MÚSICA CLÁSICA

Arias barrocas sobre las aguas del Ebro

Las fiestas del Arrabal incluyeron ayer un concierto de música clásica celebrado bajo los arcos del puente de Piedra.

Los intérpretes llegaron en barca mientras el público se arremolinaba en las orillas, bajo el puente y en el Balcón de San Lázaro.
Arias barrocas sobre las aguas del Ebro
OLIVER DUCH

Cuenta que cantar debajo del puente de Piedra, junto a uno de sus robustos pilares, es como hacerlo en una iglesia. "Si te colocas en la dovela, se siente la reverberación de la voz y las notas se escuchan perfectamente como si estuvieras bajo una bóveda". La joven Juncal Pibernat interpretó anoche arias barrocas e, incluso, el 'Ave María' de Schubert bajo uno de los ojos del viaducto medieval, en una actuación que sorprendió a no pocos desprevenidos paseantes.


Los músicos llegaron surcando el Ebro en una barcaza de madera de Iberflumen y fueron recibidos por un puñado de expectantes vecinos que, estos sí, sabían que la peculiar actuación formaba parte del programa de las fiestas del Arrabal.


"La música clásica se ha sacralizado y nos parece importante sacarla a la calle, que no quede relegada a los auditorios ni conservatorios y que todo el mundo, a pie de calle, pueda disfrutar de ella", explicaba Antoinette Torres, presidenta de la asociación Somos Arte, que auspició esta iniciativa y anteriormente ya ha organizado actos de 'air painting' y otras 'performances'.


Junto a Pibernat, en el recital también participaron el saxofonista Carlos Calvo y el tubista Javier García. Ambos se alejaron de la ortodoxia clásica y se descolgaron con sonidos procedentes de Nueva Orleans, improvisando (apenas los habían 'fichado' 24 horas antes) un repertorio jazzístico. Calvo y García evidenciaron que beben de muchas fuentes (no solo del Ebro) como deja claro su tarjeta de presentación: tocan en formaciones como Gaia, la Dixie Band, acompañan a Ludmilla Mercerón o participan con Karamba, que este fin de semana estará en Madrid teloneando a Calle 13.


Anoche los temores eran muchos: si la temperatura sería agradable, si las riberas y el balcón de San Lázaro no 'entubarían' el sonido, si el experimento sería del gusto del público? Afortunadamente los hados se aliaron con santa Cecilia y permitieron que Händel, Pergolesi o Donizetti, por un lado, y Charlie Parker, Duke Ellington o Stan Getz, por otro, sonaran estupendamente bajo los arcos del vetusto viaducto.


"Yo canto 'a capella' aunque me gustaría hacerlo acompañada por un piano, claro que traerlo en una barcaza de madera se antoja complicado", bromeaba ayer Pibernat, que descartó hacerlo con una grabación de fondo porque restaba naturalidad a la actuación. La joven, que estudió música en el conservatorio de Huesca donde pasó su infancia, tiene una formación lírica casi autodidacta. Quizá por eso, y aunque la noche era propicia y el escenario inmejorable, no se arrancó con una jota a las puertas de las fiestas del Pilar. "No, no. Me da muchísimo respeto. La de la jota es técnica complicadísima y muy diferente".