LO TACHAN DE "DESLEALTAD A ESPAÑA"

Críticas del Gobierno a la visita de Aznar a Melilla

El ex presidente denuncia la "dejadez" de Zapatero hacia esa ciudad autónoma y reivindica una política "seria".

José María Aznar saluda a un quiosquero durante su visita a Melilla.
Críticas del Gobierno a la visita de Aznar a Melilla
JORGE ZAPATA/EFE

El ex presidente del Gobierno José María Aznar se plantó ayer en Melilla, en una visita sorpresa de la que no avisó al Gobierno y para la que tampoco contó con su partido, que no solicitó su intervención dentro de la estrategia de denuncia de la, a su juicio, inacción del Ejecutivo en la resolución del conflicto fronterizo que desde hace semanas afecta a España y Marruecos.

El paseo de Aznar por la frontera causó un indisimulado malestar en el Gobierno, que lo calificó de "deslealtad", pero tampoco cayó demasiado bien en el PP, ya que eclipsó el impacto político del único acto en el que Mariano Rajoy tenía previsto participar en su mes de vacaciones, la reunión del Comité de Dirección celebrado ayer, y puso aún más en evidencia que no fue el líder de la oposición quien representó el martes al partido en su visita de solidaridad a Melilla, sino un segundo espada como el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons.

Aznar, que hasta el día anterior no avisó por teléfono a Rajoy de sus intenciones, aterrizó a las 10.50 en el aeropuerto de Melilla en un vuelo privado, donde fue recibido por el presidente de la ciudad autónoma, el popular Juan José Imbroda. La comitiva se desplazó al puesto fronterizo de Beni-Enzar, el punto caliente de la crisis y donde los marroquíes denuncian actuaciones "racistas" de los agentes españoles hacia los transeúntes del país vecino y cuelgan los carteles vejatorios contra las policias españolas.

El ex presidente, desoyendo los consejos del Ministerio del Interior, que el día anterior pidió y logró que González Pons no visitase el citado puesto para evitar tensiones en unas negociaciones diplomáticas que asegura están ya encauzadas, realizó una visita pública al puesto de control español, se entrevistó con mandos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional y recorrió la zona.

Después, Aznar compareció ante los periodistas en el Salón Dorado del palacio de la Asamblea. En una declaración sin preguntas, dijo que no venía a "criticar", pero denunció que "Melilla vive entre el acoso y la dejadez", de lo que culpó a José Luis Rodríguez Zapatero, a quien reclamó una política "seria y decidida" hacia la ciudad autónoma y en defensa de los agentes que custodian la frontera.

La indignación del Gobierno fue exteriorizada por el ministro de Fomento, José Blanco, quien aseguró que no conocía a "ningún ex presidente de ningún país que sin consentimiento de su Ejecutivo haga esto". El gesto de Aznar es, según Blanco, una "muestra de deslealtad" no solo hacia el Gobierno, sino hacia España. El ministro no se explicaba por qué Aznar había ido ahora a Melilla, cuando "él sabe que no ayuda" a resolver el conflicto, después de que no haber visitado la ciudad norteafricana en sus ocho años de presidente, salvo para mítines electorales. Pese a todo, y en posible referencia al viaje del próximo lunes a Rabat del ministro del Interior, afirmó que "esto (la crisis) se va arreglar de forma inmediata a pesar del PP, de Pons, de Rajoy y del que faltaba ahora, Aznar". El PSOE calificó la visita de "enorme irresponsabilidad" que busca "magnificar" los incidentes fronterizos y que tiene como objetivo "echar una mano al cuello" del Gobierno.

Los que no han ido, "en evidencia"

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quiso dejar claro que se trató de un viaje "privado", no pedido y del que el PP no tuvo noticia hasta el último momento, señaló que es una visita "lógica" y rechazó que ponga en evidencia a Rajoy. "Solo deja en evidencia a quienes no han ido a Melilla: Zapatero, Pérez Rubalcaba y Moratinos", aclaró. Afirmó que visitar un territorio español "nunca es una provocación", que no hay problema en ir a un puesto policial porque "hasta la frontera es España", y dio a entender que la visita de Aznar y Pons no estará sucedida por otra de Rajoy.

También mantuvo las tesis de culpabilidad del Gobierno en el agravamiento del conflicto, que es "consecuencia de la extrema debilidad de Zapatero y de su política exterior de constantes cesiones".