GRAN EXPOSICIÓN

Portugal exhibe en Borja tesoros de su patrimonio artístico religioso

La Exposición Internacional de Zaragoza de 2008 gira en torno al agua, un bien preciado que, a través de los ríos que cruzan la península, contribuye al desarrollo de quienes viven en torno a ellos. Pero los ríos son, también, vehículo de comunicación entre pueblos y ciudades de dos naciones que, a lo largo de la historia, han compartido pasado marítimo: España y Portugal.


El país vecino ha querido participar en la muestra internacional con algo más que su pabellón en el recinto de Ranillas; así, fruto de la colaboración del Centro de Estudios Borjanos y el Departamento de Patrimonio Histórico y Artístico de la portuguesa diócesis de Beja, Borja exhibe 36 piezas de arte sacro datadas desde la época medieval hasta el siglo XVIII. Una cuidada selección de obras pictóricas, escultóricas o textiles, entre otras, reunidas bajo el epígrafe "Un río de agua pura".


Algunas de las piezas expuestas proceden de museos de las localidades portuguesas de Beja y Moura, mientras que otras han sido cedidas por la colegiata de Santiago de Cacém y diversas iglesias de Sines, Beja y Serpa. "Pero también hay obras pertenecientes a colecciones privadas y, en general, muchas de ellas nunca han sido expuestas fuera de aquel país", explica Manuel Gracia Rivas, presidente del Centro de Estudios Borjanos de la Institución Fernando el Católico.


A su juicio, esta exhibición constituye "un acontecimiento importante" ya que, destaca, hasta el momento "Borja es la única localidad aragonesa que acoge exposiciones vinculadas a la Expo".


El interés de los organizadores ha sido crear un itinerario expositivo centrado en tres núcleos, correspondientes a las tres virtudes teologales, y exhibidos en otros tantos recintos. Así, "Fides" (fe) puede verse en el Museo Arqueológico; "Spes" (esperanza), en el Centro de Estudios Borjanos, y "Charitas" (caridad), en el Museo de la Cartuja de la localidad. El conjunto permite conocer la profunda relación entre la vida religiosa y el agua, eje central de la Expo 2008. Como muestra, un botón: entre las piezas que se pueden contemplar destaca un fragmento textil del siglo XIV, perteneciente quizá a una casulla sacerdotal, que, en dos paneles exquisitamente bordados, representa el Bautismo de Cristo y el diálogo de Jesús con la samaritana junto al pozo de Jacob, mostrando con gran brillantez artística el simbolismo del agua en el cristianismo.


Aprovechar el tirón de la Expo


Comisariada por José Antonio Falcão, la exposición es un empeño casi personal de este profesor del Departamento de Patrimonio Histórico y Artístico de Beja. "Aprovechando el tirón de la Expo, Portugal quería mostrar a los aragoneses algo más que lo expuesto en el pabellón del país", explica Gracia Rivas.


Pero "Un río de agua pura. Arte sacro del sur de Portugal", es solo la primera de una serie de colaboraciones, aún sin concretar, entre Aragón y el país vecino. "En Portugal tienen especial interés en esta relación, que estaría fundamentada en la figura de Santa Isabel de Portugal, nacida en la Aljafería", explica el presidente del Centro de Estudios Borjanos. Precisamente, un lienzo que retrata a la infanta aragonesa, datado en la segunda mitad del siglo XVII, puede verse estos días en el Museo de la Colegiata, como parte de la exposición portuguesa.


Una muestra que, como todas, tiene sus "joyas de la corona". En este caso, a juicio de Gracia, aunque es difícil destacar una de entre todas las piezas seleccionadas, este honor recae en el óleo del "Ecce Homo", obra de la escuela portuguesa datada entre finales del siglo XV y principios del XVI. "Lo que le hace diferente a lo visto en España es que el Cristo lleva un velo blanco que le cubre la cabeza, parte del rostro y le cae por los hombros y la espalda, cubriendo la mayoría de las heridas", explica el presidente del Centro de Estudios Borjanos. El velo, sin embargo, es atravesado por las espinas que coronan la cabeza del Cristo, en un recuerdo de los sufrimientos de la Pasión.


Porque quien piense que todo el arte sacro es igual, independientemente de cuál sea su país de factura, se equivoca. Cada lugar tiene sus costumbres, su cultura y sus tradiciones, y ese acervo popular y espiritual se refleja en sus manifestaciones artísticas. Por ejemplo, mientras en España es costumbre representar a la Dolorosa apesadumbrada, con Cristo ya muerto en su regazo y profundo dolor en el rostro, de Portugal llega una Virgen de corte bien distinto.


"Nuestra Señora venerando el Sudario", óleo pintado en 1669 por Francisco Nunes Varela, es un claro ejemplo de esta diferencia. La Virgen, con rostro sereno, sostiene con delicadeza la Sábana Santa enrrollada, sujeta a un cilindro de madera, de la que solamente se aprecia la parte inferior, las piernas y los pies del Cristo crucificado. "Algo así es inédito en España", explica Manuel Gracia.


El relicario de San Fermín


Un cráneo engarzado en un relicario portátil de plata labrada es otra de las piezas curiosas de la exposición. En el frontal está grabada una inscripción (S. Firminio M) que delata que los restos óseos pertenecen a San Fermín, mártir. Como existen varios santos con este nombre, las investigaciones de los expertos se centraron en dilucidar si se trataba, por ejemplo, del primer obispo de Amiens, natural de Pamplona según la tradición cristiana, o del segundo, que le siguió en el cargo. Al parecer, la reliquia pertenece al copatrón de de Navarra.


"Es una pieza perteneciente al Estado portugués que procede de la Casa Real del país vecino y nunca antes había visitado España", explica Manuel Gracia Rivas. El relicario, del siglo XVII, deja entrever el hueso frontal, los dos parietales y el occipital fragmentado del santo a través de pequeños huecos labrados en la plata. En la misma vitrina se exhibe una pequeña acuarela sobre papel del otro copatrón navarro, San Francisco Javier, en el que se relata el milagro del cangrejo, animal que le devolvió en tierra el crucifijo que el santo había perdido en alta mar.