BICENTENARIO DE LOS SITIOS

Memorias del mariscal Suchet, un relato francés de la guerra de la Independencia

La Institución Fernando el Católico publicará el próximo otoño un volumen de más de 800 páginas con los diarios y las memorias del general Suchet, que participó con el ejército napoleónico en diversas campañas militares, entre ellas el primer Sitio.

El general Louis-Gabriel Suchet, duque de la Albufera, llegó a Zaragoza en el invierno de 1808: venía a colaborar en el primer Sitio. Había nacido en 1770 y era hijo de un sedero de Lyon. No era lo que se dice un militar de carrera, de hecho iba a seguir con el negocio paterno, pero se había curtido en distintas campañas napoleónicas en Suiza, Italia, Polonia y Alemania, y decidió quedarse en el ejército. Poco antes de venir a España, se había casado con Honorine, sobrina de José Napoleón y del alcalde de Marsella. A partir de la primavera de 1809, cuando partía hacia Burgos, sería nombrado general del III Cuerpo del ejército francés, que sería el Ejército de Aragón y Cataluña. Se quedó en España hasta 1812.


El historiador Pedro Rújula, que ha estudiado su figura a fondo en los archivos franceses, en particular su diario, dice: "Suchet posee una característica especial: es el único de los generales que permanecerá en España todo el período de la guerra de la Independencia. Permaneció seis años en España y sus 'Memorias' son la mejor historia de la contienda desde el lado francés". Esas "Memorias" aparecieron en 1828, a los dos años de su muerte, en una tirada de 1.500 ejemplares; en 1834, se publicó una segunda edición. "Su esposa Honorine, que sería su testaferro y la guardiana de su memoria, quiso que la nueva edición se mandase gratis a los mariscales y que saliese relativamente barata. La mandó traducir al castellano y al inglés. Las 'Memorias' de Suchet son un testimonio histórico sobre el arte de la guerra, pero también querían ser un homenaje a todos los hombres que habían combatido con él en España".


Pedro Rújula indica que el libro estaba pensado para la lectura de los militares y para el gran público: "Es un libro pionero. Refleja el gran momento de las guerras napoleónicas. El texto es de una gran modernidad expresiva, de frases cortas y directas, y un lenguaje muy cartesiano". Ahora, prepara la edición de las más de 800 páginas del volumen, que saldrá hacia noviembre o diciembre en la Institución Fernando el Católico.


Las dos ediciones, la de 1828 y la de 1834, llevaban un "Atlas" de 16 mapas de sus campañas en España, y la Institución Fernando Católico acaba de realizar una edición facsímil en un cuidado estuche, basada en un ejemplar encuadernado y cuidadísimo de 1834, que poseía el arquitecto y bibliófilo José Manuel Pérez Latorre. En el prólogo al proyecto, que reproduce los mapas a tamaño original, explica Rújula: "Para Suchet los mapas eran la base, la superficie imprescindible sobre la que se construye la acción militar, el tablero en el que se jugaba la partida de las armas y la vida. ¿Cómo entender lo que había significado Zaragoza, Lérida, Peñíscola o Valencia sin antes conocer el terreno y las circunstancias en que tuvieron lugar las operaciones? La cartografía era una forma de racionalizar el espacio, de convertirlo en un conjunto de accidentes cuantificables y medibles, de transformar la orografía en cálculo, el fundamento de la estrategia y de la intendencia, piezas claves para conquistar y dominar el territorio". Suchet siempre tuvo en la cabeza la idea de acompañar la narración de la "aventura española" con un conjunto de mapas que reprodujesen el escenario bélico. La elección se inicia con un plano general del teatro de operaciones del ejército francés de Aragón, que arranca en Zaragoza en dirección al Mediterráneo y sigue toda la línea del Ebro; el segundo es de los alrededores de Zaragoza, con planos de la batallas de María de Huerva y de Belchite. Y así, en dirección al mar, se va organizando este viaje gráfico, la crónica de una expedición: Lérida, Mequinenza, Tortosa, Tarragona, Sagunto, Valencia y Peñíscola, entre otros lugares. El propio Suchet se ocupó de obtener reducciones a escala de los mapas del ejército para adecuarlos a la publicación; para ello contó con ingenieros militares e incluso con un capitán de artillería que participó en el Sitio de Valencia. Luego, el grabador trasladaba la complejidad y la riqueza de los planos al aguafuerte. La impresión corrió a cargo de Firmin Didot et fils, y también intervinieron los impresores Chardon y Adolphe Bossange.


Derrotado en Alcañiz


Recuerda Pedro Rújula que Suchet solo conoció dos derrotas en su estancia en España. Una inicial en Alcañiz, en mayo de 1809, y otra en 1810 en Valencia. Cuando en 1812 conquistó la ciudad, dejando Teruel y sus sierras y altiplanos a su espalda, se quedó fascinado: descubrió un mundo maravilloso de naranjos, de luz, de jardines, de embeleso. Para él Valencia era la promesa del mar. La cadena de victorias, y en particular la conquista de Tarragona, le supuso el nombramiento de mariscal. "Los mapas fueron el instrumento adecuado para reivindicar su condición de estratega, de buen administrador, de hombre culto, racional y sereno que había capaz de sobreponerse y superar las dificultades de la empresa hispana -dice Rújula-. En sus 'Memorias' cabía casi todo: la administración, las costumbres, los ambientes, el libro de viajes, a veces incluso presenta ribetes sociales. Intenta ser ecuánime, y más que insistir en los méritos de las victoria, habla de las medidas para pacificar el territorio". Suchet siempre tuvo Aragón como centro de operaciones y es el corazón de sus memorias, por eso insiste una y otra vez en que "los aragoneses, tras desarrollar una heroica defensa, mantienen la dignidad desde el momento en que asumen la derrota. Es un gran profesional que muestra su admiración por los españoles".