingresaron en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1904. En 1929 fueron robados y se recuperaron en Berlín en abril de 1930. Resulta extraño que, por ejemplo, Camón Aznar no investigase la biografía de Izquierdo, un aragonés que fue el mayor coleccionista de estampas de Rembrandt. Sabemos que Goya tenía ocho grabados de Rembrandt que le regaló su amigo Ceán Bermúdez, al que retrató en 1790, sentado de forma campechana, junto a una mesa con varios grabados. Ceán poseían 18 grabados, comprados en Sevilla. Incluso el pintor Murillo conoció los grabados de Rembrandt. Al cotejar ambas colecciones, la de Ceán y Goya, que pasó a Carderera, y la de Izquierdo, que poseía más de un centenar, casi la mitad de la obra grabada del holandés, apreciamos la importancia de ese legado para el propio Goya. ¿Le prestó Izquierdo su colección para verla a gusto, por ser paisanos de Zaragoza, o la pudo ver en casa de Godoy, del que ambos eran amigos? No hay pruebas documentales, excepto la confesión del propio Goya, afirmando que no tuvo otros maestros que Velázquez y Rembrandt.


No hace falta ser Holmes, para deducir que difícilmente pudo afirmar tal cosa, conociendo apenas una docena de estampas. Goya fue el pintor de cámara de Godoy, le decoró su palacio con lunetos estilo Rembrandt que hoy lucen en el Prado. Todo hace pensar en una influencia más intensa hacia 1800, cuando pudo recrearse en la contemplación y estudio concienzudo de la colección Izquierdo. El salto cualitativo en el tópico de la influencia del holandés en el aragonés se analiza en un libro publicado en Ginebra.


Isadora Rose-de Viejo, en su libro ‘Rembrandt-Goya, la memoire de l´oeil’, Geneve, 1993, es el mejor estudio hasta la fecha del aprendizaje de Goya en la obra de Rembrandt. La virtud del libro reside en suscitar nuevas miradas sobre la obra goyesca. En España sólo existía un cuadro de Rembrandt, la ‘Sofonisba’, comprado por Felipe V al marqués de la Ensenada, hoy en el Museo del Prado.


Isadora Rose-deViejo, historiadora del arte, experta en las colecciones de Godoy, establece muy perspicaces paralelismos visuales entre el aragonés y el holandés. El ejemplo más contundente es el grabado de ‘La gran novia judía’, con su gran melena desparramada, y el retrato goyesco de la pechugona rubiales Josefa Castilla de Garcini, en 1804, cuyo esposo estuvo destinado en Zaragoza, según nos cuenta el cronista Casamayor. Otro ejemplo es ‘El Coloso’, con sus estampida de toros, que tiene como precursor el grabado de la ‘Aparición de los pastores’. Lafuente Ferrari, en su catálogo de 1934, ya se percató de la genealogía goyesca de esos toros desmandados de Rembrandt. ‘La carga de los mamelucos o Dos de Mayo’, tiene jinetes con sables que provienen de ‘La caza del león’ de Rembrandt. El ‘Descendimiento’ suscita ‘Duro es el paso’, una escalera patibularia de los ‘Desastres’.


Eugenio Izquierdo: el Rembrandt mañoEl uso de las luces dramáticas o el contraluz cavernario en Goya, emerge con soberbio vigor gracias a su maestro Rembrandt. El retrato con sombrero de Clement de Jonghe, a mi parecer, hace recordar el mozo con chambergo del Museo de Zaragoza, como si el joven Goya tuviese ya la afinidad secreta con Rembrandt, antes de tener la menor noticia de él. Agradezco aquí a Javier López Romanos, su generosidad por permitirme consultar su estupenda biblioteca goyesca, la mejor de todo Zaragoza en torno a la figura y obra de Goya.