PATRIMONIO

Patrimonio "ultracongelado"

Numerosas joyas del patrimonio histórico aragonés permanecen a día de hoy abandonadas a su suerte, olvidadas o simplemente inmersas en una sucesión de proyectos que no llegan a buen puerto. Los expertos piden un decidido en planificación y en mantenimiento.

Restaurar la catedral de la Seo de Zaragoza costó 16 años, en lugar de 5 ó 6; no se sabe muy bien qué va pasar con el Fleta; ni tampoco si el último de los destinos previstos para el palacio de Fuenclara será definitivo. En innumerables puntos de Aragón hay importantes edificios ansiando salir del olvido en el que están sumidos desde hace lustros, décadas e incluso siglos. Para referirse a estos casos ya hay quien empieza a utilizar el término de "patrimonio congelado", denominación que rápidamente ha sido sucedida por otra, la de "patrimonio ultracongelado". La lista, lejos de reducirse, se amplía.


"Hay una indefinición constante sobre muchos edificios -apunta Carlos Bitrián, de APUDEPA, Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés-. Y muchas veces los monumentos se utilizan como arma arrojadiza entre instituciones públicas. Eso hace un daño atroz, porque cada uno propone su idea y al final no se hace nada. En patrimonio, Aragón gasta menos dinero del que sería necesario, y, además, lo gasta mal".


Castillos con luces y sombras



Los expertos aseguran que los monumentos aragoneses necesitan mayor planificación y mantenimiento. Treinta y un edificios o yacimientos aragoneses aparecen en la Lista Roja de Hispania Nostra, que recoge los enclaves más amenazados. Y buena parte de ellos son castillos.


"En el tema de los castillos la situación ha cambiado mucho en los últimos años, y para bien -asegura José Manuel Clúa, vicepresidente de ARCA, la Asociación para la Recuperación de los Castillos en Aragón, que congrega a más de 80 personas-. Pero la situación dista mucho de ser perfecta. En el apartado negativo, lo que destaca es la dejadez. Hay muchos castillos 'congelados', que llevan décadas esperando que alguien se ocupe de ellos, mientras avanza el deterioro, mientras se van cayendo poco a poco. Por ejemplo, el otro día estuve en Jaca y pude comprobar que el castillo de Novés ya se ha caído. Por dejadez".


En el aspecto positivo, Clúa destaca que "el castillo de Larrés ha sido muy bien restaurado; en Benabarre se está trabajando muy bien, también en Salillas de Jalón… Hace veinte años parecía que solo estaba el castillo de Loarre. Y no, hoy vemos que hay más, y muchos muy bien restaurados". Pero también desgrana numerosos desaguisados: "En Sangarrén, la restauración ha dejado un edificio ultramoderno; en el fuerte de Ateca, para hacer la hospedería se cargaron los aleros y el puente levadizo, abrieron ventanas…; en las almenas del castillo de Mesones de Isuela han quitado lo viejo para poner una cosa totalmente nueva; en Sádaba han dejado un castillo muy bonito, pero no había necesidad de sustituir la argamasa antigua…".


En ARCA, asociación creada a principios de la década de los 90 para defender un patrimonio que en aquellos años estaba muy amenazado, son conscientes de que es imposible mantener todos los monumentos en buen estado, pero piden una mayor planificación: "Hay que invertir en consolidar los vestigios antes de que sea muy tarde". En cualquier caso, apunta Clúa, lo más dañino es el olvido: "Una torre del castillo gótico de Roita preocupaba desde hace mucho; tenía tres paños y ahora solo queda uno. Algo parecido ha ocurrido en Santías: había tres paredes, solo queda una; al de Jarque, hace tan solo un par de años se le cayeron dos almenas; en el de Montañana se cayó hace poco media pared…".


No hacer nada sale caro



Parecida opinión tienen en APUDEPA, donde apuntan un problema añadido: tener el patrimonio "congelado" no resulta barato, ni mucho menos. "Hay quien piensa que no pasa nada si el Fleta está como está. Y no, nos sale muy caro a los aragoneses -afirma Carlos Bitrián-. Tener un edificio apuntalado o con andamios tiene un coste económico; la indefinición sale muy cara. Y en Aragón la indefinición es moneda corriente. El Fleta debía inaugurarse, después de concluir la restauración, en 2003. Estamos en 2008 y solo se ha ejecutado un 10 por ciento de la obra. Se habla mucho de que restaurar es caro, pero en el caso del Fleta el problema no ha sido el dinero".


Indefinición la hay en muchos edificios históricos. "¿Qué pasa con el palacio de Fuenclara? -se pregunta Bitrián-. Se ha dicho de todo, que si iba a ser museo arzobispal, sede del proyecto Noreste, o edificio emblemático de la Filmoteca. Lo último que se ha dicho es que será un edificio de la Justicia, algo que no vemos del todo compatible con una conservación respetuosa del edificio. El problema es que, mientras se habla de una cosa o de otra, se van realizando obras de restauración parciales, sin abordar un proyecto completo e integral. Así, todo va a resultar más caro". Y concluye con un ejemplo: "Si la estación de Canfranc no hubiera estado tantos años abandonada, ¿hubiera sido tan cara su restauración?".