TESTAMENTO

Marilyn: mi cuerpo es mi cuerpo

Un libro autobiográfico de la actriz "que luchaba porque buscaba el amor sin encontrarlo". Fragmentos [Poemas, notas personales, cartas]". Marilyn Monroe. Trad. de Ramón Buenaventura. Prólogo de Antonio Tabucchi. Seix Barral. Barcelona, 2010. 272 páginas. 28 euros.

Marilyn: mi cuerpo es mi cuerpo
Marilyn: mi cuerpo es mi cuerpo
GRAÑENA

Qué libro más triste, más desolador, más verdadero, más oscuro. Seguramente porque la autora de este libro jamás pensó que estos apuntes, que ahora, a casi cincuenta años de su muerte, se reúnen, podrían convertirse en un libro como los que escribían sus amigos, Isak Dinesen, Carson McCullers o Truman Capote, o un libro como los que ella leía. Muy conocida es la fotografía de Marilyn en la que aparece leyendo el 'Ulises', de Joyce, pero, como se comprueba al final de esta edición, que incluye las cubiertas de algunos de los libros de su biblioteca personal, también se la podría haber fotografiado leyendo a Flaubert, a Camus, a Conrad, a Kerouac, a Beckett, a Hemingway... y, también, a Freud, de cuyas obras habla en su correspondencia.


Su abuela y su madre tuvieron problemas mentales. Temía que a ella pudiera pasarle algo parecido y trataba de atajar esos temores explorándolos. Primero, antes de alcanzar el éxito, mediante un temprano autoanálisis, que se aprecia en los primeros textos del libro, escritos cuando era una adolescente, y posteriormente a través del psicoanálisis. Sin embargo, los problemas mentales acabaron llegando, y las cartas que escribió mientras estaba internada en una institución psiquiátrica, los mejores textos del libro, están llenas de un luminoso dolor.


A propósito de un falso intento de suicidio, en el que fingía autolesionarse con una cuchilla, Marilyn escribe: "Les indiqué que si no me dejaban salir me haría daño -algo totalmente alejado de mi cabeza en ese momento, porque ya sabe usted doctor Greenson que soy actriz y que nunca se me ocurriría hacer algo que me dejara marcas, así de presumida soy. Recuerde que cuando intenté deshacerme de mí misma lo hice con mucho cuidado con diez seconales y diez tuonales y tragándomelos con alivio (así me sentía en ese momento). No cooperé con ellos en ningún momento porque no podía creer lo que estaban haciendo. Me pidieron que me levantara despacio y yo me negué a moverme quedándome en la cama de manera que me agarraron por las cuatro extremidades, dos hombres fornidos y dos mujeres fornidas, y me llevaron al séptimo piso en el ascensor. Debo decir que al menos tuvieron la decencia de llevar boa abajo".


'Alguien voló sobre el nido del cuco', la novela de Ken Kesey, es de 1962, un año después de que Marilyn relatara al doctor Greenson su encierro... y no es ni la mitad de estremecedora.


Desgraciadamente, la mayoría de los textos no son tan largos y no están tan hilados. Son sólo anotaciones ocasionales, realizadas en cuadernos, agendas telefónicas y hojas de hotel, y surgen como arrebatos, a menudo con una intencionalidad terapéutica. Si dudaba de su talento como actriz, que era increíblemente bueno, y nunca dejaba de querer recibir lecciones de interpretación, qué no pensaría de sus escritos, que a veces, y se puede ver porque se incluyen en facsímil todas las notas, parecen estar hechos con cincel y martillo: rayados, tachados, sobreescritos...


Y si hay una forma en la que parece sentirse, entre ese desorden, es la del poema breve. A veces se puede escuchar el eco hermético de Emily Dickinson, con historias familiares de terror apenas esbozadas. A veces toma la intensidad del haiku y otras, el aforismo, que casi siempre es una reflexión autobiográfica. Escribe Marilyn: "No hay nada que temer/ salvo el propio miedo". Y escribe: "Todo el mundo lleva la violencia dentro. Yo soy violenta".


Es obvio que 'Fragmentos' es un puzzle, pero no es tan obvio que este conjunto, leído desde las notas que lo abren, dedicadas a su primer matrimonio, hasta las respuestas a un cuestionario que lo cierran, responde a una unidad esencial, que ilumina una vida frágil. Escribe Marilyn: "mi cuerpo es mi cuerpo/ cada una de sus partes", y parece que está definiendo el libro que escribía sin escribirlo. En todos y cada uno de esos textos está ella, incluyendo su temor a escribir la palabra "pedo", y en todos ellos juntos aparece el autorretrato de una mujer extremadamente frágil.


Y si es más un autorretrato que una autobiografía se debe a que analiza más el momento en el que se encuentra mientras escribe, que los duros tiempos pasados. Por ejemplo, le preocupa más que funcione su relación con su marido, Arthur Miller, que el hecho de haber sido violada. Sin duda, era su deseo de pisar "tierra firme" lo que le hacía olvidarse de tantos años de "arenas movedizas".


Estos 'Fragmentos' no descubren a una gran escritora oculta por su extraordinaria fama como actriz, pero sí descubren a una mujer que luchaba todos los días contra sí misma, contra la locura que creía guardar dentro de sí y que la atormentaba. Que luchaba porque buscaba el amor sin encontrarlo. Descubren a una mujer que se sentía inmensamente culpable por haber sido una víctima.