LIBROS

Martín Casariego: "Es muy difícil ser valiente en Euskadi"

El escritor madrileño publica 'La jauría y la niebla' (Algaida), una novela sobre el acoso escolar, el miedo y su experiencia en el aula.

Martín Casariego reflexiona sobre el miedo en clase, la pérdida de la inocencia y el amor.
Martín Casariego: "Es muy difícil ser valiente en Euskadi"
OLIVER DUCH

ZARAGOZA. Martín Casariego Córdoba (Madrid, 1962) nació y creció en una familia especial. Su padre, Pedro, era arquitecto y un hombre apasionado por la cultura. Su hermano mayor, Pedro Casariego, escribía poesía y pintaba y dibujaba. Una canción de Bunbury, con su vendaval de polémica, lo ha devuelto a la actualidad. Él era como "un artista intrigante y misterioso", así lo definió Ángel González, que ejercía una especial fascinación sobre los demás: el propio Martín y los hermanos escritores Nicolás y Antón.

 

Una de las novelas de Martín, 'La primavera corta, el largo invierno' se inspira en gran parte en aquel hermano talentoso que se suicidó en 1993. "En realidad, esa novela, que no he vuelto a leer desde que se publicó en 1999, nació de una imagen: la de alguien que contempla todo Madrid desde lo alto de una azotea. Era mi hermano Pedro. Allí contaba una historia de amor que él había vivido, una historia dramática, de pérdidas y reencuentros, con una mujer que él había amado con locura y que se llamaba Azul".

Las tres edades del hombre

Ahora, Martín Casariego publica 'La jauría y la niebla' (Algaida), una novela de compromiso social y de denuncia, en cierto modo, con la que ha ganado el II Premio de Novela Ciudad de Logroño 2008. La pieza narra un día de la vida de tres personajes: Leandro, que tiene siete años; su hermano Ander, de catorce años, perseguido y humillado por sus compañeros de clase, y el escritor Ignacio Mayor, que tiene 68 años y acudirá a hablar de sus libros a un colegio de Euskadi. Martín Casariego reconoce que uno de los temas fundamentales del libro es "el acoso escolar" que padece Ander, un acoso que acaba siendo ambiental, insoportable, "que destruye y culpabiliza a la vez".

 

"La idea me vino a la cabeza hace algunos años, antes de que este tema se hiciera tan evidente en las aulas. Reuní distintos materiales. Además, a partir de 1995, tras redactar algunos guiones de cine y publicar la novela juvenil 'Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero' (Anaya), empecé a visitar colegios y eso me facilitó el encuentro con niños y adolescentes, como le sucede al veterano novelista del libro".

 

Había otro asunto que le interesaba: la pérdida de la inocencia, la expulsión del paraíso de la niñez, y eso es lo que padece el joven Leandro cuando le dicen, "más o menos brutalmente", que los Reyes Magos no existen.

 

Martín Casariego, licenciado en Historia del Arte, también incorpora el tema de las tres edades del hombre. La niñez, la adolescencia y la juventud, y la madurez. "Si en el Arte, los estudiantes nos preocupábamos por los cambios externos de los personajes representados, en esta novela yo escribo de los cambios interiores, de una mudanza brutal. Leandro cambia bruscamente; Ander, el acosado, vive a hurtadillas, con miedo, pidiendo aire para respirar, víctima de una crueldad absurda de la manada, de los cobardes, de la jauría. Los propios profesores tienen miedo: se vigilan unos a otros, no quieren ver la situación, se alejan, no acaban de ayudar. La vida tampoco es amable". Como una leve bocanada de esperanza, irrumpen pequeños fogonazos de amor.

La violencia y la libertad

La novela transcurre en Euskadi, y esa elección tampoco es casual o inocente. "A mí me preocupa mucho que en un país democrático como este exista gente que no es libre, que no puede alzar la voz porque va a ser agredida de inmediato. Aquí también se denuncia la violencia del grupo sobre el individuo, la agresión aleatoria de la jauría y también se aborda la cobardía. Es muy difícil ser valiente, la cobardía, la resignación y el miedo son comprensibles en algunas circunstancias, aunque no sean nada elogiables, pero aún es más cobarde quien se refugia en la manada". El escritor, ya metido en ese torbellino de convulsiones, también reflexiona sobre la lengua. "Estoy con Fernando Savater. No existe una lengua de territorio, una lengua de la madre patria, existe una lengua madre y yo defiendo que se pueda usar en libertad, sea el español o el vasco, el catalán o el gallego".

 

Martín Casariego es meticuloso en la estructura de sus libros. Confiesa: "Soy un narrador ambicioso. Quiero emocionar al lector, divertirlo y conmoverlo, por una parte, y además le invito a reflexionar sobre la condición humana dentro de un texto que se sostenga, que no decaiga, que apetezca leer. Corrijo mucho, busco la fluidez. Trabajo yo para que el lector no trabaje tanto, intento ponerle las cosas fáciles sin volverme obvio o previsible".