Hallan los cadáveres de dos niños y su padre en una vivienda de Barcelona
La madre denunció la desaparición de los pequeños después de que su exmarido no se los entregara tras las vacaciones.
Los cadáveres de un hombre y dos niños fueron encontrados este lunes, en un piso de Barcelona, en el que podría tratarse de un nuevo caso de violencia vicaria. Las víctimas eran un padre y sus dos hijos, de 7 y 10 años.
Una denuncia de la madre descubrió lo ocurrido. La mujer acudió a recoger a sus hijos a la escuela, y allí comprobó que no habían ido a clase tras las vacaciones navideñas. Acto seguido se dirigió al domicilio de su exmarido, en el paseo Universal del barcelonés distrito de la Horta-Guinardó, donde nadie le abrió la puerta.
De esta manera, la mujer se dirigió a la comisaría de los Mossos d'Escuadra para denunciar la desaparición de los pequeños, que habían quedado a cargo de su padre para pasar juntos unos días durante las vacaciones de Navidad. De esta manera, a primeras horas de la tarde una dotación de los Mossos acudió a la vivienda y, tras derribar la puerta con ayuda de los Bomberos, encontraron los tres cadáveres. La casa tenía cerradas todas las ventanas y, al parecer, el interior desprendía un fuerte olor a gas.
Violencia vicaria
Los vecinos del inmueble explicaron a los investigadores del Área Científica de la policía autonómica catalana que la mujer acudió al domicilio de su expareja a buscar a sus hijos. Tras llamar con insistencia, nadie le había abierto la puerta.
Todas las hipótesis están abiertas. Los investigadores no descartaban el presunto asesinato de los pequeños a manos del padre, que después se habría quitado la vida, en lo que sería un nuevo caso de violencia vicaria. Al parecer, el hombre y la madre, ya separados, tenían problemas por la custodia compartida de los pequeños. En todo caso tampoco quedaba descartado que pudiera tratarse de un accidente por un escape de gas.
Ante el riesgo de una fuga de gas, los vecinos del inmueble fueron desalojados hasta que los Bomberos revisaron las instalaciones del edificio.
Según recoge La Vanguardia, tras divorciarse, el hombre se trasladó a un piso en los bajos del edificio durante la pandemia. Era habitual ver a los críos jugar en el patio
