ESTRENOS DE CINE

Amor y aventuras en el espacio

La factoría Pixar, pionera en el campo de la animación digital y responsable de las obras maestras del género, regresa a la cartelera con ¿Wall¿E. Batallón de limpieza¿, filme protagonizado por un simpático robot con el que disfrutarán grandes y pequeños.

Justo una semana antes de que el caballero oscuro extienda sus alas de murciélago para reinar en la taquilla y en Gotham a pesar de la amenaza terrorista que entraña el Joker, este miércoles adelanta su fecha de estreno “Wall•E. Batallón de limpieza”, la última maravilla animada de Pixar y, por lo tanto, una de las películas más esperadas de la etapa estival. Los estudios artífices de recientes filmes clave del género como “Ratatouille”, “Buscando a Nemo” o “Los increíbles” han intentado superarse a sí mismos al mostrar las aventuras de un pequeño robot que, tras varios siglos limpiando en solitario los desperdicios que dejaron los humanos antes de abandonar la Tierra, ha empezado a desarrollar sus propios sentimientos, que le llevan a enamorarse perdidamente de una sofisticada máquina. La apariencia y, sobre todo, la entrañable personalidad del robot protagonista prometen hacer las delicias de toda la familia y cautivar al público como ha hecho con buena parte de la crítica. En ciertos ámbitos se rumorea la posibilidad de que el largometraje acapare alguna de las principales nominaciones a los próximos premios Óscar.


Lo cierto es que, con cada nuevo proyecto, Pixar, factoría propiedad de Disney, marca tendencia en el campo de la animación digital y un elevado listón que no suelen alcanzar sus competidores. Más allá de su virtuosismo visual, el secreto de sus producciones reside en la profundidad y los matices de sus historias. Otras propuestas apuestan por el envoltorio, en mostrar los apabullantes avances que permite la tecnología digital; sin embargo en Pixar estos elementos están puestos al servicio de un argumento original que además irradia sensibilidad y simpatía. Lo mismo ocurre con los gags visuales y los guiños cinéfilos: la trama no es una mera sucesión de situaciones cómicas con un nexo más o menos definido, sino que cuenta con inicio, desarrollo y desenlace.


En la película, la Tierra no es más que un basurero gigante, símbolo de la falta de conciencia medioambiental y la contaminación desaforada. Hace 700 años que los hombres la dejaron deshabitada, por lo que el robot Wall•E, el único inquilino del planeta, la mantiene en orden a la espera de que algún la vida allí no sea una quimera y los humanos puedan regresar de su exilio en el espacio. Mientras realiza su cometido, la citada máquina, que con el paso del tiempo se ha quedado obsoleta, se entretiene jugando con viejos trastos que encuentra esparcidos por el suelo. Poco a poco ha perfeccionado su inteligencia artificial, hasta el punto de que ha desarrollado una personalidad. Esto queda probado cuando entra en escena EVE, una robot de última generación encargada de hallar vestigios de vida, por la que Wall•E pronto siente una atracción especial. Empeñado en ganarse el aprecio y el corazón de su amada, le regala una planta que acaba de encontrar entre los escombros, sin percatarse de que es la prueba de que todavía hay esperanza para la Tierra. Cuando EVE se dispone a viajar para informar de su importante hallazgo, Wall•E, reacio a dejarla escapar, logra agarrarse a su nave. En ese momento comenzará su mayor aventura.


“Wall•E. Batallón de limpieza” es, ante todo, una robótica historia de amor llena de ternura en la que también tienen cabida los homenajes a varias obras de la ciencia ficción y un mensaje sobre la necesidad de preservar el medio ambiente. Andrew Stanton, uno de los responsables de “Buscando a Nemo” y “Bichos”, dirige una obra que destaca por el realismo de los personajes (atención al adorable protagonista, que a más de uno le hará acordarse del mítico Número 5 de “Cortocircuito”), así como por su arriesgado planteamiento. No es frecuente que un filme destinado a un espectro mayoritario del público se caracterice por su ausencia de diálogos, sustituidos casi por completo (algunos personajes hablan, eso sin contar a los humanos que aparecen) por los ruidos y los expresivos rostros de los protagonistas. Este hecho constituye un valor añadido de una película que entretendrá a grandes y pequeños.


Por último, reseñar que quien acuda al cine también tendrá oportunidad de ver, a modo de aperitivo, el divertido cortometraje “Presto”, que refleja la difícil relación entre un mago y el conejo que guarda en su chistera.