TESTIMONIOS

"He visto cosas horribles que nunca olvidaré"

Hasta los bomberos que intervinieron en el accidente necesitaron de ayuda psicológica. Las personas que vivieron la situación la califican de pesadilla.

Familiares y amigos esperan la identificación de las víctimas.
"He visto cosas horribles que nunca olvidaré"
MARTA PÉREZ

Decenas de flores cubrían ayer las vías del tren en las que perdieron la vida 13 jóvenes durante la noche de San Juan. Durante el día, los operarios se esforzaron en limpiar el escenario dantesco que se vivió por la noche y que los que lo presenciaron de cerca difícilmente olvidarán. "La euforia de la fiesta llevó a mucha gente a pasar por las vías del tren. El tren pitó, pero no dio tiempo a nada y luego vino lo peor. El pánico y el desconcierto invadieron la estación", relató Candy Rocío Carmona.


El impacto fue tan brutal que los cuerpos salieron despedidos.


Troncos, extremidades y restos quedaron esparcidos. "Hemos empezado a ver los trozos de cuerpos y ha sido impresionante. Había mucha gente histérica, chillando para localizar a sus amigos y familiares", señaló Genis Gil. A Jorge Paz, el accidente le pilló en el paso subterráneo. "Cuando yo estaba por debajo escuché el ruido del choque y creí que eran petardos, cuando en realidad era la gente que salía disparada", dijo.


El relato de John García era desgarrador. "Me he salvado por tres segundos. Fue subir al andén y justo pasó el tren. Ni siquiera sonó el silbato antes de que llegara. Era terrible, volaban cuerpos por todas partes. He visto cosas horribles que nunca olvidaré. Detrás de mí, el tren se llevó a muchos chavales por delante".


La empleada de una tienda de ultramarinos ubicada junto a la estación contó que uno de sus compañeros, presente en el momento del accidente, no había podido ir ayer a trabajar por el estado de 'shock' en el que se encontraba después de lo que había visto, sobre todo la brutal escena de los trozos de cadáveres desperdigados por el suelo. Incluso ella, que no lo había visto pero se lo habían contado con todo tipo de detalles, mantenía horas después la cara de miedo. Como las que se pudieron ver en los numerosos vídeos domésticos que circularon durante el día por la red que mostraron rostros presos del pánico.


Las declaraciones de los testigos confirmaron que la avalancha de personas en la vía se debió a que el túnel subterráneo que atraviesa la línea estaba colapsado. Uno de los pasajeros que salieron ilesos, Marcelo Cardona -que viajaba con su mujer y su hija de ocho años-, relató que el tren del que acababan de apearse estaba lleno, y al bajar "estalló la euforia para llegar a la playa", adonde iba gran parte del pasaje para asistir a una fiesta de la verbena de San Juan. Cardona explicó que casi todos los ocupantes del Cercanías eran jóvenes y que, al viajar tan apretados en los vagones, salieron "como una ola de agua" hacia al andén. Inmediatamente, "el 70%" del pasaje bajó a las vías para cruzarlas. "En cinco segundos" llegó el tren que les arrolló, dijo. "Se empezaron a escuchar golpes; toda la gente estaba gritando y en estado de 'shock", relató Cardona, que vio entonces personas mutiladas, agonizando.


Sangre en la vía

"¡Cuidado, que viene el tren!", gritó alguien, según los testigos. Algunos tuvieron tiempo de salvarse; otros, no. "Hemos cruzado y les ha pillado. He visto cómo ha explotado la gente delante de mí; la sangre, las piernas, todo", relató otro de los afortunados que salió ileso. No es para menos: el tren causante del accidente, que circulaba a 139 kilómetros por hora, y pudo detenerse un kilómetro más allá del punto de embestida, quedó seriamente dañado en su parte delantera por el fuerte impacto. Los desperfectos en la carrocería del convoy daban una ida de la dimensión real del choque.


Los bomberos y los forenses estuvieron hasta bien entrada la mañana recuperando restos de los cadáveres, casi todos en muy mal estado y mutilados por el tremendo impacto. Ayer, un equipo formado de médicos, enfermeros y psicólogos del servicio de emergencias médicas preparaba a los familiares de las víctimas para recibir la confirmación de la muerte de sus allegados. "Aquí se ha vivido algo horrible. Dantesco. Hay gente que va a necesitar mucha ayuda durante mucho tiempo", dijo un miembro de los servicios de emergencias.


Supervivientes como Fernando Ortega, que desde Barcelona había llegado a Castelldefels en el mismo tren que los muertos y los heridos, no pueden dejar de dar vueltas y vueltas a lo ocurrido. "Nada más cruzar la vía, oí el pitido de un tren y vi una luz. De repente oí golpes muy fuertes", dijo. "Yo podría ser uno de los muertos si no hubiera visto el tren".


A mediodía, la sangre aún era visible en el suelo y en el vallado de la estación. Cientos de vecinos y curiosos, más de uno llorosos, todavía se echaban las manos a la cabeza, mientras trataban de explicar, desde lo alto del paso elevado, cómo había sido el accidente.


Albert Vilanova, el jefe del operativo de los Bomberos, señaló que, a pesar de que buena parte de los agentes acumulan años de experiencia, muchos de los que intervinieron en las labores de rescate le explicaron que se encontraron con algo que no habían visto nunca, y que incluso necesitaron atención psicológica. "Es un tipo de accidente particular por el estado en el que quedan los cuerpos y porque hay muchos", declaró. "Cuando son muchas personas, es de una tragedia tremenda", remató. No es lo mismo, añadió, cuando solo se trata de una víctima. Como hace un año, cuando en el mismo apeadero una joven murió atropellada.