TOROS

El Molinero: "Enseguida vi que la cogida era seria"

El torero zaragozano Ricardo Aguín sufrió una grave cornada el jueves a puerta cerrada en la plaza de Badajoz. La rápida intervención de un veterinario presente cortó la hemorragia y le salvó la vida.

El Molinero, en el hospital de Badajoz
El Molinero: "Enseguida vi que la cogida era seria"
HERALDO

"La cornada es de 20 centímetros, el toro lo levantó y lo lanzó al callejón, por encima del burladero. Está vivo de milagro, fueron los 15 minutos más duros que uno se pueda imaginar". Antonio Castilla, 'Antoñín', amigo de Ricardo Aguín, 'el Molinero', y apoderado del talento emergente aragonés Carlos Gallego, relataba ayer recién llegado de Badajoz la cogida que sufrió el zaragozano el jueves, al caer de la tarde, cuando toreaba a puerta cerrada en el coso de la capital pacense.


La ambulancia llegó en 15 minutos tras salvar a duras penas un atasco de tráfico. "Tarda cinco más y... bueno, no quiero ni pensarlo", asevera Castilla, que estuvo al lado de Moli –como le llaman sus amigos- en todo momento. "Pero se salvó, y es lo importante". Ayer, postrado en su habitación del hospital Reina Sofía de Badajoz y acompañado de su hermano Toño, Ricardo Aguín repasaba lo sucedido.


Dicen que en estos casos se asustan más los que están alrededor que el que sufre la cornada. Usted supo enseguida que era grave.

Sí, lo recuerdo perfectamente, lo vi venir, enseguida me di cuenta de que la cogida era seria. El toro arrancó y aunque me dio tiempo a meterme en el burladero, metió la cabeza y me corneó en la pierna. Era una tarde a puerta cerrada y el toro iba afeitado. Enseguida sentí el pitón: me dicen que la trayectoria fue tremenda, pero aún no sé hasta que punto. Cuando ocurre algo así solamente queda la serenidad, porque sabía que el sitio era malo, por la cantidad de venas y arterias importantes de esa zona.


Usted es un profesional experto, y a sus 39 años ya se ha visto en muchas situaciones similares. Además, los banderilleros también son asiduos de los volatines... usted sabía lo que tenía que hacer.

Mi primer impulso fue hacerme un torniquete con un cinturón, pero el boquete era inmenso y perdía demasiada sangre. Por suerte, había allí un veterinario que agarró un paquete de gasas y me lo puso entero, sin quitarlo un segundo, para cortar la hemorragia hasta que llegara la ambulancia.


Afortunadamente, el hospital estaba cerca, pero la ambulancia tardó un poco.

Sí, allí ya estaban preparados y solamente me dio tiempo a preguntarle al doctor si había operado cornadas antes. Me dijo que la mía era la tercera, y me tranquilizó. Enseguida acudió también el cirujano de la plaza, que me habló maravillas de su colega.


La intervención fue un éxito y, como suele ocurrir en estos casos, el torero solamente piensa en volver a la plaza.

No sé nada de cuándo podré, es muy pronto, pero claro que pienso en volver cuanto antes. Toreábamos este fin de semana entero, el jueves con la alternativa de Carlitos Gallego, el fin de semana próximo también teníamos dos corridas… estoy pendiente de los médicos. Y bueno, he tenido suerte dentro de la desgracia, no me ha pillado la arteria femoral.

El infortunio le cogió con mucha gente amiga a su lado, y las muestras de solidaridad se han sucedido en estas horas posteriores. ¿Ayuda ese arropo a curarse más rápido?

El toro es así, se sabe que estos momentos llegarán, y si estás metido en este mundo no vale la pena darle muchas vueltas. Sí, me ha llamado mucha gente para animarme: todos los toreros de Zaragoza, los de ahora y los de siempre, además de amigos, compañeros... no me voy a poner a dar nombres porque me olvidaré de alguno, y no quiero. Ellos ya saben que se lo agradezco. Claro que ayuda. Mucho.