ARTE

El arte religioso contemporáneo aragonés, entre la devoción y la crisis

La producción creativa en terrenos como pintura o escultura ha descendido notablemente en los últimos años, al tiempo que ha crecido la restauración. Edificios como la iglesia de Canfranc o el santuario de Torreciudad, entre las construcciones destacadas del siglo XX.

Algunos ejemplos del arte religioso contemporáneo aragonés
El arte religioso contemporáneo aragonés, entre la devoción y la crisis
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El reciente ofrecimiento del pintor Antonio López para intervenir artísticamente en la basílica del Pilar, unido al hecho de que en los últimos 50 años no se ha pintado ninguna de sus cúpulas, ha puesto sobre el tapete una cuestión candente. En los albores del siglo XXI, ¿tiende a desaparecer el arte religioso contemporáneo? Parece que no, pero lo que resulta indudable es que está en crisis. Una crisis que viene de lejos y que lleva implícito el hecho de que cada vez se realizan menos obras novedosas de arte religioso, tanto en el campo de la arquitectura, como en el de la pintura o escultura. El fenómeno se ha acentuado en la segunda mitad del siglo XX, y especialmente con la introducción de la filosofía del Concilio Vaticano II (1965), que propugnaba una desornamentación de los templos.


En Aragón, el siglo XX ha sido el de edificios como el Museo de Zaragoza, el Grupo Escolar Joaquín Costa, el Auditorio de Zaragoza o la Torre del Agua, por poner solo cuatro ejemplos. ¿Existe algo parecido en el campo de la arquitectura religiosa? Pues, aunque cueste encontrar edificios de la misma majestuosidad que los de otros siglos, también se han construido templos de interés. Quizá dos de los más destacados, según los especialistas consultados por HERALDO, sean el santuario de Torreciudad, del arquitecto Heliodoro Dols, y la iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Canfranc, diseñada por Miguel Fisac. Los dos tienen ya varias décadas de historia a sus espaldas.


El santuario ribagorzano, por su tamaño, es casi el único que podría compararse a las grandes construcciones religiosas de otros siglos. Realizado en ladrillo y alabastro, con una amplia plaza aneja para celebraciones multitudinarias, en su interior guarda interesantes obras artísticas, algunas de ellas, como el retablo de Joan Mayné o el Cristo en bronce de Pasquale Sciancalepore, de interés artístico. Se trata de obras en las que los creadores recrearon o reinterpretaron modelos antiguos. En ellas no hay, en esencia, aportación de grandes novedades estéticas.


Crear o reaprovechar


El caso de la iglesia de Canfranc es especial. El diseño es obra de Miguel Fisac, el arquitecto responsable de las iglesias españolas de diseño más innovador en los años 50 y 60. Prueba de su importancia la da el hecho de que recientemente fue declarada Bien de Interés Cultural. Pero en su interior sigue los cánones estéticos conciliares.


Además de estos dos casos, ¿se han levantado más iglesias importantes? "En el siglo XX, y no solo en los primeros años, se han construido iglesias muy interesantes desde el punto de vista arquitectónico -apunta Mario Gállego, delegado episcopal de Patrimonio Histórico de la diócesis de Zaragoza-. Arquitectos de gran categoría han construido templos en Aragón. Sería una gran injusticia decir que casi nada de lo que se ha hecho tiene interés". Mario Gállego no quiere citar ejemplos pero ahí están: en Zaragoza, la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la de los Marianistas, o la fachada del antiguo Seminario, por citar algunas, son construcciones con evidente personalidad.


"Hay ejemplos interesantes, pero, siendo sinceros, hay que concluir que a partir del Concilio Vaticano II no ha habido grandes aportaciones de arte religioso en Aragón -señala la historiadora del arte Pilar Poblador-. Hay comunidades, como Madrid, que han tenido más y mejores aportaciones. En cualquier caso, también existen edificios de mucho interés". Aparte de las ya citadas, Poblador destaca otras iglesias, como la neogótica de las Siervas de María en el paseo de Sagasta, la del Perpetuo Socorro (Goya) o la iglesia y residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que Ricardo Magdalena construyó en la avenida de San José. Las tres en Zaragoza, pero todas anteriores a 1965.


Y últimamente cuesta ver planteamientos estéticos novedosos. La diócesis de Zaragoza trabaja simultáneamente en varios proyectos para construir templos nuevos. En todos los casos el procedimiento es similar: una vez detectada la necesidad de un templo en una zona o barrio concretos, se busca terreno y se encarga el proyecto ajustando el coste a las necesidades. Luego se piensa en la ornamentación interior, que en la inmensa mayoría de las iglesias que se acometen tiende a ser austera.


Así va a pasar, por ejemplo, con la parroquia de María, Madre de la Iglesia, que se inaugurará dentro de unos meses en Puerta Sancho. "Llegados a ese punto, y no antes, es cuando se piensa en la decoración interior -señala Mario Gállego-. Se decide qué hacer, porque en una parroquia nueva se pueden encargar obras de arte modernas o se puede aprovechar alguna de las piezas que la diócesis tiene guardadas y que provienen de otras iglesias. Tenemos obras de entre los siglos XVIII y XIX que se pueden emplear perfectamente". Como mínimo, cada iglesia tiene una imagen de Cristo crucificado; para todo lo nuevo que se encargue a un artista el diseño tiene que ser aprobado por la Comisión de Patrimonio de la diócesis, en la que se integran arquitectos, historiadores y especialistas en arte.


La pintura y escultura religiosa también parecen estar en regresión. "Obviamente, no es lo mismo el tiempo clásico que el actual -reconoce Mario Gállego-. Pero hay pintores selectos que han realizado notabilísimas obras de arte religioso. Es cierto que la pintura religiosa parece que 'no se lleva', pero también hay muchos clichés. Generalmente se piensa que debe ser figurativa porque, si no lo es, es perjudicial para la devoción. Y no tiene por qué. A muchos nos gustaría que hubiera más pintura religiosa actual". Artistas contemporáneos, desde Baqué Ximénez a Alejandro Cañada, pasando por la ceramista Teresa Jasa, que incluso llegó a hacer frontales de altar, han aportado su arte a distintas iglesias aragonesas. También el escultor Francisco Rallo, e incluso hay alguna iglesia con pinturas de José Orús.


Lo normal es que una nueva parroquia entre en funcionamiento con los mínimos ornamentos artísticos y, con el paso de los años, según el interés del sacerdote a su cargo, el presupuesto y las posibilidades, se vaya enriqueciendo. Este ha sido el caso, por ejemplo, de la parroquia zaragozana de la Presentación de la Virgen, que ha ido engrosando su patrimonio y que cuenta con importantes obras de Martín Ruiz Anglada o del riojano Miguel Ángel Sáinz, uno de los mejores artistas religiosos del siglo XX.


¿Ahora quién pinta al fresco?


Son algunas excepciones. "Como el Concilio Vaticano II propugna la desornamentación para que el fiel se concentre en los aspectos litúrgicos -subraya Pilar Poblador-, en las últimas décadas se han ido encargando menos pinturas y esculturas que en otras épocas. Además, hay técnicas caras y complejas que han caído en desuso, como la pintura al fresco, que hoy ya solo conocen en profundidad los restauradores, más que los pintores". Para esta historiadora del arte, una de las principales aportaciones 'aragonesas' al arte religioso de los últimos decenios es el Rosario de Cristal de Zaragoza, "el de mayor calidad de España, sin ninguna duda".


El siglo XX, además, ha sido la centuria en la que se ha perdido, arruinado y destruido más arte religioso. Pero también aquella en la que más se ha recuperado. Porque, si hubiera que definirlo de algún modo, ha sido 'el siglo de la restauración'. Nunca como en las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo económico tan importante en la recuperación de obras antiguas, en un proceso que afecta tanto a la arquitectura como a la pintura o la escultura. Si bien es cierto que todavía queda mucho por hacer, también lo es que el esfuerzo realizado por la Iglesia y por instituciones públicas y privadas, ha sido enorme. "Y resulta lógico -apunta Mario Gállego- porque en muchos casos era tarea urgente. El paso de los siglos pesa mucho en los edificios, aunque sigan en uso, y resulta inconcebible que se dejen sin restaurar joyas como el Seminario de San Carlos o la iglesia de San Gil, por citar dos ejemplos en Zaragoza". En los últimos años el impulso restaurador ha sido notable, pero también lo fue en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil, cuando talleres como el de los hermanos Albareda realizaron numerosas piezas -en muchos casos copias lo más exactas posible- para las iglesias que sufrieron daños en la contienda.


¿Está el arte religioso en crisis? Para Mario Gállego, si existe, es relativa. "Puede atravesar momentos más o menos delicados, pero el arte religioso no desaparecerá jamás, porque siempre habrá creadores con sensibilidad. Las recientes obras realizadas por los neocatecumenales, por ejemplo, tienen mucha fuerza".


La historiadora del arte Ascensión Hernández tiene una perspectiva distinta. "Lo que está claro es que la sociedad se está volviendo cada vez más laica -asegura-, y eso está teniendo consecuencias sociales pero también artísticas. Aunque en España quedan creadores de cierto nivel en este campo, la verdad es que el arte religioso actual se está reduciendo casi por completo a prácticas artesanales. Y es que a la mayoría de los artistas contemporáneos no les interesa el arte religioso, en parte también porque es figurativo y la figuración ha estado muy desacreditada durante décadas. No se ha empezado a recuperar hasta tiempos recientes".