Marina Castaño ya no preside la Fundación

Marina Castaño ya no preside la Fundación de Cela

Marina Castaño y Cela, en la fundación del escritor, en 2001.
Marina Castaño ya no preside la Fundación de Cela
HERALDO

El clásico "hasta que la muerte os separe" se ha hecho virtual en Iria Flavia. Lo que la muerte dejó sin separar ha tenido ya su epílogo. Marina Castaño ya no preside la Fundación Camilo José Cela, ocho años después del fallecimiento de quien fuera su marido.

Como si de una vieja fotografía se tratase, la viuda de Cela seguirá en un rincón de la cómoda enmarcada en el oropel de la Presidencia de Honor hasta que los aires renovados de la Xunta de Galicia tomen otra dirección.

Que la situación parezca más un culebrón al estilo 'Dinastía' es el resultado de la desafección del escritor padronés hacia su anterior esposa, Rosario Conde, y su hijo, Camilo José Cela Conde y de los, por lo visto, oscuros manejos de su viuda, Marina Castaño, quien se ha visto desbordada por lo que muchos consideran una desastrosa gestión del legado del escritor y una excesiva codicia.

Lo cierto es que el funcionamiento de la Fundación era errático últimamente. Algunas voces se habían alzado alertando del descuido en que se había sumergido el legado, mientras la gestión de Marina Castaño parecía esconderse entre las brumas del río Sar, a cuyas orillas compuso Rosalía de Castro -aquella vecina de la casa de A Matanza, a "unha carreiriña dun can" de Iria Flavia- los versos que la consagraron como exponente del romanticismo gallego.

El pasado 2 de julio, la Xunta y Marina Castaño firmaron el convenio en virtud del cual será la Administración Autonómica la que gestionará la Fundación Cela, confirmando la amplia remodelación de su equipo rector, y en el que la viuda del Nobel cede la presidencia ejecutiva en favor del Gobierno gallego, que le reserva el papel de Presidenta de Honor.

Al rescate del patrimonio literario, artístico e histórico que se guarda en la vieja casona de Iria Flavia, sede de la Fundación, ha acudido la Xunta de Galicia, no sin recibir algunas críticas, rápidamente contestadas por el presidente del Ejecutivo gallego Alberto Núñez Feijóo quien aseguró que la asunción de la presidencia de la Fundación pretende únicamente evitar que el legado del ilustre padronés acabe por ser manejado desde fuera de Galicia.

El cómo se han dilapidado los 550.000 euros del presupuesto anual de la Fundación es uno de los motivos de esta "nacionalización" del legado de Cela, aunque no faltan las sospechas que apuntan que han sido destinados a mejorar la posición económica personal de Marina Castaño. Lo que haya que saber, se sabrá.

La chispa que ha encendido la mecha fue la reclamación del hijo de Cela sobre el testamento del escritor, en que legaba todo su patrimonio a su esposa Marina Castaño. La sentencia del juzgado madrileño condenó a Marina Castaño y a la Fundación a pagar 5,2 millones de euros al hijo del escritor, de los que casi 4 deberán ser abonados solidariamente por Marina Castaño y las sociedades Palabras y Papeles, S. L. y Letra y Tinta, S.L., creadas por Cela y Castaño y presididas por la viuda del escritor para gestionar parte del legado literario del ilustre padronés. A estas dos sociedades mercantiles, creadas en 1996 y 1997, habían sido traspasados los derechos de autor de la obra literaria de Cela, lo que perjudicó las aspiraciones de su hijo, Camilo José Cela Conde, según recoge la sentencia del juzgado de instrucción madrileño.

Al Monte Gaiás

Pero la historia suele hacer jugarretas con el destino y, en un bucle espacio-temporal, el legado literario acabará, aunque se diga que es una cesión temporal, en lo que muchos consideran el mausoleo que Manuel Fraga se ha hecho construir sobre el monte Gaiás a las afueras de Santiago de Compostela: la 'Cidade da Cultura'. A nadie resulta extraño el buen talante que presidió las relaciones entre Fraga y Cela en los últimos años de la vida del escritor, y ha sido ahora un epígono de quien fuera el más longevo presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, quien dé un cierto sentido a la faraónica obra que Eisenman ha diseñado para el monte Gaiás, custodiando en su biblioteca el legado literario de Cela.

Los manuscritos, y todo aquello que pudiera servir para ilustración de investigadores, serán trasladados desde Iria Flavia a Compostela, contando con las reticencias de la sociedad padronesa, celosa de su papel como depositaria física del legado del Nobel.

La sede de la Fundación se mantendrá en la parroquia padronense de Iria Flavia y se confirma que los fondos y bienes del legado del Nobel seguirán perteneciendo a la Fundación Camilo José Cela.

Pero del matrimonio Cela-Castaño poco o casi nada perdurará, tras este divorcio póstumo que parece haber dado al traste con los manejos de la viuda de Cela, mientras los últimos flecos siguen su curso entre la maleza de las resoluciones judiciales. Entretanto, el hijo de Camilo José Cela Trulock y su ex esposa, Rosario Conde, aparecen cono vencedores de esta triste epopeya marcada por la desafección paterno filial y la deriva sentimental de un Premio Nobel muy singular.