ARTE

Los cacos del arte, manazas que depredan el patrimonio mundial impunemente

Una cuchilla en el suelo. Eso fue lo que permitió detener a quien llevaba ocho años robando mapas de las mejores bibliotecas del mundo, pero no era César Gómez Rivero, el ladrón de la Biblioteca Nacional, sino uno de los miles de chapuceros que saquean cada año millones de euros del patrimonio artístico de todo el mundo con casi total impunidad.


Por eso, la Biblioteca Nacional ha organizado una jornada para que los especialistas de los archivos, bibliotecas y museos debatan en un foro único un problema común a todos ellos: "el del ataque al patrimonio por un fallo en la prevención de la seguridad", explica Milagros del Corral, la directora de la institución.


"Todo esto sirve más que nada a la concienciación de nuestro sector, que está en la línea de esa idea tan española de que esas cosas sólo le pasan al vecino", subraya del Corral, a quien le ha interesado "mucho", por ejemplo, cómo investiga El Prado a las empresas a las que contratan para trabajos externos.


La Biblioteca Nacional, recuerda del Corral, fue víctima del uruguayo César Gómez Rivero, una persona que se hizo pasar por investigador y que robó 16 láminas de once incunables, prácticamente todos recuperados y en fase de restauración porque el ladrón les infligió graves daños.


"La gran sorpresa sobre Gómez Rivero no es que estuviera robando en una biblioteca nacional, sino que fuera atrapado", ha subrayado en declaraciones a Efe el director de la Asociación para la Investigación de los Crímenes contra el Arte (ARCA) y autor de "El ladrón de arte", el norteamericano Noah Charney, para quien el pillaje del uruguayo, "aunque trágico, no fue, ni muchísimo menos, extraordinario".


Gómez Rivero es, dice, sólo un pálido remedo del protagonista de la historia de la cuchilla, el norteamericano Edward Forbes Smiley III, que utilizaba "cutter" y cordeles húmedos para mutilar ejemplares y hacerse con mapas únicos en todo el mundo y venderlos.


Algunas de sus víctimas fueron la Biblioteca Pública de Nueva York, la de Boston, las de las universidades de Yale y Harvard, y hasta la British Library, es decir todas ellas con seguridad de la más alta tecnología. "¿Qué pasará -se pregunta Charney- en las que la tengan o menor o que no tengan?".


Lo valioso de esto, dice la jefa del departamento de Preservación de la British Library, Deborah Novotny, es que esos errores "enseñan cómo prevenirlos en el futuro".


Los delincuentes a los que se enfrentan son por lo general "manazas" que van desde el "aficionado" que aprovecha cualquier resquicio en la seguridad, al que soborna al conserje o se queda días en un montacargas. El ladrón de guante blanco sólo existe en las películas, dicen.


En España, según el comandante de la Guardia Civil Antonio Cortés, que se enfrenta cada año a unos 120 saqueos, el robo "no es alarmante" porque se trata de obras de mediana o baja calidad de ermitas o iglesias en las que el único control es el que hacen las patrullas rurales.


El que está todo el día "patrullado" es el exterior del museo del Prado, de cuya seguridad "perimetral" se ocupa el inspector jefe de la Policía José Pardos Cañabate, responsable de los 40 miembros de la Brigada Operativa de la pinacoteca desde que se creó en 1997 como respuesta a que durante quince días "estuvo colgado un cuadro horroroso en una sala sin que nadie dijera nada".


En su celo por que en el Prado no pase nada que no deba, investigan los antecedentes de todos los empleados que vayan a realizar alguna tarea para el museo, con lo que han logrado, por ejemplo, "detectar a 2.000 personas" con historial delictivo y, de paso, "disuadir" a las contratas y subcontratas de ocupar a extranjeros sin permiso de trabajo.


Lo importante cuando falla la prevención y la seguridad es la inmediata comunicación del hecho a todos los cuerpos de policía internacionales, según el jefe de la Sección Operativa y de Cooperación Jurídica Internacional de Interpol, Julián Sánchez Acha, que ha recalcado que dos millones de personas visitan diariamente las páginas de las 31.656 (542 españolas) obras de arte de cuyo robo tienen constancia (www.interpol.int).