PINTURA

José Tacchini Zanetta, el buen italiano de Ejea

La villa rescata la obra pictórica mural del pintor decorador transalpino y de sus descendientes aragoneses, en una retrospectiva que exhibe los diferentes estilos de esta familia de artistas, desde el post-impresionismo hasta el naïf, además de dibujos, sedas y fotografías.

Ejea salda, año tras año, sus cuentas con la historia de la pintura y con sus pintores. Ha rescatado en los últimos años la vida y la obra de artistas como Mariano Félez Bentura, el pintoresco Ramón Dehesa, y los herederos de Berdusán. Entre estos, figuraba el artista milanés Giuseppe Tacchini (1886-1972), un pintor decorador que se instaló en la villa en 1910, cuando "Ejea se convertía en el granero de España y de Europa".


Tacchini realizó un sinfín de actividades de toda índole: vendió máquinas de coser, ostentó representaciones de seguros, regentó una librería y papelería, fue fotógrafo y realizó cuadros, frescos y murales en Ejea, Rivas, Erla, Asín y en Farasdués, donde se casó en las navidades de 1912 con Casimira Laíta.


"Giuseppe Tacchini fue un espíritu emprendedor e inquieto, que ha dejado un gran eco en Ejea. No se sabe con certeza por qué vino a parar aquí, tras desembarcar en Barcelona; tuvo que volver a Italia para hacer el servicio militar y fijó su residencia a partir de 1912", señala Benjamín Bentura Remacha, responsable de la exposición "Los Tacchini y su patriarca italiano José Tacchini Zanetta (1886-1972)", que se expone en la Sala de Exposiciones de la Parroquia, en Ejea, y que organizan el Ayuntamiento y la Diputación de Zaragoza.


Tiempos de bonanza

Bentura aclara que "entonces Ejea se expandía mucho, Gallur era un nudo de comunicaciones, el Canal Imperial era navegable y los barcos eran arrastrados por el cierzo y por mulos desde la orilla. Además, se hacían alardes y despilfarros: se decía que había quien encendía los puros con un billete de mil pesetas y que se abrían botellas de champán en las esquinas".


En 1913 se inauguró el Teatro Imperio, donde trabajaba en tareas de limpieza la esposa de Tacchini, y a él le encargaron la decoración del escenario. Pronto abrió el establecimiento: "Taller de Pintura Decorativa José Tacchini Zanetta. Trabajos de estilos, papeles pintados, rótulos y semiesmaltes". Parecían no bastarle sus múltiples ocupaciones, o quizá su filantropía carecía de límites: fue profesor nocturno para analfabetos, creó una biblioteca circulante y dibujaba bordados para las monjas.


En 1929 se trasladó a Barcelona para trabajar en la Feria de Muestras, y sufrió un accidente. Regresó al poco tiempo, y fue elegido secretario de la UGT y del PSOE, "aunque no existe mucha documentación de su labor. Tacchini fue un hombre bueno, y la mejor prueba es que, tras la Guerra Civil, no fue represaliado a pesar de la dura represión del teniente Santamaría, e incluso colaboró en algún trabajo con Falange. Realizó numerosas obras de pintura decorativa en casas, en pechinas de iglesias, bancos, hospitales, y también desarrolló labores de restauración. Su mujer murió en 1946. Habían tenido cuatro hijos: Paz y María, Rafael y José, que continuaron su labor, y también figuran en la exposición, con pinturas, dibujos y sedas. La saga se completa con el nieto José Tacchini Cosculluela y con el biznieto Javier Tacchini Ciudad.


La pintura de José Tacchini mezcla distintos registros: es empastada y postimpresionista, en la línea de Renoir, ofrece marinas de cierto realismo mágico y también se aproxima a un estilo naïf. Se han encontrado algunas de las fotografías de su estudio Jotaza. "Giuseppe, el patriarca de los Tacchini -agrega Benjamín Bentura-, era todo un personaje: al final de su vida cambió su nombre por el de José y obtuvo el carné español. Fue un polifacético con carisma que no se metió en jaleos. Es recordado y respetado en Ejea".