PATRIMONIO-ARAGÓN

Restauraciones con "sorpresa"

La creación de equipos multidisciplinares y la adopción de nuevas técnicas de trabajo han hecho en los últimos años que todas las restauraciones traigan consigo alguna "sorpresa". Prácticamente no hay ya ningún proyecto sin hallazgos espectaculares.

En una restauración no se puede dar nada por seguro". Lo dice el arquitecto aragonés Joaquín Soro, especialista en recuperación de edificios históricos, y que se ocupa o se ha ocupado de los trabajos en templos como La Mantería, la iglesia de Torralba de Ribota o la de San Gil en Zaragoza.


Lo sabe mejor que nadie. Dirige las obras en la ermita de la Virgen del Castillo, en Monterde (Zaragoza) y allí no paran de aparecer cosas: decoración mudéjar en el púlpito, tablas de retablo reutilizadas en la techumbre... En un mundo como el de la arquitectura, donde todo está calibrado y calculado hasta el más mínimo detalle, la restauración de edificios antiguos ofrece numerosas sorpresas a los especialistas.


A veces se producen hallazgos totalmente inesperados; en ocasiones se constata la presencia de algún elemento artístico cuya existencia se mencionaba en algún documento; otras veces, los trabajos sirven para comprobar el verdadero uso de algo que siempre ha estado allí. Es lo que ha pasado esta semana con las dos puertas encontradas en una de las fachadas laterales del Pilar. Las arquivoltas que las enmarcaban siempre han estado ahí, a la vista, pero aunque todo parecía indicar que se trataba de puertas antiguas, ha sido ahora, con las obras de restauración, cuando esto ha quedado en plena evidencia.


Pero es enorme la lista de hallazgos en los últimos años en Aragón. Y a mayor tamaño y antigüedad del edificio en que se trabaje, mayor número de descubrimientos. Poco importa que el inmueble haya sido muy estudiado o que incluso haya sido objeto de restauraciones anteriores. "En la Aljafería tuvimos sorpresas de todos los tipos -recuerda ahora Mariano Pemán-. En la parte oeste del edificio, por ejemplo, nos salieron restos de dos torreones islámicos, lo que nos obligó a modificar nuestro plan de trabajo y a adoptar medidas extraordinarias. Pero hubo muchas más cosas, desde un alfarje con decoración heráldica en el salón de Pedro IV, hasta los restos humanos que encontramos en la capilla de San Martín, aunque eso ya entraba en lo posible".


El encanto de lo imprevisto


Hay sorpresas grandes... y pequeñas, pero no por ello menos espectaculares. "En el artesonado del Salón del Trono de la Aljafería apareció un pergamino con textos del Corán", recuerda Pemán, que junto a su compañero de estudio Luis Franco ha dirigido algunos de los proyectos de restauración más importantes de los últimos tiempos en Aragón. En la Seo de Zaragoza, "al levantar el pavimento comprobamos que allí había estado el foro romano, luego la mezquita, y finalmente el templo cristiano". Pero hubo más, como el hallazgo de la arqueta de la infanta María, con su retrato pintado en el exterior, un arcosolio oculto, distintos restos románicos...


"En este tipo de trabajos puedes encontrarte todo tipo de sorpresas -apunta Joaquín Soro-. Las hay que te llenan de alegría, y las hay que no te dejan dormir. Hace poco, por ejemplo, hemos visto que la ruina de las antiguas bodegas del castillo de Caspe pone en peligro todo lo demás". Soro, que se ha llegado a encontrar un proyectil de los Sitios durante las obras en la torre de la iglesia de San Gil, cree que estos descubrimientos, y las decisiones que obligan a tomar sobre la marcha a los arquitectos, "son los que le dan un encanto especial a las restauraciones. Unos tirantillos de madera descubiertos como material de relleno en San Gil, rescatados con mimo, le han llevado a concluir que la iglesia tuvo "un alfarje mudéjar impresionante". Muy cerca del templo, en lo que quizá fue la hospedería y hoy es un bar, se encontró hace unos pocos años un alfarje del siglo XV de gran belleza.


"En restauración, dos y dos no siempre son cuatro", subraya Mariano Pemán. "Por eso se hace cada vez más evidente la necesidad de creación de equipos de especialistas que trabajen en los edificios de envergadura. Ya no es solo colaborar con un arqueólogo, hay que incorporar también al equipo antropólogos, expertos en análisis de materiales, químicos, documentalistas...".


"Se ha hablado mucho de equipos multidisciplinares -subraya el arquitecto Fernando Aguerri, que actualmente dirige los trabajos en la catedral de Tarazona-. Pero el término que se debería emplear es más bien el de equipos 'interdisciplinares'. Y lo digo porque se trata de que todos los componentes de ese equipo deben hacer oír su voz y trabajar en conjunto. Cuando uno construye un edificio de la nada puede tomar decisiones con relativa libertad. Pero restaurar es intervenir en un patrimonio que es de todos, y por eso hay que actuar respetando todas las opiniones. En ese proceso, el arquitecto es un eslabón más de la cadena. Y esta nueva forma de llevar el trabajo viene obligada porque ha habido un cambio de filosofía. Antes, las restauraciones estaban enfocadas a resolver los efectos, los daños; hoy todos intentamos atacar las causas que los han provocado".


Durante siglos, la mayoría de las sorpresas las daban las excavaciones arqueológicas: un busto en el teatro romano de Zaragoza, un mosaico en plena calle... Pero ahora los hallazgos surgen en cualquier sitio. En el 86, cuando se trabajaba en la ermita de San Nicolás de Azuara, los vecinos recordaron haber oído que se cubrieron algunas pinturas murales. Pidieron que se hicieran catas en los muros. Y aparecieron.


Hoy se estudia hasta el más mínimo paso que se va a dar. En el interior de la abandonada ermita de Santa Juliana de Jaca crecía la vegetación cuando se decidió iniciar su restauración. En lugar de limpiar el suelo con maquinaria pesada se hizo con cuidado: apareció un impresionante empedrado de cantos haciendo figuras geométricas.


Cualquier restauración de envergadura cuenta hoy con varios estudios previos y un equipo de especialistas para asesorar. Pero lo que se gana por un lado, se pierde por otro. Se están generando nuevos problemas. "No se debe emplear más energía y recursos en el análisis de la situación que en la toma de decisiones y en su ejecución -señala Mariano Pemán-. Ahora es más fácil encontrar especialistas para los estudios previos que para la ejecución de los trabajos. Cada vez resulta más complicado disponer de buenos albañiles o buenos carpinteros para una restauración. Y son tan importantes en el equipo como un buen químico".