Día de la Constitución

Pitos, cabreos y confesiones

El caos aéreo generado por la huelga de controladores el fin de semana y el enfado del líder del PP, Mariano Rajoy, por unas declaraciones de José Bono centraron la celebración del 25 aniversario de la Constitución.

Soraya Sáenz de Santamaría (PP) y José A. Alonso (PSOE), ayer.
Pitos, cabreos y confesiones
ZIPI/EFE

Los halagos a la Constitución quedaron ayer en un segundo plano. Los asistentes a la conmemoración de los 32 años de vigencia de la Carta Magna centraron sus conversaciones en el pasillo del Congreso en las causas y efectos de la decisión del Gobierno de decretar, por primera vez desde que se aprobó la homenajeada Constitución, el 'estado de alarma'.

Un ambiente crispado que comenzó al otro lado de la verja. Unas doscientas personas aguardaron más de una hora bajo la lluvia para abuchear a todos los dirigentes políticos que pasaran por allí. La mayor pitada se la llevó el presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero. Otros miembros de su gobierno como José Blanco o Elena Salgado también fueron sonoramente abroncados. Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, oyó más gritos de apoyo y de ánimo -incluso le corearon el 'presidente, presidente'- que de desaprobación.

El líder del PP ha tenido mejores días de la Constitución. Llegó a Madrid el domingo por la noche después de pasar casi dos días 'tirado' en Lanzarote sin poder reunirse con su esposa -fue una de las miles de pasajeras atrapadas en la tarde del viernes en el aeropuerto de Barajas- ni cumplir con sus planes para este puente -visitar a sus padres en Gran Canaria-. "Comí, fui al gimnasio y hablé por teléfono con medio mundo", comentó Rajoy a un grupo de periodistas en uno de los habituales corrillos que se forman en esta celebración.

Pero el enfado del dirigente popular tenía otro origen. En concreto, unas declaraciones de José Bono en las que afirmaba que "Rajoy es un tesoro. El PSOE haría bien mimándolo mientras descansa". Fuentes del PP aseguraron que el presidente del Congreso llamó a Rajoy para pedirle disculpas. La respuesta fue, según cuentan sus allegados, todo un dardo envenenado para Bono: "Visto lo que vas diciendo por ahí de José Luis Rodríguez Zapatero no me siento tan ofendido". Lo cierto es que, durante el saludo oficial, la cara de Rajoy al estrechar la mano del presidente del Congreso fue toda frialdad.

Cinco minutos llamativos

Más cordial resultó su cara a cara con José Luis Rodríguez Zapatero. Fue el propio presidente del Gobierno quien se acercó a Rajoy, que en ese momento charlaba con Alberto Núñez Feijóo y con Soraya Sáenz de Santamaría, y le pidió conversar. Fueron cinco minutos de confesiones, con el 'puente negro' de telón de fondo. Núñez Feijóo fue más crítico que Rajoy en sus declaraciones sobre el caos aéro, al cuestionar el hecho de que el Gobierno aprobara el decreto precisamente el pasado viernes.

El que sí se mostró enervado fue Gaspar Llamazares. El portavoz de Izquierda Unida se mostró en contra de la decisión del Gobierno de "militarizar" las torres de control y reclamó que levantará "inmediatamente" el estado de alarma. Lo anecdótico radica en que las estrecheces propias de este tipo de aglomeraciones provocó que mientras Llamazares despotricaba sobre la "militarización", el jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez, pasaba justo a su lado