María Dolores Gimeno Puyol

"José Nicolás de Azara firmó con Napoleón el armisticio de Bolonia"

Ha editado el 'Epistolario (1784-1804)' del oscense José Nicolás de Azara, que fue embajador en Roma y París, y amigo de Napoleón.

María Dolores Gimeno se ha ocupado de la edición de las cartas de José Nicolás de Azara.
"José Nicolás de Azara firmó con Napoleón el armisticio de Bolonia"
ANTóN CASTRO

María Dolores Gimeno Puyol, profesora de Maella experta en la literatura de la Ilustración y apasionada por las cartas, es la responsable de la edición del 'Epistolario (1784-1804' (Castalia/IFC) del oscense José Nicolás de Azara (Barbuñales, 1730-París, 1804), hermano mayor del naturalista Félix de Azara.

¿Qué le atrajo de José Nicolás de Azara?

A Azara nos los 'presentó' Rafael Olaechea en clase de Filología Hispánica, invitado por la doctora Albiac; su figura y su epistolario parecían un material precioso para una tesis sobre una época crucial, contada por un testigo directo de hechos muy relevantes. Era miembro de la minoría ilustrada que ayudó a Carlos III a modernizar la España del Antiguo Régimen, pero respiró más aires de libertad al residir en Roma y París. Su compleja figura se puede resumir en dos ejes: su formación y dedicación diplomática -muy inclinado a la acción política- y el humanista, hombre de letras y experto en artes.

En 1765, José Nicolás se marchó a Roma como Agente de Preces del Rey. ¿En qué consistía ese oficio?

Era el encargado de gestionar las peticiones de particulares a la Iglesia como bulas, dispensas..., negocios que movían mucho dinero.

Permaneció en la ciudad más de treinta años. ¿Cuál sería el balance de esa estancia?

Cabe distinguir la etapa de la Agencia de Preces (1765-1784) y la de ministro plenipotenciario (1784-1798). La correspondencia con el aragonés Manuel de Roda, entre 1768 y 1780, retrataría al primer Azara, mordaz, volteriano, antijesuita y ansioso por ocupar la embajada; las posteriores editadas por mí muestran a alguien maduro, con más responsabilidad, muy informado y con buenos contactos.

Pronto se reveló como un hombre curioso e ilustrado, mecenas, editor de clásicos...

Fue un asiduo a las principales 'conversazioni' o tertulias. Participó en excavaciones y reunió una buena colección de esculturas antiguas. Su biblioteca alcanzó los 20.000 volúmenes. Editó a Garcilaso de la Vega en España; a los clásicos latinos Horacio, Virgilio... con el famoso tipógrafo Bodoni; y los escritos de su amigo el pintor Mengs. Fue mecenas de los pensionados de la Academia de San Fernando; y reunió una colección pictórica, visitada por los ilustres viajeros que iban a Roma.

¿Cómo cambió su trayectoria cuando fue nombrado embajador?

Pasó a residir en el Palacio de España, en la famosa plaza homónima. Pero el verdadero cambio se produce en 1796, cuando su amigo Pío VI le envía a detener a los franceses que iban apoderándose de los Estados italianos. Azara firma con el general Bonaparte el armisticio de Bolonia, que evita la invasión a cambio de contrapartidas.

Más tarde lo nombraron embajador de París.

En 1798, en la agitada época del Directorio, París era la embajada más complicada, y Azara el más preparado por su experiencia y contactos; de hecho, contribuyó a serenar la situación interna francesa y negoció varios tratados internacionales, aunque fue cesado al año de llegar. En 1801 obtuvo su segunda embajada parisina, ya con el Consulado, pero es depuesto de nuevo en 1803 al distanciarse de Godoy, su antiguo protector.

Hablemos del 'Epistolario'. ¿Dónde estaban las cartas?

Estaban dispersas en diversos archivos europeos: Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional de Madrid, Toledo, la British Library, el Quai d'Orsay, Parma, Bolonia... Como se trabaja con el material producido por el mismo autor, es un viaje al origen; además permite descubrir edificios singulares. Pero sin la ayuda de la Institución Fernando el Católico, sobre todo, y del Instituto de Estudios Altoaragoneses, no hubieran visto la luz esos textos editados por Castalia.

Parece que Azara tenía una pulsión constante de escritor.

Por un lado está su comentada faceta de editor -y traductor-, y por otro, el escritor de cartas y de unas 'Memorias'. Las cartas eran el vehículo casi exclusivo de comunicación en la época, tanto entre familiares y amistades ilustradas como en los negocios diplomáticos. Azara en los momentos de mayor agitación política llega a escribir más de ocho horas diarias.

¿Quiénes fueron sus corresponsales?

Hubo diplomáticos, como el conde de Aranda, embajador en París, con quienes trata de política o anécdotas del gran mundo. Mantuvo con sus secretarios de Estado-Floridablanca, Godoy...- un carteo confidencial paralelo a los oficios. Se escribió con amigos como Bernardo de Iriarte y con Eusebio Bardají, su sobrino preferido. Otros le planteaban cuestiones eruditas y artísticas, como el cardenal Lorenzana, con quien también comenta la Revolución Francesa y la guerra europea. Entre los extranjeros resultan de gran interés las cartas a los comisarios y generales franceses invasores de Italia y las de sus embajadas parisinas a políticos como el hábil Talleyrand.

¿Qué cartas son especialmente reveladoras, especiales?

Me parece interesantísima la bella correspondencia de amistad con Iriarte, y destacaría en especial las cartas que escribe desde Barbuñales en la casa familiar durante el verano de 1800, cuando había sido relevado de su primera embajada parisina: ahí se emociona con la tierra con la que se encuentra, que describe como una Arcadia de olivos y viñedos, y reencuentra los afectos familiares y la tranquilidad de la que hace mucho tiempo que no gozaba.

¿En qué medida está reflejada su vida y su intimidad en las epístolas?

La extensión y tono dependen del destinatario. Por ejemplo, a Godoy le llega a escribir cartas larguísimas, con Aranda aparecen guiños relativos al paisanaje y conocidos comunes, y con Bernardo de Iriarte, el amigo de juventud, destaca la confianza y el universo de referencias culturales y literarias compartidas, como también el sentido del humor. Siempre usa una lengua elegante y clara, fiel al "buen gusto" del castellano del siglo XVI; como distintivo, largos párrafos y una sintaxis impecable. Aparecen interesantes elementos de la sociabilidad de su mundo, entre negocios y el ocio privado, así como sus gustos individuales, desde la gastronomía o el mobiliario a la vestimenta.

¿Qué relación tuvo con Napoleón Bonaparte?

Se conocieron negociando en Italia en 1796, cuando Azara definió al general como "uno de aquellos ingenios privilegiados que la naturaleza produce muy de tarde en tarde". Bonaparte le dispensó un afecto constante: apenas llegado de Egipto en 1799, le pidió consejo antes del golpe de Brumario; le sostuvo luego en sus difíciles relaciones con Godoy; y al fallecer, le tributó un solemne funeral. Azara le ofreció a Bonaparte el busto de Alejandro Magno que está ahora en el Louvre.

Resulta singular su condición de soltero?

Entre su generación ilustrada abundaron los solteros o los que se casaron en una edad tardía, poco preocupados en formar una familia. Azara mismo participaba de los chismes que circulaban entre el 'grand monde'; y a él, aunque lo negó, se le relacionó con la princesa Santacroce, dama casada de quien era acompañante y de cuya hija Anna se le atribuyó la paternidad.

¿Cuál fue la relación con su hermano el naturalista e ingeniero Félix de Azara?

En vida de ambos, José Nicolás era el hermano conocido, como reconoce Félix al dedicarle sus 'Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpedos', que escribió en la soledad de la selva, mientras el brillante diplomático era célebre en toda Europa. Se habían visto una sola vez en Barcelona durante un permiso del primero en 1776; no obstante, mantuvieron una correspondencia, que se ha perdido. Se reencontraron en París en 1802 y convivieron casi dos años, hasta la muerte de José Nicolás.