LITERATURA

La Historia con carmín

Almudena Grandes inicia una serie narrativa sobre la posguerra con 'Inés y la alegría'TusquetsInés y la alegríaAlmudena Grandes. Tusquets: Colección Andanzas. Barcelona, 2010. 730 páginas. 24 euros.

La Historia con carmín
La Historia con carmín

Inés es una chica madrileña de buena familia que abraza la causa comunista con todas sus consecuencias, porque ha visto cómo la República hacía germinar la cultura. Inés es un personaje de ficción. La alegría es la consigna que, durante la posguerra, el PCE, y fundamentalmente su líder Dolores Ibárruri, personaje nada de ficción, lanzó a todos sus militantes exiliados desperdigados por el mundo.


El hermano de Inés es un alto cargo falangista, y eso le salvará la vida tras terminar la guerra: le evitará una condena a muerte (que sus amigas más queridas no podrán esquivar), la sacará de la cárcel, la recluirá en un convento y a mediados de los años 40 la llevará a una semivida junto a la mujer de su hermano en una casa de los Pirineos de Lérida. Está en la cocina de esa casa, como una niña castigada, pero no renuncia a sus ideales comunistas.


Mientras, Dolores Ibárruri vive en Moscú. Es una líder indiscutible y goza de su amor clandestino con Francisco Antón. Moscú está muy lejos de Francia, pero cree que no tendrá ningún problema para gestionar el Partido, que supone mágicamente leal a su carisma, y encarga su gestión a Carmen de Pedro, antigua administrativa de la sede de Madrid exiliada en Toulouse, la ciudad que vertebra la actividad comunista.


Y como cuando el gallinero está mal protegido los zorros acechan, Jesús Monzón, líder del partido comunista en Navarra, que tras la guerra ha sido marginado por sus camaradas dirigentes, ve la oportunidad: seduce a Carmen de Pedro y se hace con la organización en Francia. Jesús Monzón tiene muy claros sus propósitos: antes de que acabe la 2ª Guerra Mundial hay que liberar España, y para conseguirlo tendrá que gestionar el entusiasmo de los muchos republicanos españoles que han contribuido a liberar Francia y actuar militarmente. Puede parecer ahora un teórico lunático, pero consigue en 1945, y durante unos días, tomar algunos pueblos del Valle de Arán.


El eco de La Pasionaria

Gracias a la ‘Pirenaica’, emisora clandestina del PCE, Inés se entera de que muy cerca de su casa están sus camaradas: huye con un caballo y se presenta en el pueblo tomado con cinco kilos de rosquillas. Esas rosquillas son su aval: se hará cargo de la cocina y de la comida... Y también se enamorará de uno de los cargos militares de la ocupación, Galán. Pronto, tras el fracaso de la operación militar, la defenestración de Jesús Monzón y la vuelta al orden con un nuevo jefe comunista en Francia, completamente leal a Dolores Ibárruri y a Moscú, vendrán largos años de exilio para Inés, para Germán y para el resto de los camaradas que no pudieron conseguir que la 2ª Guerra Mundial terminara en Madrid y no en Berlín.


‘Inés y la alegría’ es una novela sobre la vida cotidiana y la organización política de los comunistas españoles exiliados en Europa. Jorge Semprún, que algo sabe sobre el exilio y sobre el PCE, ha dicho recientemente en un programa de TVE que esos hombres eran estupendos “uno a uno”, pero cuando estaban todos juntos algo se malograba. Almudena Grandes (Madrid, 1960) está esencialmente de acuerdo con Semprún en que uno a uno eran estupendos (incluso los “malos” de esta novela acaban redimiéndose de una u otra manera), pero para ella también eran estupendos cuando se reunían: ‘Inés y alegría’ es una defensa cerrada de los esfuerzos del PCE para acabar con el franquismo y traer la democracia a España. Por eso durante la lectura, y también porque comparten un protagonista, Santiago Carrillo, no es raro que venga a la memoria ‘Anatomía de un instante’, de Javier Cercas, que también analiza la cristalización de la democracia española.


Como no me gustan las vidas de santos, tampoco me ha gustado ‘Inés y alegría’. Ni siquiera el más amoroso carmín (la metáfora que emplea Almudena Grandes para resaltar la importancia de la vida privada en la Historia con mayúsculas) justifica la complicidad de Dolores Ibárruri con el stalinismo, a cuyo delirio purgativo contribuyó activamente: acusando a su propio amante de los mayores disparates.


Ese proceso, contado muy brevemente en la novela, condiciona, sin embargo, toda su estructura: es necesario que el lector sienta simpatía por Dolores Ibárruri y no sepa, hasta muy al final, que mientras ella aparece como una carismática heroína en Toulouse, ante Inés y sus camaradas, está obrando como una auténtica tirana en Moscú.


Falta la verdadera vida en ‘Inés y la alegría’, la que inunda torrencialmente muchas de las novelas de Almudena Grandes y que las hace casi siempre emocionantes. Sobra esquematismo, y quizá su origen cinematográfico haya lastrado el dibujo de los personajes.


También es posible que como yo no creo en los inalterables ideales comunistas que mueven a los personajes de esta novela, y que desprecio la materialización “práctica” del comunismo durante el siglo XX y durante este siglo XX, la novela no me haya interesado.