DISEÑO GRÁFICO

Pati Núñez: "Si una solución de diseño se limita a la forma, no vale; es más efectiva una idea sencilla y contundente"

La barcelonesa, que obtuvo el premio nacional 2007, ofreció ayer la charla "El regreso al futuro de las marcas" en la Escuela de Diseño de Aragón.

PREGUNTA.- ¿Es verdad eso que dicen de que "siempre se aprende", o es una frase para quedar bien cuando ya se tiene una trayectoria consolidada?


RESPUESTA.- ¡Pero si es lo mejor de este trabajo! Aprender muchas cosas, empaparte de algo para luego poder trabajar sobre ello en el diseño. Nunca he perdido el deseo de aprender y conocer, es algo que me hace vibrar, literalmente. Hace poco trabajé con La Zaragozana y me apasioné con el proceso de producción de la cerveza, por ejemplo.


P.- ¿Qué reto le queda por abordar después de 30 años de profesión?


R.- No sé si llamarlo reto. Me gustaría trabajar más con vinos, porque ese mundo me encanta. España es tierra de vino y está produciendo cada vez mejores caldos. También hay mucho nivel en el etiquetaje si se compara con otros países, así que me gustaría entrar a esa competencia, sí.


P.- A usted parece tirarle más la sobriedad que el barroquismo caótico de creadores como David Carson, por ejemplo.


R.- Carson es poderoso, arriesgado y muy buen diseñador, pero se ciñe demasiado a la moda y las modas son efímeras: muchas veces, antes de abordarlas ya han pasado. Una idea buena puede perdurar: prefiero apostar por un concepto, la sencillez, lo auténtico y duradero. Hay logos de hace 150 años que siguen resultando modernos.


P.- Y la clave para dar con la fórmula adecuada es...


R.- Ser consciente de la conveniencia de evitar las modas a la hora de trabajar. Si una solución de diseño se limita a la forma no vale. Importa el concepto, es más efectiva una idea sencilla y contundente, casi desnuda, que desde la misma estructura diga algo.


P.- Desde fuera se ve Barcelona como la ciudad del diseño, desde los edificios a las personas, desde la creación a la plasmación. ¿Comparte ese juicio?


R.- Quizá se ve así desde fuera, pero en Barcelona muchas veces se humilla a los diseñadores. Hay muchos, y muchos buenos, pero falta respeto. Cualquiera con un ordenador y un software se cree que puede diseñar, y eso no es así, como pasa en cualquier profesión. A veces te contratan por el nombre, y luego te dicen lo que debes hacer, paso por paso. Entonces sientes que el trabajo ya no es tuyo. En otras Comunidades Autónomas no siento eso, la gente sí te escucha. En mi ciudad te usan de bandera, administración y empresas, y ya. Bueno, no todos: tengo clientes excelentes allí, claro, pero pasa demasiado a menudo lo que le cuento.


P.- Ahora que tiene usted un premio nacional, ese fenómeno debe haberse recrudecido, en lo bueno y lo malo.


R.- Un premio es algo agobiante, de repente mucha gente te trata con ceremonia y vaya, tú eres la misma persona que antes. Por otro lado, es una celebración: en mi caso me alegré por mi equipo y la empresa, y por todo lo que trajo y traerá en cuanto a las condiciones laborales de todos. Pero después del premio hay cosas que no han cambiado nada: siguen apareciendo clientes dándome órdenes gráficas...


P.- ¿Disfruta compartiendo tiempo con las nuevas generaciones, como ponente o profesora? ¿Conocía la Escuela de Diseño de Aragón?


R.- Vengo por primera vez, en las anteriores invitaciones no me había sido posible por compromisos previos o viajes. Los talleres y las clases me encantan, por el "feedback" que se recibe, los aportes que haces y las preguntas que te hacen a ti. En las conferencias no hay tanto contacto, pero sí me he dado cuenta del valor que se le da al diseño aquí, más que en Cataluña. Estoy muy halagada por las atenciones que he recibido. Y de Aragón conozco bien a Isidro Ferrer y su obra, por ejemplo, aunque es más ilustrador.


P.- ¿Se lleva usted el trabajo a casa?


R.- Bueno, mi trabajo comienza en la cabeza. Es algo que no se puede ver ya que trabajamos con conceptos, ideas. Y es verdad que pueden surgir en la ducha, o nada más levantarse: o sea, en casa. El diseño gráfico es comunicación, el proceso es decidir lo que vas a comunicar y, después, la forma de hacerlo. La idea puede llegar cuando estás con amigos que te reprochan que andas en la luna, y es que tú estás pensando en cómo hablar de esa cerveza, esa colonia... pero no pierdo mi vida por el trabajo, ¿eh? Me gusta mucho disfrutar de la vida.


P.- Así que no elige el color de una estancia para dar una mala noticia, por ejemplo.


R.- (Cara de extrañeza) Noo... ahí busco en el interior, en los sentimientos, en cómo transmitir lo que tengo que decir y herir lo menos posible a quien me escucha. El color, lo que haya en el exterior, no importa en esas situaciones.


P.- ¿Qué es más importante para expresar una identidad corporativa? ¿El color, la tipografía, los símbolos, todo?


R.- Puede ser el color, o la ausencia de color, o muchas otras cosas. La tipografía se capta menos, exceptuando a los profesionales, lo dicen los estudios hechos al respecto. Además, en España hay poca cultura tipográfica. Y sí, la gente se fija más en colores y símbolos, pero pienso que es en el cuidado de la tipografía donde más se puede medir el grado de profesionalidad de un diseñador gráfico.


P.- ¿Qué es lo más curioso que le ha ocurrido en este gremio suyo?


R.- Bueno, que muchos famosos me han llamado para pedirme logos gratis. Llamaba tal o cual y se hacía el murmullo en el estudio: "Pati, que te llama fulano". Entonces cogía el teléfono y el fulano se ponía a hablarme como si me conociera de toda la vida, luego me pedía el logo y soltaba: "Naturalmente, no me vas a cobrar, ¿verdad?". Y sí, claro que cobro, ya no estamos en tiempos de Franco, que su mujer entraba a una joyería y había que regalarle un collar. No, así no. Hay que poner un valor al trabajo. Los amigos saben eso, porque te respetan.