LIBROS

Barba: "Alfredo Landa ha sido sustituido por Nacho Vidal"

El libro de este profesor catalán, '100 españoles y el sexo', aborda el cambio sexual que ha vivido España en 50 años

Corría el año 1970 cuando en la capital aragonesa comenzó la bautizada entonces como 'guerra del biquini'. Después de que una joven fuera expulsada de la piscina de Miralbueno por usar un bañador de dos piezas, un grupo de mujeres decidió echar un pulso a la moral establecida y se manifestó luciendo esta 'indecorosa' prenda.

 

El profundo cambio sexual que ha sufrido la sociedad española es el argumento de fondo del nuevo libro de David Barba (Barcelona, 1973), '100 españoles y el sexo', presentado ayer en la FNAC de Zaragoza. Un centenar de personas de todos los ámbitos de la vida pública, como Alfredo Landa, Sánchez Dragó, Francisco Umbral y Alaska, narran en primera persona cómo se ha transformado España desde que las 'suecas' escandalizaron a los más conservadores en las playas levantinas hasta nuestros días, pasando por la censura, el cine del destape y el sexo 'online'.

 

"De la represión sexual del franquismo hemos pasado a la de la moda y la publicidad", comenta Barba. Antes no se podía ver un cuerpo desnudo; ahora están prohibidos los kilos de más. "El sexo se ha mercantilizado, se utiliza para incitarnos a comprar", añade.

 

También han cambiado los iconos eróticos. "Alfredo Landa, el galán subdesarrollado de los años 60, bajito, calvo y regordete, ha sido sustituido por Nacho Vidal, el macho ibérico hiperdesarrollado". Sin embargo, la protagonista ha sido la mujer. "Primero accedió a la vida laboral, más tarde a la píldora y, por último, al sexo y al placer", afirma Barba.

 

Después de tres años y medio de trabajo y un centenar de charlas han salido un libro de más de 800 páginas y anécdotas para escribir otras tantas. Algunos han mentido, otros han exagerado y unos cuantos, como Rouco Varela o Miguel Bosé, se negaron a hablar. Hay sorpresas, como las fantasías de Verónica Echegui o la simpatía de Alfredo Landa después de un par de botellas de Rioja. Fraga, que fue uno de los protagonistas de esta revolución abriendo las puertas a las 'suecas', echó al escritor de su despacho cuando le preguntó si veía porno. Otros fueron más amables: Sánchez Dragó le ofreció acostarse con su mujer para demostrar que había superado los celos.