ANIVERSARIO

El hombre que mereció brillar y lo evitó obstinadamente

Hoy se cumplen 75 años de la muerte de Filomeno Mayayo, el que fuera insigne periodista y escritor aragonés y director de HERALDO entre 1916 y 1933, una época excepcional política e informativamente.

La redacción, en torno a 1916, con José Valenzuela y Mayayo al frente.
El hombre que mereció brillar y lo evitó obstinadamente
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Dicen de él que tenía un carácter discreto y sufría de una modestia casi patológica. Tal era su aversión a la notoriedad, que en algunas notas biográficas se apunta: "Filomeno Mayayo fue un valor literario aragonés, cuya exacerbada humildad le llevó a renunciar a metas mayores". Esta timidez extrema queda, incluso, recogida en su epitafio, con la firma de Juan Moneva: "Mereció brillar, lo evitó obstinadamente".

 

Dado que siempre fue rehuyendo el ser foco de atención, es probable que Filomeno Mayayo no estuviera muy de acuerdo con el reconocimiento que hoy, con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento, le brindan sus vecinos de Alcalá de Ebro. En el cementerio de esta localidad zaragozana y en la calle que lleva su nombre, se realizarán diversos actos en su memoria.

 

Mayayo, escritor, periodista y director de HERALDO DE ARAGÓN entre 1916 y 1933, nació en Alcalá de Ebro el 11 de agosto de 1873. La mayoría de sus artículos los firmó bajo el pseudónimo de Baratario, en recuerdo al episodio quijotesco de su localidad natal. Pronto sobresalieron sus dotes de buen estudiante y, cuando su padre marchó a la guerra de Cuba, se vio obligado a abandonar parcialmente los estudios y asumir responsabilidades familiares. Aunque estudió para jurista, comenzó haciendo sus pinitos periodístico en 'La Derecha', y al cierre de esta publicación, en 1901, ingresó en la plantilla de HERALDO.

 

En este periódico, del que fue redactor y redactor-jefe antes de ocupar la dirección, desarrolló una labor de excelsa entrega y casi siempre anónima, marcada por sus grandes habilidades como escritor, su profunda cultura (dominaba los clásicos griegos y latinos), su preocupación por los problemas nacionales y regionales, y una clara postura política progresista y liberal, que quedó patente en la aliadofilia de HERALDO durante la Primera Guerra Mundial que revelan los editoriales del periódico debidos a su pluma.

Los años como director

En 1914, Mayayo dirigió la Asociación de la Prensa Aragonesa y apenas dos años después fue nombrado director de HERALDO. Corrían tiempos duros para la prensa -el papel se encareció debido a la primera gran guerra-, pero bajo la tutela de Mayayo, las informaciones del periódico se fueron diversificando y especializando. En 1923 HERALDO tenía ocho páginas y fomentaba el auge de la ilustración de prensa. HERALDO, sito entonces en Coso 74 y apoyado por una linotipia en la calle Numancia, inauguró su sede actual del Paseo de la Independencia 29, en mayo de 1931; pero el físico no fue el único cambio que vivió el periódico en los inciertos años en los que se consumaba la dictadura de Primo de Rivera y se entreveía cierta -y torpe- voluntad democrática en el auge de la II República.

 

La época que le tocó vivir a Mayayo fue excepcional y él, desde su puesto de director del HERALDO, hubo de plantear la cobertura de informaciones esenciales, trascendentales y de los ámbitos más diversos. Se ha dicho que bajo su mandato, entre 1916 y 1933, la prensa hubo de bandear la Primera Guerra Mundial, pero, además, también se produjo en 1917 el triunfo de la Revolución Rusa que exigía un posicionamiento. En otro orden de cosas, las noticias de mayor impacto social -y local- de la época se iban sucediendo: la muerte del diestro Florentino Ballesteros, el desastre de Annual de 1921, el asesinato del cardenal Soldevilla (1923), el épico desembarco de Alhucemas (1925) o la apertura del Canfranc en 1928, con el rey Alfonso XIII como testigo de excepción.

 

Sin embargo, otro hecho histórico se antoja de enorme relevancia por la extraordinaria cobertura que se dio en HERALDO. Con todos los elementos en contra, redactores como Pascual Martín, M. Álvarez o Ruiz Castillo informaron de la sublevación militar de las guarniciones de Jaca en 1930, cuya precoz proclamación de la República no cuajó. Poco después, el 14 de abril de 1931, tras unas controvertidas elecciones municipales, se proclamó la II República

 

Para entonces, Mayayo ya andaba aquejado de graves afecciones en las vías respiratorias e, incluso, fue intervenido por el doctor Pedro Ramón y Cajal, quien le obligó a abandonar las ocupaciones laborales. Aunque no se desvinculó nunca del que llamaba "su" HERALDO, en 1934 cedió el testigo a Manuel Casanova. En sus últimos momentos, a sus familiares les rogó dos detalles: no citarle en esquela alguna y que su féretro lo cubriera la bandera de España, entonces, la tricolor republicana. Falleció el 5 de julio de 1934.