UN NUEVO JUEGO

Buscadores de tesoros del siglo XXI

Jesús 'Candelas', su mujer Charo y su hija Marta, en el parque Grande de Zaragoza, donde han escondido su último tesoro.
Buscadores de tesoros del siglo XXI
OLIVER DUCH

La cita con Jesús ‘Candelas’ -pide que como su apellido figure el alias con el que se le conoce-, su mujer Charo y su hija Marta, de 9 años, es en el parque Grande de Zaragoza. Llegan con el GPS en la mano y una caja de plástico, dispuestos a esconder un nuevo tesoro y proseguir el juego. Son una familia de geobuscadores, los perseguidores de tesoros del siglo XXI, que hacen realidad el sueño literario de los libros de aventuras gracias al localizador y las nuevas tecnologías.


Con la ayuda del GPS, salen a la caza de esos cofres que otros compañeros han escondido. Se trata del ‘geocaching’, una práctica que nació en Estados Unidos hace nueve años y que en España practican más de 2.000 personas. Aragón oculta 124 de estas particulares joyas o ‘cachés’, como ellos los llaman. En Zaragoza, en sitios tan pintorescos como las murallas romanas, el parque Grande y la iglesia de La Mantería. Y hay más en Daroca, Belchite, cerca del río Ebro, Ordesa, el Pirineo... De hecho, se pueden encontrar en cualquier sitio al que uno pueda llegar.

Sus coordenadas las conoce bien Jesús ‘Candelas’. Fue hace cinco años cuando, trabajando en la localización de vehículos con GPS, se topó con la web de referencia, www.geocaching.com, y se quedó enganchado. En ella se registran las coordenadas de los tesoros que se colocan, para que así otros usuarios puedan localizarlos. "Existen unas normas muy claras y respetuosas: cuando encuentras un ‘caché’, tienes que firmar en el libro de visitas y dejar otro obsequio a cambio, más o menos del mismo valor", explica Jesús. Esta afición suma cerca de 50.500 equipos registrados en más de 60 países. Solo en Aragón, hay unos 40 jugadores.


Durante los cinco años que acumula como aficionado, Jesús ha encontrado 170 cofres y ha escondido 41, el último, ayer mismo, con motivo de este reportaje.


Y ¿por qué engancha tanto? Este aficionado lo explica: "Es una más de mis aficiones, que puedo combinar con otras como andar, hacer turismo y visitar enclaves naturales de interés. Además, y sobre todo, la puedo compartir con mi familia". "Lo más divertido es preparar la ruta para una búsqueda, aprovechar para que los niños aprendan algo sobre historia, naturaleza...", añade. Es el caso del cofre que escondió en Daroca y que, antes de localizar, lleva a recorrer los principales lugares de interés turístico de la localidad. Tanto, que hoy hay una visita guiada que, sin saberlo, hace el mismo itinerario.


De todos los posibles regalos, la guinda son los ‘travel bugs’ (bichos viajeros) y las ‘geocoins’ (geomonedas). Jesús tiene su bicho, un pequeño Papá Noel que intenta que llegue a Laponia, y que ya sabe que anda por Suecia. Él encontró en Francia una caravela de Colón que trajo a Zaragoza para que siguiera surcando los mares.