Taxis-patera, nuevo tráfico de seres humanos

Las mafias negocian con pasajes a 5.000 euros y trayectos exprés para acabar arrojando como fardos a los inmigrantes antes de la costa

Una narcolancha
Imagen de archivo de una narcolancha
Policía Nacional/ Archivo

El miércoles 29 de noviembre frente a la playa de Camposoto, en la localidad gaditana de San Fernando, murieron ahogados cuatro inmigrantes que habían sido lanzados por la borda de la embarcación a más de 50 metros de tierra firme. Ese capítulo ha salido a la luz porque fue grabado por varias personas que se encontraban en la zona, pero no es, ni mucho menos, un hecho aislado. Es el modus operandi cada vez más habitual de los taxis-patera, el nuevo negocio sin escrúpulos de las mafias de la inmigración que operan a caballo entre Marruecos, Argelia y España.

La tragedia citada podría haber sido, no obstante, mucho mayor. En ese taxi-patera viajaban 35 pasajeros. Los tripulantes tiraron a los inmigrantes al mar en dos tandas: ocho personas en la playa de Sancti Petri y el resto en Camposanto. En ambos casos, los mafiosos se deshicieron de los inmigrantes en zonas especialmente peligrosas, con remolinos y mareas de hasta cuatro nudos. En Sancti Petri solo la acción decidida de los empleados de una empresa náutica -que afortunadamente estaban en la playa porque estaban contratados para hacer una grabación con varios 'instagramers'- evitó el ahogamiento de muchos más. Ellos, con su pequeña lancha neumática, sacaron ya sin conocimiento a varios de los 'sin papeles'.

A los delincuentes que pilotaban la embarcación les dio igual saber que muchos de los pasajeros les habían advertido de que no sabían nadar o la evidencia de que todos ellos vestían con multitud de ropa, algunos con hasta tres abrigos y otros tantos pantalones superpuestos. Una rémora añadida para mantenerse a flote y poder salvar su vida.

A los patronos del taxi-patera solo les interesaba volver cuanto antes a Marruecos, un viaje de menos de una hora a las costas de Cádiz y algo más largo desde Argelia a Almería, Murcia o Alicante, la otra ruta de este tipo de embarcaciones, que este año están proliferando como vía alternativa para los inmigrantes con más posibilidades económicas.

Y es que, según explican responsables de la Guardia Civil, el coste de un pasaje en estas barcas puede alcanzar los 5.000 euros. El reclamo de las mafias es siempre el mismo: el viaje es mucho más corto y seguro. Aunque los delincuentes ocultan cómo acaban tirando por la borda a esos pasajeros supuestamente 'vip'.

Beneficios por viaje

En este nuevo negocio de la inmigración clandestina, relatan fuentes de la seguridad del Estado, han entrado de lleno los grupos de narcotraficantes magrebíes y españoles, que hasta ahora se habían mantenido bastante al margen de las mafias que organizaban los viajes en las tradicionales pateras de madera.

Los traficantes de estupefacientes que controlan el Estrecho y las costas mediterráneas han sustituido las viejas pateras (barcos artesanales de pesca sin modificación alguna) por las narcolanchas que usan habitualmente para llevar hachís a la península. De unos barcos que apenas superaban los diez kilómetros por hora (unos 5,3 nudos) ahora los inmigrantes viajan a casi 130 kilómetros por hora (70 nudos).

Estas embarcaciones son muy valiosas para los narcos reconvertidos a traficantes de personas, pero que no han dejado el negocio del hachís. Las lanchas neumáticas o 'gomas' y sus motores pueden superar los 300.000 euros por lo que, a diferencia de las pateras, no pueden quedarse varadas en las playas. De ahí, que la prioridad de los delincuentes sea volver cuanto antes a África con la 'goma' intacta, aunque ello suponga no tocar ni tierra y arrojar a los pasajeros por la borda.

Especialistas de la Guardia Civil explican que estas embarcaciones solo arriban a las playas en dos supuestos: cuando en la neumática llevan fardos de droga junto a los inmigrantes, algo que no es lo común pero que cada vez empieza a verse con más asiduidad; o cuando las mafias utilizan el viaje de vuelta para llevar carga, normalmente teléfonos robados, o trasladar a Argelia o Marruecos anfetaminas y éxtasis fabricados en Europa.

De hecho, hace solo unos días, a finales de este pasado noviembre, la Guardia Civil se incautó de 68 kilos de anfetaminas valoradas en tres millones de euros en la 'operación emisario' en la que detuvo a siete traficantes de personas que aprovechaban los viajes de retorno a Argelia para llevar esas drogas a África.

Solo con el transporte de ida, el de los inmigrantes, las mafias pueden ganar entre 150.000 y 200.000 euros y -apuntan estas mismas fuentes- es probable que cada narcolancha haga un viaje diario de ida y vuelta.

Para pilotar estas planeadoras con tal carga de peso entre personas y droga (cuando también transportan alijos) hace falta una 'tripulación' experimentada, que además hace las veces de servicio de seguridad para echar por la borda a los inmigrantes sin llegar a tocar tierra.

En el viaje del taxi-patera que acabó en tragedia en las playas de San Fernando la tripulación la componían cuatro sospechosos, dos españoles -un hombre y una mujer- y dos marroquíes que pudieron huir mar adentro. Diferente suerte corrieron los cuatro detenidos el pasado lunes en Cádiz por la muerte de otro migrante en una playa de Barbate el 21 de octubre. Están acusados de delitos de homicidio, contra los derechos de ciudadanos extranjeros y contra la salud pública.

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