MÚSICA

Santiago Feliú: "Ya no escucho tanta música, como si lo aprendido fuera un tope"

El cachorro de la Nueva Trova cubana, líder de la generación que siguió a Silvio y Pablo, visita Zaragoza. Un guitarrista endiablado y un poeta único.

PREGUNTA.- Todo aquel que haya hecho los deberes antes de ir a ver a Santiago Feliú se queda mirando sus manos y el mástil de la guitarra, con las cuerdas ordenadas para diestro y usted tocando a la zurda, "a ver cómo es eso que hace"… ¿Cómo es eso que hace?


RESPUESTA.- Cosa rara, ¿no? Desde los 5 años más o menos la agarré así con la zurda, no sé por qué, soy diestro para todo lo demás. El caso es que inconscientemente me armé una técnica y, bueno, así hasta hoy.


P.- A los cantautores se les envidia su facilidad para hacer poesía de lo cotidiano.


R.- Yo no soy de esos. Más bien me cuesta escribir.


P.- Pues en América, sobre todo en el cono sur, el nombre de Santiago Feliú se equipara a los grandes: a sus mayores de la Nueva Trova, a monstruos como León Gieco… ¿Por qué ese perfil más bajo en España?


R.- En 1985, Silvio me invitó a su gira por Sudamérica y España. Allá abajo me fue fantástico, tanto que voy una vez por año. Dimos un concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid y fue un fracaso por culpa del sonido, pasé sin pena ni gloria. Más bien con penas. De manera que en España soy mas de la elite trovera, je je. Ahora estamos charlando con el sello 18 Chulos y espero mejorar mi presencia en la península.


P.- ¿Cuál es la proporción de preguntas sobre política o música que recibe fuera de Cuba?


R.- Esa forma distinta que tiene Cuba de encarar el futuro es un tema de constante debate, soy artista y a la vez un hombre inmerso en la realidad, no puedo estar al margen. Mientras pregunten con respeto e inteligencia no tengo problema en responder.


P.- Guante recogido, a ver si andamos a la altura. Acabó usted el siglo pasado con "Náuseas". ¿Cómo le ha ido el estómago en lo que va de milenio?


R.- Los cambios en América Latina son más que esperanzadores, y creo que en gran medida estos se deben a la resistencia de mi pueblo. De todos modos, las guerras no terminan, así que siguen las náuseas.


P.- Ha compartido escenario con los grandes del género en España. ¿Con cuál se queda?


R.- Con Javier Ruibal. Me encanta su voz, su guitarra y su poética, además de ser una bellísima persona. Joaquín y Serrat, claro, son grandes poetas de la canción.


P.- ¿Hay alguna noche sobre el escenario que siga muy viva en su recuerdo?


R.- Hace unos años Serrat estuvo en Cuba. Yo siempre admiré su trabajo, pero no lo conocía. El caso es que me le acerqué y le dije: "¿No te corta si caigo de kamikaze en 'Mediterráneo'?". Y bueno, esa noche canté con él "Mediterráneo" en La Habana, como el sueño del pibe, ¿sabes? Fue muy emotivo.


P.- Es usted devoto de Dylan, Cat Stevens o Jethro Tull. ¿Qué le atrae de lo anglo más reciente?


R.- No te miento, la verdad es que ya no escucho tanta música, como si lo aprendido fuera un tope. Igual me gustan Dave Matthews, Duncan Sheik y alguno que otro.


P.- Usted suena más flamenco que ningún guitarrista americano. ¿Es cosa de su técnica peculiar, o solo una conjetura?


R.- La culpa la tiene Paco de Lucía. Lo vi por primera vez en el 81 y me hechizó profundamente, por eso tengo rasgueos aflamencaos.


P.- A usted le han llamado hippie, "latin lover" bohemio y lindezas similares. ¿Cómo lidia con ese asunto?


R.- Solo soy un trovador que intenta hacer una canción de arte, el más ingenioso equilibrio de música y poética. A veces lo logro.


P.- ¿Es el amor un asunto sobrevalorado?


R.- Una vez iba en un taxi en Buenos Aires y en la radio había un programa de debate. De pronto dicen: "Ahora vamos a pasar a la sección "El amor es una porquería". ¡Ja!

P.- ¿Con cuál de sus compañeros de generación tiene mayor empatía? ¿Delgado, Varela…?


R.- Somos distintos. En los 80 anduvimos mucho juntos, Frank Delgado y yo giramos hace poco por México, me río mucho con él.


P.- Un concierto de Santiago Feliú en La Habana arrastra masas. Las nuevas generaciones lo sienten allí más cercano que Silvio o Pablo Milanés, y no solo porque es usted mucho más joven. ¿Dentro de veinte años le seguirán llamando "el eléctrico"?


R.- No lo sé, pero seguiré siendo el mismo, la verdad es que no importa cómo me llamen. Se trata de crear lo más que se pueda, así llegas a 20 años más en la ruta.


P.- Hace unos años llevaba usted un curioso doble discurso sobre su ego, al que tildaba de desubicado, pero al que agradecía también su apoyo para seguir creando y viviendo. ¿Y ahora?


R.- Ahora soy perfecto (sonrisa). Ya verán, los espero en la Morrissey.