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Marah y The Brew, manantial eléctrico en Sos

La tercera semana de Luna Lunera comienza hoy (23.00) con un concierto de rock de hechuras clásicas y calidad desbordante.

Marah, pertrechados para las frías noches de Sos.
Marah y The Brew, manantial eléctrico en Sos
HERALDO

La riqueza de variables que se amparan bajo la sombrilla conceptual del rock tiene esta noche una cita de lujo en Sos del Rey Católico. El tercer fin de semana del Luna Lunera se abre hoy (23.00) con The Brew y Marah: norteños y británicos los primeros, chavalotes de Philadelphia los segundos.


Ambos han visitado Zaragoza en los últimos tiempos: el trío inglés (Jason, Tim y Kurtis: demonio guitarrero y vocal el primero, padre e hijo en descomunal sección rítmica para cerrar el círculo) tocó en el Teatro de la Estación en marzo, mientras que Marah ya estuvo en Sos el año pasado, si bien su concierto quedó convertido en un improvisado bolo compartido con Vetusta Morla bajo unos soportales debido a un chaparrón.

El combo de Serge y Dave Bielanko también tocó en la sala Oasis en enero de 2008, en el arranque promocional de su álbum 'Angel of destruction', con el aporte escénico del escritor Nick Hornby.


De los Brew ya se ha escrito por aquí. Youtube, además, ha amplificado el culto local hacia los tres musicazos de la ciudad costera de Grimsby, cercana a Sheffield. Lo que hicieron ante los 200 espectadores del Teatro de la Estación hace cinco meses no se puede medir con palabras. No han reinventado el agua tibia, ni falta que hace.


Jason, de 20 años, lleva dentro la rabia de Hendrix: un virtuoso que toca de un modo tan salvaje que parece impostado hasta que se descubre, en gestos puntuales, que se le remueve hasta el tuétano de sus frágiles huesos. Kurtis, de 21 años, se contiene en favor del repertorio... pero al final no le queda más remedio que dar rienda suelta a su brutal talento con las baquetas. Y papá Tim cumple eficazmente su labor de metrónomo, con la solvencia de quien lleva años en el negocio: además, canta bien.


Marah, tras quince años de carrera y unas cuantas visitas, tiene ya poco que demostrar. Lo que siempre sorprende de Bielanko y sus secuaces es una capacidad inmensa para manejar el 'tempo' de los conciertos. Se diría que abren las espitas de su magia de un modo anárquico, pero es fácil darse cuenta de que el resultado es un tetris en manos de expertos: rock polvoriento de divisa estelar. La cuasimilenaria Lonja (le faltan tres siglos de nada para hacerse con ese título) espera el temblor con ilusión de quinceañera.