OBITUARIO

Muere Joaquín Ruiz-Giménez, uno de los pilares de la transición y primer Defensor del Pueblo

El veterano político, abanderado de la democracia cristiana española, ha fallecido a los 96 años. Entre otros cargos que ocupó a lo largo de su vida, fue presidente del comité español de Unicef, fundador de 'Cuadernos para el Diálogo' y ministro de Educación en los años 50.

Muere Joaquín Ruiz-Giménez, uno de los pilares de la transición y primer Defensor del Pueblo
Muere Joaquín Ruiz-Giménez, uno de los pilares de la transición y primer Defensor del Pueblo
EFE

Joaquín Ruiz-Giménez murió a los 96 años en Madrid víctima de un infarto cerebral. En su larga trayectoria política e intelectual conoció las mieles y las hieles de la actividad pública. Franquista convencido en los primeros años de la postguerra civil, se desencantó en la década de los 50, abrazó el ideario demócrata cristiano en los 60, fue faro intelectual en los estertores de la dictadura y albores de la transición, fracasó en las primeras elecciones democráticas de 1977, se convirtió en 1982 en el primer Defensor del Pueblo y se retiró de la política para dedicarse a la defensa de los derechos humanos..


Ruiz-Giménez tuvo un destacado papel en el parto de la democracia, pero no sacó rédito político del alumbramiento.


Compartió reuniones y conspiraciones con Felipe González, Alfonso Guerra, Santiago Carrillo y Enrique Tierno Galván, por citar a los más conocidos, en los últimos años de la dictadura, pero con la democracia su nombre pasó a segundo plano hasta que los socialistas rescataron su nombre para convertirse en el primer Defensor de la Democracia.


En aquellos años 70, España trataba de homologar su cartel político al de los países europeos, en los que la izquierda estaba dominada por los socialistas, pero con un Partido Comunista poderoso, y la democracia cristiana era hegemónica en la derecha.


La correlación de fuerzas de la izquierda se trasladó a España, pero no la de la derecha. Ese espacio fue ocupado por un partido inventado en unos meses por los sectores aperturistas de la dictadura, Unión de Centro Democrático, y, en menor medida, por los nostálgicos del régimen aglutinados en Alianza Popular. La democracia cristiana desapareció.


Nada hacía prever unos años antes que iba a ser así.


Ruiz-Giménez fue un referente intelectual de los demócratas en la agonía del franquismo desde su revista 'Cuadernos para el Diálogo', publicación que fundó en 1963 y que en sus 15 años de vida acogió la firma de un sinfín de futuros líderes políticos, sindicales e intelectuales. Al mismo tiempo, se empleó a fondo en la creación y desarrollo de la Plataforma de Convergencia Democrática, ente que reunía, entre otros, a socialistas y democristianos, y que maridó en 1976 con la Junta Democrática de los comunistas y los socialistas de Tierno Galván. El fruto de aquella unión fue la 'Platajunta' que negoció con Adolfo Suárez, a la sazón presidente del Gobierno, los términos de la reforma política.


La tumba


Pero las primeras elecciones, las de 1977, fueron la tumba política de los democristianos. Ruiz-Giménez encabezó la lista por Madrid y, contra pronóstico, no consiguió el escaño y se refugió en su cátedra de la Universidad Complutense de Madrid, hasta que Felipe González acudió en su busca. Fue Defensor del Pueblo hasta 1987 y se retiró de la política para volcarse en la defensa de los derechos humanos desde organizaciones como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado y el Coité Europeo contra el Racismo, la Xenofobia, el Antisemitismo y la Intolerancia.


Nada había en sus orígenes políticos que hiciera pensar que aquel doctor en Derecho por la extinta Universidad de San Bernardo iba a tomar esos derroteros. A Ruiz-Giménez de casta le venía el galgo. Hijo de un ministro de Gobernación y alcalde de Madrid durante el reinado de Alfonso XIII, pronto tuvo claro que iba a seguir los pasos de su padre. Combatió en la Guerra Civil en el bando franquista y al poco de acabar la contienda fue designado concejal de Madrid. Compaginó sus tareas docentes en la Universidad con el asesoramiento jurídico de la dictadura, fue coautor del Fuero de los Españoles, una de las leyes fundamentales del Movimiento. Embajador ante la Santa Sede en 1948, sentó las bases de la negociación del Concordato, hasta que fue llamado a Madrid para ser ministro de Educación en 1951.


Los disturbios universitarios de 1956 motivaron su destitución y distanciamiento del régimen. En su condición de consejero nacional del Movimiento, fue nombrado para esa labor por Franco en 1957, empezó a mostrarse díscolo con las iniciativas legislativas de la dictadura hasta que renunció en 1965. Para entonces, ya estaba enfrascado en 'Cuadernos para el Diálogo' y la senda democrática.