DÍA DEL LIBRO

Juan Marsé reivindica la calidad de las ideas por encima de la lengua en que se expresen

Con la "ilusión de recibir" el galardón más importante de las letras españolas, el escritor recordó a todos los autores que le "otorgaron su confianza y apoyo" cuando comenzó a publicar sus obras.

Juan Marsé, Premio Cervantes 2008
Juan Marsé reivindica la calidad de las ideas por encima de la lengua en que se expresen
EFE

Se le notaba algo nervioso, pero leyó el discurso con tranquilidad, haciendo todas las pausas, gustándose a sí mismo y provocando risas y sonrisas en el auditorio con sus golpes de humor. "Los que me conocen bien saben que me da bastante apuro hablar en público. Créanme si les digo que el otro día, en Barcelona, antes de emprender viaje, tentado estuve de entrar en casa de don Antonio Moreno, que guarda la cabeza encantada y parlante desde los tiempos en que don Quijote y Sancho visitaron la ciudad, y traerme esa testa para que hablara en mi lugar. A buen seguro que habría dicho palabras más sabias y de más provecho que la mías".


Vestido de chaqué -prenda que aborrece- y arropado por su familia, Juan Marsé, de 76 años, recibió el Premio Cervantes de manos del Rey, un galardón que está dotado 125.000 euros y que se concede por primera vez a un autor catalán. En un bien trabado discurso, en que el alternó el jabón con el látigo, el novelista catalán defendió en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares la calidad de las ideas por encima de la lengua en que se expongan. "Pienso que muchas cosas que se dicen o escriben, en el idioma que sea y por muy autentico que éste se presuma, deberían a menudo merecer más atención y consideración que la misma lengua en las que se expresa", razonó el autor de "Si te dicen que caí', quien a renglón seguido cogió el látigo para arrear estopa.


"Actualmente los medios de comunicación son tan abrumadores y omnipresentes, se siente uno tan asediado las 24 horas del día por una información tan apremiante, insidiosa y reiterativa, que casi no hay tiempo para la reflexión. La televisión debería contribuir a reconocer y asumir la variedad lingüística del país, y es de suponer que en cierta medida lo hace, pero no parece que nadie se pare a pensar en los contenidos de esa televisión ni en su nefasta influencia cultural y educativa". Y remató hundiendo el tridente: "Soy del parecer que más de la mitad de lo que hoy entendemos por cultura popular proviene y se nutre de lo que no merece ser visto ni oído en la televisión. En la lengua que sea".

Imaginación


Habló Marsé de la imaginación y de su amor por el Quijote, que leyó a los 16 años -a la tercera intentona- en el parque Güell de la Ciudad Condal. "En el corazón del caballero chiflado que no distingue entre apariencia y realidad, anida, como es bien sabido, el germen y el fundamento de la ficción moderna en todas sus variantes", argumentó. "Soy un amante incondicional de la fabulación. Tan adicto soy que a veces pienso que solamente la parte inventada, la dimensión de lo irreal o imaginado en nuestra obra, será capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a través del tiempo".


Citó una vez más la frase del poeta norteamericano Ezra Pound, una idea que lleva grabada a fuego y que asume como si fuese suya: "El esmero en el trabajo, el cuidado de la lengua, es la única convicción moral del escritor". Escribir buenas historias, con eficacia y calidad literaria, ese es su lema. De ahí que rechace tanto a los escritores "metaliterarios" que sólo se saben mirar el ombligo, como a los "floridos" que utilizan lo que él denomina "prosa sonajero" (frases que suenan bien pero vacías de contenido). Imaginación y esmero, sí, pero anclados en la realidad.


"Como dijo Woirir un buen bistec. Quizá no estaría de más tenerlo en cuenta".


En un acto que estuvo presidido por los Reyes y al que asistieron, entre otras autoridades, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, la presidente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Virgilio Zapatero, el novelista catalán, que apoya la pluralidad lingüística, justificó su elección de escribir en castellano apelando al momento histórico en que creció. "En mi casa sólo había dos libros en catalán, pues el resto se quemaron por temor a las represalias franquistas. Mis primeras lecturas fueron en lengua castellana: 'El libro de la selva', 'Genoveva de Brabante', 'Tarzán de los monos', 'Humillados y ofendidos' y 'La historia de San Michele'. Soy un catalán que escribe en lengua castellana. Yo nunca vi en ello nada anormal".


Acompañado por su mujer, Joaquina Hoyas, sus hijos Berta y Alejandro y sus tres nietos, el Premio Cervantes se refirió a sus escritores favoritos -Baroja, Galdós y Dickens- y su aprendizaje a través del cine. "Fui muy peliculero. Insoportablemente peliculero". Redondeó su discurso hablando de la memoria, de la importancia de la memoria, pues un escritor sin memoria -suele repetir- "no es nada". "Incluso la memoria trapacera puede hacer buena literatura", destacó.


"Sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir, tanto en la sociedad civil como en los estamentos del poder, sabemos que hablar de ello en nuestros días conlleva para muchos, todavía una carga de dolor y resentimiento, suspicacias y malentendidos". A pesar de ello, "la memoria nos construye como seres morales". "En lo que mí respecta -concluyó- persistiré en la búsqueda de algo que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver, por encima de cualquier otra finalidad, con alguna forma de belleza".


Tras el discurso, que fue recibido con un prolongado aplauso, Marsé departió con los Reyes y con el presidente del Gobierno. Se le notó muy a gusto al lado de doña Sofía, con quien conversó durante varios minutos entre continuas sonrisas.